«Soy muy de la tierra. En televisión tengo éxito porque hablo como los del surco»

J.C.O. / Villanueva de Gumiel
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Graciano Palomoperiodista

Leyendo en el porche del merendero de la finca donde se ubica la bodeguita que fue de su abuelo, su santasanctórum. - Foto: DB

A sus 61 años es uno de los periodistas burgaleses más influyentes a nivel nacional. Veterano profesional de la información lleva casi cuatro décadas ininterrumpidas al hilo de la noticia.

Nació apenas superado el ecuador del siglo XX en Villanueva de Gumiel, tierra de pinares en plena Ribera del Duero a la que en estas fechas de sofocante calor pone banda sonora casi perpetua -con pausa nocturna para los grillos- el estridente e inquietante canto de la chicharra, que en otoño abastece de níscalos a buena parte de la comarca y que acaba de recuperar su tradición resinera. De familia modesta, pasó su infancia en el pueblo donde aprendió sus primeras letras hasta que llegados los 11 años se fue a estudiar con la SAFA (Sagrada Familia) a Valladolid, donde estuvo toda la Secundaria.

Una época feliz la de la niñez de la que recuerda aspectos como  el raro objeto de deseo que suponía una suculenta naranja, difícilmente alcanzable en algunos casos para los que sólo era perceptible como regalo de Reyes- o la dureza de la vida de las familias labradoras antes de la mecanización del campo.  «Recuerdo la naranja, la trilla, todo pedáneo, pobre. El esfuerzo y el duro trabajo para sobrevivir. Tampoco por ahí atan los perros con longanizas, pero el esfuerzo ese tan ímprobo  que había que hacer,  ir a la cosecha, la vendimia…», rememora. Una imagen que asegura que le vuelve a la memoria cada vez pasa por la zona y ve alguna persona mayor en cuyo rostro se refleja su pasado.

La emigración de sus padres a Bilbao fue determinante a la hora de encaminar su futuro profesional. Indeciso entre estudiar Derecho y Periodismo, la coincidencia en clase con el hijo del dueño de El Correo Español-El Pueblo Vasco -protagonista más delante de una trágica noticia que le tocó cubrir- y la proximidad de la sede del rotativo al domicilio familiar acabaron por inclinar la balanza del lado de los plumillas atraído en gran medida por la liberalidad de la profesión y por su estatus social. 

«Vivíamos en un barrio donde estaba la redacción del Correo Español-El Pueblo Vasco, eran mis vecinos. Entonces yo veía bajar a los periodistas, Fernando Fernández Sexta…, gente que luego han estado incluso algunos a mis órdenes. Yo les veía y decía: ¿Cómo será esto?.  Jesús Mosquera, por ejemplo, yo le veía allí tomar café y jijí jajá. Y la casualidad es que coincido en el colegio al final en sexto o en cou con el hijo del dueño del Correo, Javier de Ybarra  y Bergé, al que mata la ETA luego y me toca a mí cubrir la información.  Y cuando lo vi hecho una piltrafa estuve una semana sin comer, empecé a vomitar. Es la vida. Y entonces yo dije: Quiero estar aquí en el periódico. Me entusiasmó todo el tema de los teletipos, cómo llegaban las fotos… Y en Bilbao eras la hostia, si firmabas en El Correo, ibas a los toros gratis, al Athletic…», rememora.

Así que se fue a la Universidad de Navarra, del Opus Dei, a quien debe su formación pese a no pertenecer a la Orden. Acabó la carrera y, cómo no, su primer trabajo fue en El Correo de Bilbao. «Rápidamente empecé a trabajar. Tenía que ganarme la vida, porque mis padres eran gente muy sencilla, muy modesta», apunta a modo de confidencia. Luego pasó a La Voz en San Sebastián y a los seis meses de la muerte de Franco comenzó en Europa Press, donde fue redactor parlamentario. Entonces era la gran agencia, donde estuvo tres o cuatro años y coincidió con el también burgalés Álex Grijelmo. «que era redactor mío». De ahí se fue a la Agencia Efe donde enseguida fue nombrado jefe de Información Nacional «por razones  -explica- de que con la muerte de Franco había que buscar tíos que no tenían historia». Tenía entonces 25 años y el cargo le llegaba con siete lustros de adelanto porque todos sus homólogos en Reuters,  Associated Press, DPA tenían 60 años. Fue una cosa brutal porque por edad es ahora cuando e hubiera tocado ser jefe de información», reflexiona.

Se autodefine como un hijo de la Transición, una época apasionante a nivel informativo y que vivió desde un puesto privilegiado. El alto cargo en EFE le permitió «enlazar con las altas magistraturas».  «Me conocía a todos.  A Adolfo Suárez, a Leopoldo Calvo Sotelo, a Felipe González, a José María Aznar… y al Rey. Y estabas en la melé de la cosa. Eran unas épocas muy distintas. Realmente la gente de mi generación teníamos dos asideros, que eran la Constitución, la democracia,  y Europa. Y  hoy en día los dos están… han decapitado Europa, no existe. Era el sueño de mi generación. Bueno, en eso sobrevivimos, había problemas en el país pero era todo muy distinto, había esperanza, había trabajo… Y ahora vemos cómo todo ha estallado por los aires», lamenta con añoranza.

Posteriormente trabajó en el diario Ya, fue redactor jefe de la  revista Tiempo y formó parte del equipo fundacional El Independiente, donde ejerció de subdirector. Con una acreditada independencia, paladín de los medios de comunicación como contrapoder de todos los poderes, actualmente como  vive como freelance una época álgida como tertuliano y columnista gracias a la popularidad que le dan en gran medida sus apariciones en diferentes cadenas en la pequeña pantalla.  Es columnista de El Confidencial, de El Mundo, de ABC, -es la única firma que publica en los dos-, está en TVE en Las Mañanas, 24 y horas y 59 segundos, en Cuatro, Intereconomía está en el Grupo El Siglo, en Plural…, es comentarista de RNE…

Una apretada y dura agenda diaria de plató en plató y de estudio en estudio  y de redacción en redacción que en tiempos pasados le permitió vivir muy bien, si bien la cosa ya no es lo que era. Es consciente de estar en estos momentos en la cresta de la ola, pero reconoce que es un simple periodista y la estrella se puede apagar en cualquier momento. «En cuanto deje de escribir en El Mundo y en El Confidencial», vaticina.

Villanueva de Gumiel, un referente

Salvo la época de estudiante en Navarra, en la que pesaba mucho la lejanía, siempre ha tenido una gran relación con su tierra de origen, acentuada a raíz de asentarse en Madrid. «No sabría explicar por qué. Siempre es un referente. Yo me eduqué aquí de niño. Y desde valorar una naranja al sentido de la familia, pese a que los castellanos somos muy judíos, es algo que le debo a esta tierra de la que cada vez me siento más «, relata.

El retorno de sus padres al pueblo, su madre Aurora a sus 89 años está como una rosa, y su padre, José, algo más mayor y que está algo más castigado, también le ha ayudado a seguir manteniendo ese vínculo. Confiesa que de alguna manera se siente como un emigrante, pero vuelve con frecuencia a un lugar en el que recarga las pilas y en el que sus paisanos han sabido reconocerle sus méritos poniendo su nombre a una calle. «Esta es mi tierra, esta es mi gente, los castellanos somos muy complicados, muy envidiosos, somos muy difíciles. Pero al final, cuando tengo un problema vengo aquí  y me meto en la bodega. Yo tengo un referente. Mis hijos no. Uno estudió en Cambridge, el otro… Pero yo tengo un referente, tengo unas tablas donde morir», sostiene.

Asegura que sus múltiples viajes a Iberoamérica le evoca la Villanueva que conoció hace medio siglo fruto de la influencia castellana. Y recuerda que su abuelo Graciano, alcalde villanovense durante la Guerra Civil, emigró a la Patagonia atraído por la fiebre del oro, si bien supo ver el verdadero filón e hizo dinero montando una funeraria «al darse cuenta que el negocio no era buscar oro, sino los muchos tíos que caían en las minas o se mataban borrachos».

Y atribuye sus raíces castellanas  gran parte de su éxito profesional. «Yo he disfrutado mucho con eso, porque yo soy muy de la tierra. De hecho en la televisión, el pequeño éxito que tengo es porque hablo como los del surco. Y la gente lo percibe eso. Yo cuando voy a las 24 horas, a Cuatro... yo hablo como la gente de aquí. Y eso se valora», afirma.

De su abuelo es precisamente una finca donde se alza el santa sanctórum de Graciano Palomo, un terreno en el extrarradio con bodega y merendero donde acude a meditar, a escribir, a leer o simplemente a contemplar a los pájaros. Si bien siempre que puede acude con su chica y conserva buenos amigos en el pueblo, como Gumersindo Ontañón, hace mucha vida de lobo solitario, aunque también es cierto en honor a la verdad que al reclamo del vino y el cordero normalmente trae hasta la mucha gente amiga.  «Yo siempre que puedo me escapo. Estoy con mis padres y me voy a un zulo que tengo ahí, en la bodega, escribo, leo, me fumo un puro, miro a los pájaros, me bebo dos botellas de vino, vuelvo a casa y me voy a dormir ya del pedo que llevo… y hago chuletas. Y luego si puedo me voy a Peñaranda a dar un paseo, a Silos», explica

Curso Prensa y Poder

Si todos los veranos pasa algunas temporadas entre sus paisanos esta ha adelantado la visita con motivo del Curso de Verano Prensa y Poder,  del que ha sido su director académico. Una cita que ha resultado un rotundo éxito al reunir en La Aguilera en plena vorágine del caso Bárcenas a personajes de la talla de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, el vicesecretario general del PP, Esteban González Pons o el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, o profesionales de primera línea como Bieto Rubido, director de ABC, Miguel Ángel Mellado, vicedirector de El Mundo, Luis Abril, consejero de Telefónica, Julio Somoano, director de Informativos de TVE, Vicente Vallés, director de Noticias 1 de Antena 3, o Juan Rosell, presidente de la CEOE.

El curso ha sido un lujo y tal y como reconoce con orgullo Graciano Palomo «desde allí se hicieron todos los telediarios de España». La iniciativa comenzó a fraguarse hace dos años a propuesta de Enrique García, director de la Ciudad de la Educación San Gabriel, y se ha logrado materializar este verano tras arrancar el patrocinio de CaixaBank y el ofrecimiento de toda la logística por parte de los gabrielistas. «Una vez que teníamos el dinero fue cuando me planteé, lo vamos a hacer de Prensa y Poder para que venga gente relevante y aparezca en los medios. Mi idea fundamental era vender la Ribera, más allá del vino. ¿Y por qué?. Tampoco te lo puedo explicar, porque tampoco tengo que agradecer nada, pero es mi tierra, siempre que puedo en la tele los saco», explica.

Tras el éxito de la primera edición Palomo ya ha manifestado su intención de dar continuidad al curso. Si bien se muestra dispuesto a seguir apoyando a los gabrielistas «que hacen una labor maravillosa, indica que habrá que definir su papel y si el verano es el momento más adecuado o es mejor desarrollarlo durante el curso.

Novela silense

Graciano Palomo tiene también a sus espaldas una extensa trayectoria literaria con 13 libros publicados, seis de ellos relacionados con la derecha española. Una saga que inició en 1990 con su best-seller El vuelo del halcón, sobre José María Aznar, y que cerró en 2010 con El hombre impasible, la primera biografía no autorizada de Mariano Rajoy. Una temática sobre la que no tiene intención de seguir escribiendo hastiado por cómo están evolucionando los acontecimientos. «Ya no quiero saber más de la política. Una cosa son mis ideas y otra que a mi edad les vaya a defender. Yo no pongo la mano en el fuego por nadie. Viviendo con modestia como vive toda mi gente, ¿voy a defender a unos chorizos?, no lo he hecho nunca», sentencia, reconociendo que las evidencias de que Rajoy ha cobrado sobresueldos ha sido una gran sorpresa para él y pese a lo cual vaticina que va a aguantar hasta final de mandato. «Esto es insostenible, yo pedí moción de censura pero creo que va a aguantar. El PP, que tiene la legitimidad de la mayoría absoluta, tendría que ponerse de acuerdo y presentar un candidato para lo que resta de legislatura». Un relevo para el que apuesta por una mujer de la tierra, Soraya Sáez de Santamaría.

Y si ya dedicó un ensayo al Monasterio de Silos y su espiritualidad universal, «al hilo del alzheimer del que fuera prior dom Clemente Serna» el cenobio benedictino y su claustro románico van a ser el escenario de una novela histórica «de sexo y violencia».