La suma de todos

I.L.H. / Burgos
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Unas 150 personas de Atapuerca colaboran en el levantamiento de un menhir al modo prehistórico. La piedra, de 5 toneladas, «costó» colocarla en su agujero cerca de dos horas. En noviembre se decidirá a quién dedican la pieza

Si trasladar la pieza fue duro, tratar de erigirla hizo sudar a los participantes. - Foto: Luis López Araico

 
Ciento cincuenta personas colaborando y otras ciento cincuenta observando cómo trabaja la otra mitad -y que conste que lo digo sin acritud, que yo misma me encontraba entre los mirones-. La estampa propia de cualquier obra se trasladó ayer a la explanada del Pago de los Hilagares, a un kilómetro de Atapuerca en dirección a Agés. El esfuerzo compartido tenía como objetivo mover una piedra de 5 toneladas de peso a lo largo de 300 metros y, a continuación, dejarla caer en el hueco previsto para su fijación. Después tratarían de ponerla de pie como hacían los prehistóricos hace 700.000 años con los menhires... a base de fuerza e ingenio.  
«Lo más difícil y costoso es mover los troncos que colocamos como raíles de atrás a delante», comentaba Benito García, uno de los «ingenieros» que lideraban la actividad y que discutía sobre la idoneidad de separar o no los troncos entre sí con otro de los líderes, Eduardo Cerdá, responsable de Sierra Activa y organizador del evento junto al Ayuntamiento de la localidad y el Sistema Atapuerca. «Este año es más fácil que la última vez porque lo hacemos con la mitad de peso. De todas formas al principio siempre hay cierta descoordinación porque no sabes cómo se va a comportar la piedra», comentaba Cerdá ante las primeras dificultades para conseguir arrastrar la pieza de caliza donada por Areniscas de Pinares. 
La última vez que se hizo (éste es el sexto menhir que levantan desde 1998) trataron de igualar la distancia del Guiness con la mitad de peso, pero no se pudo conseguir porque se les cayó la piedra. Quisieron mover 12.500 kilos a lo largo de medio kilómetro. Ahora se conforman con hacer «cortas distancias con pesos moderados».
«Lo complicado es levantarla. Para moverla sobre los troncos puedes tener más o menos tropiezos, pero poco a poco lo consigues.Levantarla es más peliagudo porque es donde se te puede caer», confesaba Cerdá, que actuaba también como «ingeniero». Aunque en realidad todos los que participaban lo eran un poco, porque cada uno proponía un modo de llevarlo a cabo. Hasta los más pequeños sabían de lo que hablaban; no en vano repetían experiencia.
Adrián (12 años), Víctor (11), Alvar (10), José Miguel (15) y Franklin (13 años) se comportaban como expertos en levantamiento de menhires: «No es complicado. Es solo cuestión de tirar de la cuerda. Aunque cuando toca levantar... ya es otra cosa porque hay que controlar la fuerza para que no se caiga», afirmaban entre todos mientras enseñaban las manos para mostrar las marcas de astillas que algunos tenían.
Superado el traslado de la piedra sobre los raíles, llegó el momento de introducir el menhir en el agujero e intentar levantarlo. Lo primero fue fácil. Lo segundo quiso resistirse. Las 150 personas que sufrían con el esfuerzo reclamaron el apoyo del resto, ya que solos no podían y como decían en Barrio Sésamo, «con amigos sí». Pero ni por esas.
Además del peso, la irregularidad de la base de la piedra no colaboraba para que pudiera mantenerse levantada... si hubiera llegado el caso. Probaron haciendo palanca con los troncos, a moverse de posición, a sumar esfuerzos... pero el menhir dijo que no. Habían pasado casi dos horas desde el inicio de la actividad y las fuerzas remitían. Y ahí se quedó a la espera de que una máquina les ayude a sellarla definitivamente en el Pago de los Hilagares, junto a los otros cinco menhires.
Los que ya están levantados tienen cada uno una placa con el nombre de a quién va dedicado: Emiliano Aguirre, los primeros habitantes de Atapuerca, el Equipo de Investigación y de excavación de los yacimientos, la Fundación Atapuerca y la Ruta Quetzal, que a su paso por el pueblo ayudaron a levantar la piedra que quedó sellada en 2001.
El menhir de 2014 no tiene aún destinatario, según aseguró la alcaldesa de la localidad, Raquel Torrientes: «Solemos elegirlo en noviembre, que es cuando ponemos la placa coincidiendo con la Marcha a Pie a los Yacimientos». Hasta entonces.