El que la sigue...

G. Arce / Burgos
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Tras 5 años de incertidumbres, desengaños, rabia contenida y procesos judiciales, Fadesa reintegra a Leticia los 25.995,01 euros que pagó por aquel piso en Buniel que nunca existió

Leticia no quiso volver a Buniel y cuando lo hizo no pudo contener la emoción por lo que ha vivido. - Foto: Ángel Ayala

Una llamada de la directora de La Caixa puso punto y final a cinco años de incertidumbres, múltiples desengaños y un agotador proceso judicial sin solución aparente. «Tiene usted un ingreso en su cuenta de 25.995,01 euros por parte de la inmobiliaria Fadesa...». Sin esperarlo ni por asomo, el pasado viernes Leticia Fernández fue plenamente consciente de que nunca tendrá su pisito de 65 metros y dos dormitorios que compró en Buniel en 2006 y nunca se construyó, de que había ganado a su manera el pulso desigual que mantenía con Martinsa-Fadesa desde que entró en concurso (el 15 de julio de 2008) y de que le devolvían el importe completo de las 30 letras que se comprometió a pagar antes de la entrega de llaves.

‘El que la sigue, la consigue’. Leticia, madrileña de 31 años, debía estar viviendo con su pareja desde finales de septiembre de 2009 en la fatídica promoción Ciudad Jardín Soto del Real. Su piso para jóvenes menores de 35 años, ubicado en una manzana llena de comercios y una guardería como le prometieron, debía estar en lo que hoy es un erial rodeado de esqueletos de hormigón y escombros.

«No descarto prender algún día una hoguera con todos los papeles que acumulo. Dejo cinco años de mi vida que no se los deseo a nadie...», reconoce esta voluntariosa joven, quien ya adelanta que no ha descartado su ilusión de comprar o alquilar («ahora es más difícil que te den una hipoteca») su propia casa, «aunque exigiré que tenga puesto hasta el último tornillo».

Más presión

El desenlace de su pulso con Martinsa-Fadesa fue digno de guión. La finalización del mayor concurso de acreedores vivido en España (con 7.200 millones de euros de agujero)en junio del pasado año no resolvió el contencioso con esta compradora, sino que lo complicó: El juzgado de La Coruña ya no era competente en el tema, por lo que tuvo que buscarse un abogado de oficio en Burgos, Diegol Velázquez, «al que un día le llevé todo el pleito. Le dije: ‘Te dejo mi vida encima de la mesa’». La única respuesta que recibió es que podía ganar la demanda, «pero os va a costar tiempo».

La presión continuó. Antes de las Navidades recibieron una llamada de Martinsa-Fadesa asegurándoles que eran una de las seis parejas seleccionadas a las que se las iba a devolver la mitad de lo que les adeudaban. «Me dije: ‘No puede ser. Esto es una tomadura de pelo. No firmo de ninguna manera, tengo derecho a cobrar la totalidad de lo que me deben’». Otros, presionados por las circunstancias y por el temor a la liquidación de la promotora, aceptaron la mitad antes que perderlo todo.

Decidida a luchar hasta el final, Leticia preparaba estos últimos días los papeles para una nueva demanda. No fue necesaria: «Una llamada del abogado advirtiendo de este paso al departamento financiero de Fadesa les llevó a que finalmente me ingresaran el dinero en cuenta». Punto y final a la pesadilla.