La diócesis atendió el año pasado a casi 40.000 personasa través de sus programas de ayuda

B.D. / Burgos
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Casas para ancianos, inmigrantes, 'sintecho' o desempleados, entre las actuaciones realizadas

Detrás de las cifras siempre hay personas. Por ello, a los miembros de la diócesis burgalesa no les gusta hablar solo de números sino también de vida.  La que pone de manifiesto la Iglesia cada día a través de un inmenso trabajo pastoral, asistencial, educativo y cultural.

La memoria económica de la Archidiócesis de Burgos de 2014, presentada este jueves en la Casa de la Iglesia, revela que el año pasado la institución eclesiástica atendió de manera directa a casi 40.000 personas a través de algunos de sus programas de ayudas. Tal y como explicó Vicente Ruiz de Mencía, miembro del consejo diocesano de economía, el problema social es grave, lo que obliga a hacer un esfuerzo mayor a la hora de obtener recursos para poder cubrir todas las necesidades asistenciales y caritativas.

Casas para ancianos, atención a los ‘sintecho’, asesoramiento a inmigrantes, apoyo a al empleo, acompañamiento a reclusos y ayudas para enfermos sin apenas ingresos fueron las actuaciones más significativas que la diócesis realizó el pasado ejercicio. En total, se destinaron algo más de 4 millones de euros para atender a los empobrecidos. «Las cifras hablan de necesidad y de cómo la Iglesia sale al paso de ellas», apuntó Ruiz de Mencía, tras destacar que la labor que se desarrolla es posible gracias a los voluntarios.

Además, cubrió las necesidades educativas de casi 20.000 alumnos y se aportaron recursos  a la escuela diocesana de tiempo libre, que en 2014 otorgó 341 títulos de monitor.

Dos parroquias nuevas

La Iglesia cerró el pasado ejercicio con un superávit de 305.000 euros. En total, ingresó 32.953.809 euros y gastó 32.648.923. En palabras de Vicente Rebollo, ecónomo diocesano, el superávit registrado en las cuentas es sólo relativo, por cuanto que se basa en el retraso en la ejecución de una nueva parroquia en Ibeas de Juarros y otra en el sector S-4, de la capital, cuyo inicio estaba previsto y presupuestado para el año pasado, pero que todavía no han comenzado a realizarse por problemas con las licencias. La de Villímar oeste llevará el nombre de Juan Pablo II y se edificará en una parcela próxima al centro de salud.

La principal vía de ingresos de la diócesis fueron las subvenciones públicas, que alcanzaron un volumen de 12,7 millones. También destacan los ingresos por prestación de servicios (capellanía, entradas a monumentos o servicios de comedor), que supusieron 6,5 millones, las aportaciones directas de los feligreses (6.199.631 euros) y la asignación tributaria vinculada a la casilla del IRPF (5.348.877 euros). En este sentido, la Iglesia valora el hecho de que las aportaciones directas de los fieles hayan superado a las vinculadas a la asignación tributaria.

En cuanto a los gastos, destaca la retribución al personal seglar que trabaja en los centros educativos y del clero y los casi 6 millones de euros destinados a acciones pastorales y asistenciales

Por último, Vicente Rebollo quiso destacar los esfuerzos realizados por el Arzobispado para el mantenimiento de todos sus bienes, muchos de los cuales son parte inherente a la cultura, el patrimonio y la historia de la provincia. De esta forma, la Iglesia intenta hacer un «equilibrio» entre las necesidades de mantenimiento de los viejos templos y las necesidades de construcción de nuevas instalaciones.