Seis veraneantes de Zarzosa mueren ahogados al caer su coche al Canal de Castilla

G. Arce / Burgos
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tragedia de madrugada. El monovolumen en el que viajaban las 3 mujeres y 3 menores se salió de la carretera a las 4.40 horas cayendo a las aguas de una esclusa ubicada junto a Naveros de Pisuerga

Un vecino contempla la esclusa del Canal de Castilla donde horas antes fue recuperado el coche con los seis cadáveres dentro. - Foto: DB/Alberto Rodrigo

La muerte y la tragedia han teñido en pleno agosto de dolor y consternación a la comarca del Pisuerga, en los límites que dibuja el curso del río entre las provincias de Burgos y Palencia. Seis personas, tres de ellas de la misma familia, y vinculadas todas ellas a la pequeña localidad burgalesa de Zarzosa de Riopisuerga, perdieron la vida en la madrugada del sábado al precipitarse el coche en el viajaban a las aguas de la esclusa número 13 del Canal de Castilla, junto al puente del pueblo palentino de Naveros de Pisuerga.

El siniestro ocurrió en torno a las 4.40 horas de la madrugada, cuando el monovolumen, un Volkswagen Touran, en el viajaban las víctimas se salió de la comarcal  PP-6112, en un tramo con la velocidad limitada a 30 kilómetros por hora, justo en el momento de tomar a su izquierda la curva de 90 grados para encarar uno de los estrechos puentes que cruzan el histórico canal. El vehículo chocó contra una barrera quitamiedos que nace junto al pretil de piedra, que no soportó el impacto, y se precipitó sobre el vaso de la esclusa, volcando sobre la corriente y sumergiéndose de inmediato a una profundidad de más de dos metros.

En el interior del monovolumen viajaban una mujer de 37 años, M.S.M., y su hija de 6 años, I.L.S., ambas de Bilbao; un niño de 12 años, I.A.A., natural de Vizcaya; una mujer de 36 años, M.A.C., natural de Barcelona, y dos jóvenes de 15 y 18 años, P.S.G. y L.P.M., respectivamente, ambas de Burgos. Volvían de una noche de fiesta en la vecina localidad de San Llorente de la Vega, a escasos 4 kilómetros, y ninguno de ellos pudo escapar del interior del vehículo. Previsiblemente murieron ahogados.

La madre del niño de 12 años, que contempló el accidente desde otro turismo que iba unos metros atrás, no dudó en lanzarse a las aguas turbias del canal (desde unos 4 metros de altura) para intentar desesperadamente sacar a su hijo de la trampa mortal, una imagen que nunca olvidarán los que la contemplaron. Sus gritos y los de los primeros testigos de la tragedia alertaron a los vecinos del pueblo, que acudieron a la esclusa con cuerdas para intentar salvar las vidas de los ocupantes del turismo, sumergido totalmente ya en las aguas del Canal y solo intuido porque sus luces permanecían encendidas. No hubo suerte.

Los Bomberos de Herrera de Pisuerga llegaron minutos después y, tras descender al foso y romper las ventanillas (las puertas estaban bloqueadas), enderezaron el monovolumen con el cabrestante de su camión. Ya no había esperanzas de encontrar con vida a ninguno de los ocupantes y se afanaron en la penosa tarea de extraer los cuerpos y elevarlos con cuerdas a la parte superior de la esclusa. Al parecer, salvo la conductora, ninguno de los fallecidos presentaba heridas de gravedad. De hecho, el turismo solo tenía dañada la parte delantera y no habían saltado los air-bags.

Los cadáveres fueron trasladados al Tanatorio de Palencia, donde les fue practicada la autopsia, y a las 4 de la tarde se les llevó al Tanatorio de Herrera del Pisuerga, más cercano a su localidad de origen, para que fuesen velados por una familia totalmente rota por el dolor y con ella todos los vecinos y veraneantes de esta comarca de pequeños pueblos.

Además de los bomberos voluntarios de la Diputación de Palencia, al lugar de los hechos, el Servicio de Emergencias 112 desplazó un Centro Coordinador de Emergencias, Guardia Civil, una UVI móvil, dos ambulancias de soporte vital básica y el médico del centro de salud de Herrera del Pisuerga. También actuaron los profesionales del Grupo de Intervención Psicológica en Desastres y Emergencias (GIPDE) que atendieron, entre otros, a la madre que hizo lo imposible por salvar la vida a su hijo.

Desde primeras horas de la mañana el lugar del suceso se lleno de medios de comunicación procedentes de toda España: la tragedia de Naveros encabezó ayer todos los titulares de los informativos.

 El director provincial de Tráfico de Palencia, Fernando Alonso,  se mostró muy prudente en el lugar de los hechos sobre las causas del siniestro, aunque sumó a los riesgos propios de una conducción de madrugada tras unas horas de fiesta un «probable exceso de velocidad o una distracción».

 

punto negro. Sobre las compuertas de hierro que cierran la esclusa, un ramo de flores recuerda a las seis personas que el 28 de mayo de 1973 fallecieron en similares circunstancias en este mismo punto. Un lugar en el que se repetiría otro accidente con dos jóvenes muertos unos años después.

La inevitable caída al Canal tras una salida de la vía es en la mayoría de los casos mortal:les esperan más de dos metros de profundidad de agua y fango suficientes para hundir un vehículo. Los ocupantes, si se mantienen conscientes tras el impacto con el fondo, carecen de tiempo suficiente para abrir las puertas o romper las ventanillas laterales y poder escapar de la inundación.

«El que cae aquí no tiene solución...», se lamentaba el alcalde de Naveros, Carlos Rey Vega, quien recordaba que su padre, también como alcalde, vivió en sus carnes aquella tragedia de 1973. Allí fallecieron cuatro mujeres, tres de ellas hermanas y su prima, y dos hombres, todos de Herrera del Pisuerga. Hubo un superviviente, Jesús, que en la oscuridad de las aguas comprobó que la luna delantera del coche había cedido y por aquel hueco pudo salvar su vida.