Los carceleros de la Navidad

Antonio Pérez Henares
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Los líderes de Podemos abogan por prohibir las tradiciones de unas fechas que no evocan solo la fe, sino la infancia de todos nosotros

Se suponen a ellos mismos lo mejor, lo más libre, tolerante, avanzado y guay. Pero son la inquisición. Estos podemitas, presunta y autoproclamada quintaesencia de lo progre, lo que llevan impreso en su ADN es la intolerancia y la prohibición. Dicen ser liberadores y lo que son, en realidad, es liberticidas. Proclaman ser abiertos y compresivos y lo que son es la cerrazón y la antojera ideológica. Presumen de transgresión, pero lo que les pone es la prohibición. Vetar todo aquello que su totalitaria y sectaria visión del mundo, la vida y de las gentes les parece a ellos mal. Jamás comprenderán la esencia de la libertad, que no es otra, tanto la suya como la de todos, que acaba precisamente donde comienza la de los demás. Ahora quieren desarraigar, descuajar, arrinconar, perseguir, reprimir y encarcelar a la Navidad.

Los inquisidores podemitas quieren prohibirle a las gentes la Navidad porque a ellos les parece o les tiene que parecer mal. Y no se dan cuenta, los memos, que lo que pretenden liquidar y a lo que en verdad agreden, más allá de la religión, es a nuestra infancia y a la nostalgia de nuestra niñez. Y a la suya, aunque no lo reconozcan.

En Madrid, el día del orgullo gay, se colgó la bandera arcoiris del Ayuntamiento y a casi todos nos pareció bien. Se trataba de una muestra de respeto y hasta de afecto con una comunidad hasta ayer perseguida y marginada, que celebraba su fiesta. Y ello no quiere decir en absoluto que todos los madrileños seamos homosexuales. Les doy mi palabra que no. Es el respeto y la libertad de una ciudad abierta y libre. Pero si la cosa va de belenes entonces, según las tropas del Santo Oficio Podemita Municipal, presidido por el eje Carmena-Colau, hay que restringirlo reducirlo y arrinconarlo al máximo y desvirtuarlo en todo lo que se pueda. Porque, y por ahora, no se puede prohibir. Pero en cuanto lo tengan maduro, pues lo harán. Como con los toros, la caza, el Cid y John Wayne. ¿Qué por que el vaquero? Pues como lo anterior, porque a ellos no les gusta y ya está. Y ellos son la verdad absoluta, la bondad total, la razón universal y el pueblo en general.

Esto de la Navidad, no crean, ha sido recurrente en ciertos trastornos izquierdistas que confunden el culo con las témporas y que no alcanzan a entender algunos profundos sentimientos que van más allá de la creencia, la fe, la practica religiosa, que también es patrimonio general de una grandísima mayoría a respetar, y que están en la propia raíz de nuestra vida, de nuestro recuerdo, de nuestra memoria personal y de nuestra cultura colectiva.

Hace ya unos cuantos años, a un diputado del PSOE, muy en estas derivas, se le ocurrió lo mismo del solsticio de invierno para felicitar a sus compañeros en el parlamento y hasta pretendió que el Grupo siguiera su ejemplo. Un veterano guerrista le dio la contundente réplica en el cercano bar Manolo, que es el lugar donde se dicen las verdades que sin embargo se ocultan en la tribuna y los pasillos del Hemiciclo.

- Mira, gilipollas, para ateo yo. Pero Felices Pascuas como se ha dicho toda la vida de Dios.