Las obras del trasaltar durarán tres años y no empezarán hasta el verano

I.L.H. / Burgos
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Los dos relieves de Felipe Vigarny que por su deterioro es necesario desmontar ('Crucifixión' y 'Resurrección') se trasladarán para su intervención al claustro bajo. Durante la rehabilitación no se restringirán las visitas a la girola

Tras el exhaustivo estudio que analizó los problemas de humedad que afectan al trasaltar de la Catedral y el diagnóstico que obliga a desmontar dos de los cinco relieves de Vigarny, la Junta ha trabajado en los últimos meses en la redacción del proyecto que servirá de guía para la intervención. El documento obra ya en poder de Patrimonio y marca las pautas a seguir, además de calcular un  presupuesto que asciende a 1,2 millones de euros y que será sufragado a partes iguales por la Junta y el Cabildo. «Es un proyecto muy complejo y un presupuesto muy abultado, posiblemente de los de mayor alcance que se vayan a acometer en los próximos años», señala Enrique Saiz, director general de Patrimonio.

Sin embargo, la complejidad de la rehabilitación, las humedades ajenas a la propia girola y el desmontaje de dos piezas del siglo XV no permite afirmar que sea la solución final: «Es la intervención más contundente que se ha hecho nunca en esta zona de la Catedral y queremos que sea lo más definitiva posible, pero no podemos garantizar que no haya otras afecciones y humedades. Entre otras cosas porque parte del problema viene del subsuelo por cuestiones geológicas y por el saneamiento de la ciudad, que trascienden a la propia Catedral».

Pero para saberlo hay que empezar. El resultado no se conocerá hasta dentro de tres años, que es el plazo previsto para su ejecución. La intención es comenzar cuanto antes, aunque eso con los trámites que requiere la Administración Pública quiere decir dentro de varios meses. Para contratar el proyecto es necesario contabilizar los plazos de licitación, información pública, revisión y adjudicación, por lo que desde la Dirección General de Patrimonio calcula que el inicio no será antes del verano.

Cuando se adjudique la obra, lo primero que habrá que hacer es el desmontaje de los relieves más afectados del trasaltar: Crucifixión y Resurrección, que son los que presentan la patología más grave. La rehabilitación de los relieves desmontados se realizará finalmente en el claustro bajo de la Catedral, de manera que el proyecto cultural que vaya parejo a la rehabilitación permita a los visitantes conocer, en la medida de lo posible, el proceso de trabajo.  

En cuanto a los otros tres relieves que Felipe Vigarny esculpió para la girola -y que también necesitan intervención-, se realizará en su ubicación actual. Desde Patrimonio prevén no restringir las visitas al trasaltar; simplemente se delimitará la zona pero permitiendo el paso.

En cuanto a la posibilidad de sustituir los relieves -o parte de ellos- para frenar su deterioro, el proyecto no lo contempla. «La idea es volver a situar los mismos, y no hacer reconstrucciones. Las pérdidas se asumirán como tal, salvo, a lo mejor, algún punto o zona concreta que ayude a comprender la iconografía de determinado espacio porque se haya perdido. Pero siempre distinguiendo lo que es auténtico de la parte nueva», sostiene Enrique Saiz.

La humedad externa, sin solución

La segunda gran obra de la girola que aparece contemplada en el proyecto es el saneamiento de la zona posterior al conjunto escultórico, de donde proviene la humedad. Se va a crear una cámara de aire entre el presbiterio y la parte trasera de los relieves para atajar el problema.

Las esculturas de Vigarny también se reforzarán porque, al margen de la pérdida de consistencia de la piedra, existeun problema estructural que provoca su desplome. Aquí, según el director de Patrimonio, «se va a reforzar su estructura para que las piezas no se sometan a tensiones extrañas».

Tras estas complicadas intervenciones aún quedará pendiente el arreglo de las humedades que proceden del exterior de la Catedral, para lo que será necesario realizar un estudio aparte. El proyecto, sin embargo, no lo contempla, de ahí que a priori no entre en los plazos previstos. Otra cosa es que se aprovechen los tres años de obras para acometer el estudio previo que deberá  contrastar cómo afectan los albañales del subsuelo de la calle Fernán González y la zona de la puerta de Pellejería.

Este tema se solapa, además, con la propuesta del Cabildo de colocar unos baños en el exterior del templo. Patrimonio realizó entonces una consulta al Ayuntamiento para valorar si la colocación de los aseos influía en la protección por el título de Patrimonio Mundial. Pero aunque no han recibido respuesta, consideran que «no es la mejor solución».