Sara Escudero: «La voluntad política para cambiar las cosas tiene que pedirla la sociedad»

E. Rodríguez
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La cooperante abulense, que ingresó en en la Unidad de Emergencias de Cruz Roja en 2001, reivindica el esfuerzo de todos para lograr un mundo mejor y espera que la crisis imparta lecciones sobre cómo afrontar el futuro

Sara Escudero: «La voluntad política para cambiar las cosas tiene que pedirla la sociedad»

Sara Escudero no recuerda el momento exacto en el que se hizo voluntaria, así que siempre responde que según su carné de Cruz Roja lleva implicada 20 años. Su ingreso en la Unidad de Emergencias llegó unos años después, en 2001, y acaba de cumplirse una década de su primera misión, tras el terremoto de Irán de 2003. Risueña y jovial, esta cooperante abulense irradia vitalidad mientras recorre la sede de Cruz Roja y cuesta imaginarla en momentos de relajación. Lamenta que sus días no tengan 48 horas para poder cumplir con su agenda con algo más de sosiego. Se define como una «persona normal» con una «vida normal», aunque no es nada habitual toparse con alguien dispuesto a marcharse a cualquier lugar del mundo en un plazo de dos o tres días en los que apenas hay tiempo para despedirse. 
 
¿Entiende su familia que siga atendiendo la llamada de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja?
No, no te entienden al cien por cien. Ellos te ayudan y te apoyan porque sin su apoyo no podrías marcharte. Si puedo participar en estas operaciones es porque mi marido se compromete a cuidar a los niños y organizar la casa. Así que, aunque no te entiendan, hay una parte de compromiso responsable que sustenta el resto de las cosas. Al final los valientes son los que se quedan aquí para encargarse de lo que tú no has hecho o no vas a poder hacer. 
 
¿Cómo se lo explica a sus hijos?
Vera todavía es muy chiquitina, pero Hugo sí se da cuenta de cuándo te vas. Es cierto que lo pasa mal y te echa de menos, pero ha crecido con eso y tiene otra sensibilidad. Recuerdo que cuando vio en el informativo la noticia del terremoto de Perú me dijo, «mamá, ¿mandamos una motobomba?».
 
¿Cómo se prepara mentalmente para estas misiones?
Yo creo que no te preparas, en realidad no tenemos ninguna preparación específica. Solo piensas en si llevas todo en la maleta y esperas a lo que vaya surgiendo cuando llegues allí. Sales preparado de casa. Yo tomé una decisión en 2001 cuando ingresé en la Unidad de Emergencias y desde entonces lo llevas de serie. Es verdad que en cada misión aprendes y la experiencia te respalda y te prepara, por lo que ganas en seguridad en ti misma: sabes que habrá situaciones difíciles y que serás capaz de afrontarlas.
 
Y al regreso, ¿cómo de tocado vuelve uno de una operación?
Vuelves tocado dependiendo de las realidades y te cuesta a veces afrontar o volver a tu rutina, incorporarte a la vida que ha seguido sin ti. Vienes hecho polvo por la gente que dejas, por lo que has visto, lo que has vivido, pero lo que más te toca es darte cuenta de lo afortunado que eres. Yo me voy, pero ellos se quedan allí toda la vida. En el fondo lo que más te cuesta es afrontar otra vez la rutina, no te apetece.
 
Es la tercera generación de voluntarias de la Cruz Roja, ¿de qué manera marcó eso su infancia y su adolescencia?
Mi abuela, que fue enfermera en la Guerra Civil, siempre nos contaba anécdotas muy interesantes. Lo que no sé es cómo no hemos salido todas enfermeras, sólo mi hermana. Esas experiencias nos marcaban mucho a la hora de afrontar las cosas. Mi madre estuvo también vinculada a la Cruz Roja, donde nos llevaba mientras hacía sus cosas. Ahora yo hago lo mismo con mis hijos.
 
¿Cómo influye lo que ha vivido en sus misiones en la educación que da a sus hijos?
En muchos aspectos. La sensibilización que intento transmitirles sobre las carencias que hay en otros lugares ha dado sus frutos y son unos histéricos del ahorro de agua, como yo, que voy cerrando todos los grifos y arreglando cisternas. Están muy concienciados. Además, Hugo quizá no sepa dónde está Roma en el mapa, pero sí dónde está Nicaragua, Haití o Filipinas. Conoce otra geografía diferente.
 
¿Cuándo y por qué decidió ser voluntaria?
El momento no lo sé exactamente. Tengo una fecha de carné que formaliza mi relación, pero he crecido aquí. En cuanto a las razones, yo que estoy vinculada a la sensibilización sobre el medio ambiente, trabajo para que entre todos podamos construir un mundo mejor. Queremos un mundo más justo y humano, algo que a veces se nos olvida porque vivimos inmersos en nuestro microcosmos. Me siento afortunada por lo que tengo y lo valoro porque sé que hay gente que no tiene tanta suerte.
 
¿Qué sensaciones recuerda de su primera misión?
La primera imagen que recuerdo, que no se me va a olvidar en la vida, fue en el aeropuerto de Bam (Irán), tras el terremoto de 2003. Allí habían hecho una morgue con miles de cadáveres apilados, todos envueltos en sábanas blancas. Cuando aterricé pensé que dónde me había metido y me pregunté si sería capaz de sobreponerme a eso. Pero tenemos mucha adaptación al cambio y sabes que tienes que pensar, ya no en los fallecidos, sino en los supervivientes, que son los que necesitan tu ayuda. Se suelen valorar las emergencias por el número de fallecidos y no se presta atención a los que han sobrevivido, que están en una situación vulnerable porque han perdido a muchos de los suyos y un montón de cosas más. Lamentablemente, si no hay grandes cifras de mortalidad, no sale en la tele.
 
¿Qué crítica haría de la cobertura que hacen los medios de comunicación de las grandes catástrofes?
En realidad no son los medios, es la gente quien lo pide. El fútbol hace que se olvide que haya hambre en Etiopía o que en Filipinas haya pasado un tifón. Al final, las noticias del día a día sobre las catástrofes no venden tanto, no salen en primera página. Es más importante lo que dice Christiano Ronaldo que los miles de personas que no son capaces de sobrevivir en algún país. Pero es así, no tiene remedio. Leer siempre que hay gente sufriendo es complicado. Los medios se necesitan para difundir lo ocurrido porque lo que no sale en ellos es como si no existiera. Y esa difusión es importante sobre todo en la fase de emergencias que es cuando la gente y las instituciones se vuelcan. La gente en España, y en Ávila, es muy solidaria a pesar de los tiempos de crisis, pero no sé si hay una receta para mantener en el tiempo esa solidaridad. Luego pasa el tiempo y se olvida pronto, aunque la respuesta inicial es muy buena y hay que aprovechar ese momento para que la sensibilización cuaje. Quizá no vemos las necesidades de otra gente porque no las hemos vivido y no podemos ponernos realmente en su lugar. 
 
Personalmente, ¿cómo ha vivido el empobrecimiento causado por la crisis?
Cualquiera tiene a alguien cercano en paro, que lo está pasando mal. Ves a compañeros del colegio de tu hijo que no tienen para comprar ya no los juguetes, sino material escolar. Es muy preocupante. De cinco años para acá ha cambiado mucho el panorama nacional y mundial. Deberíamos plantearnos qué podemos aprender de esto para sobreponernos o cómo podemos afrontarlo en un futuro. Aprendes que hoy estás aquí, pero mañana puedes estar en el otro lado. Tienes que ir viviendo la fortuna de lo que te ha tocado vivir y cuando te vas fuera es cuando lo valoras, allí te pones a prueba del todo.
 
¿Qué piensa sobre los lugares en los que la emergencia es continua?
Cuando vas a un sitio donde ves que las cosas pueden mejorar, lo vives con cierta ilusión. Cuando vas a lugares en los que es muy difícil que tiren para adelante, como Haití donde ves que no hay futuro, lo pasas mal y te empiezas a plantear un montón de cosas. Pero te tienes que reponer. Caer en el pesimismo en una situación de éstas hace que pierdas una persona que ayuda. No puedes perder el tiempo, es mejor echar dos manos que andar filosofando sobre el mundo. Asumes la realidad y entras en acción.
 
¿Cree que hay voluntad, tanto por parte de la sociedad como de los gobernantes, por revertir esas situaciones enquistadas?
La voluntad política para cambiar las cosas tiene que pedirla la sociedad, con movilizaciones o con lo que sea, y no es más que reivindicar lo que tú tienes en tu día a día. Si queremos cambiar el mundo tenemos que empezar por nosotros mismos. La misión de Cruz Roja no tiene que ver con estar defraudados o no con los políticos. El cómo se gestionen las administraciones no es un tema nuestro, lo es cómo gestionar personas. Trabajamos para estar con los que más sufren, los más vulnerables, que cada vez son más. En España cada vez atendemos a más personas de más áreas (servicios sociales, empleo) con necesidades muy básicas sobre las que no se había vuelto a hablar desde hace décadas. ¿Desde cuándo no se veía la entrega de kit de higiene o de limpieza del hogar?
 
Realiza muchas actividades de sensibilización con niños, ¿cómo perciben ellos las situaciones difíciles?
Tienen una visión muy espontánea y cierta sobre la realidad. Ellos tienen la visión correcta y nosotros otra que quizá es la que queremos ver. Escuchan todo, ven todo. En el caso de los países en los que he estado, los niños valoran otras cosas muy diferentes a lo que valoran nuestros hijos. Nunca pierden la sonrisa. Aquí si a un niño le quitas la consola está enfadado tres días. Ellos tienen otro conformismo.