El Papa exige educación para evitar jóvenes radicalizados

AGENCIAS
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El Pontífice avisa en Kenia de que algunas carencias hacen que los niños puedan acercarse al extremismo y señala que la corrupción «es como el azúcar, gusta pero terminamos mal»

 
El Papa Francisco criticó ayer en la capital de Kenia, Nairobi, la «terrible injusticia» que obliga a millones de personas a vivir en barrios marginales, condenó la corrupción y alertó de que detrás de la radicalización se esconde un sistema injusto que venera el dinero. 
En el tercer día de su viaje a África, el Pontífice visitó una zona de favelas en el barrio de Kangemi. Allí, se dirigió a los creyentes y les aviso de que «los responsables de la situación de los habitantes de los espacios más pobres son las minorías a las que solo les preocupa el poder y el dinero, pero no el bien común», aseveró. 
El Santo Padre criticó la «injusta distribución de la tierra» y la falta de infraestructuras básicas, como el abastecimiento de agua. Ese tipo de situaciones son «una consecuencia de nuevas formas de colonialismo», advirtió. 
«Negar el agua a una familia con algún tipo de pretexto burocrático es una gran injusticia, sobre todo cuando se saca provecho de esa necesidad», destacó el Papa, advirtiendo que las personas son más importantes que «el dios del dinero». Además exigió «ciudades integradas que pertenezcan a todos». 
Los desfavorecidos «tienen un lugar especial en mi vida», aseguró el líder de la Iglesia católica. «Estoy aquí porque quería que supiesen que sus alegrías y esperanzas, sus miedos y aflicciones no me son indiferentes», añadió. 
Tras esta celebración, una de las monjas que trabaja en el Kangemi se acercó al Santo Padre y le informó sobre los problemas del lugar. «Debemos estar más presentes en estos barrios», reclamó, recordando que solo un cuatro por ciento del personal religioso trabaja en los «slums» de Nairobi, donde vive la mayor parte de la población. 
El heredero de San Pedro se reunió después con los jóvenes en el estadio de Kasarani, donde sus palabras, en español, se centraron en la corrupción y la radicalización. 
La falta de educación y el desempleo hace que muchos niños sean seducidos y reclutados por los radicales, advirtió. «Si un adolescente no tiene trabajo, ¿qué futuro le espera? Ahí entra la idea de dejarse reclutar», alertó. 
La radicalización «es un peligro social que está más allá de nosotros incluso más allá del país, porque depende de un sistema internacional que es injusto, que tiene al centro de la economía no a la persona sino al dios dinero», señaló el Pontífice. 
Respecto a la corrupción, alertó de que la hay «en todas las instituciones, incluso en el Vaticano». 
«Es algo que se nos mete adentro. Es como el azúcar, es dulce, nos gusta, es fácil y después terminamos mal y terminamos diabéticos o nuestro país termina diabético», afirmó. 
Finalizada su visita a Kenia, Jorge Bergoglio viajó hasta Uganda, un país al que puso como ejemplo de acogida a los refugiados. Allí, advirtió de que la forma en que se trata a estas personas es «prueba de la humanidad» de una sociedad; tal y como lo expresó al cuerpo diplomático del país, con el que se reunió en el Palacio presidencial, tras una audiencia privada con el presidente ugandés, Yoweri Kaguta. «Aquí, en África del Este, Uganda ha mostrado una preocupación excepcional por acoger a los inmigrantes, para que puedan reconstruir sus vidas con seguridad y con el sentido de la dignidad», subrayó.
En este sentido, precisó que la forma en que se trata a estos individuos que huyen de «guerras» y de la «violencia» es un indicativo de «la capacidad de humanidad». 
Finalmente, el Pontífice mostró su confianza en África como «continente de la esperanza» y se despidió con la bendición en swahili: Mungu awabariki! (Que Dios les bendiga).