La UBU cifra en 9 millones la inversión para mantener y adaptar el Mercado Norte

Á.M. / Burgos
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El avance del estudio encargado por Comercio refleja graves patologías estructurales y recomienda un 'vaciado' de casi todo el edificio que no solventaría todos los problemas

La UBU cifra en 9 millones la inversión para mantener y adaptar el Mercado Norte - Foto: Luis López Araico

Patologías graves que obligan a que «el forjado superior deba ser realizado totalmente nuevo, y lo mismo con el entramado de vigas y soportes por encima, lo que implica la ejecución de una nueva cubierta». Los cuatro profesores (tres ingenieros y un arquitecto) de la Universidad de Burgos que han estudiado el estado del Mercado Norte se han topado con toda suerte de problemas en las estructuras que se traducen en «fuertes indicios de corrosión», «fisuración en vigas», «esbelteces excesivas en pilares», «deformabilidad excesiva de forjados» o «disfunción en las juntas de dilatación que se trasladan hasta los elementos de fachada», por no mencionar que incluso cuestionan que la cimentación del edificio esté garantizada.
He ahí parte del avance del estudio encargado por la Concejalía de Comercio y Mercados a la Fundación UBU, un documento que persigue responder a, fundamentalmente, dos preguntas. La primera es la relativa al estado de conservación del inmueble y a la obra que habría que encarar para garantizar su funcionalidad a medio y largo plazo. La segunda se basa en el estudio de costes del edificio y su ponderación con el que ha propuesto una empresa madrileña (Kater) para construir un nuevo edificio y explotarlo durante 40 años por el sistema de concesión.
La UBU ha entregado ya un borrador del informe, documento que tiene condición provisional puesto que todavía no contiene respuestas a todas las preguntas de la Concejalía, sobre todo las relativas a los costes que tendría para la ciudad quedarse con el Mercado tal y como está y los que tendría aceptar una propuesta similar a la de Kater. Lo que difícilmente tiene interpretaciones es lo relativo al estado del inmueble.
En ese apartado, los profesores explican que la única alternativa al derribo del edificio es una obra de rehabilitación integral, y no cualquier obra. «Lo que sí está claro es que la construcción no es viable tal y como se encuentra para una regeneración acorde con usos normales actuales. Para darle un empuje acorde a esas demandas actuales de los usuarios sería necesaria una remodelación funcional y estructural completa o intensa» que, además, sería «incompatible, o prácticamente, con la prestación simultánea del servicio», sostiene el documento.
 
La factura.
Así que, resumiendo, los firmantes del estudio detectan problemas serios en la estructura que hacen inviable su mantenimiento en las condiciones actuales e inviable su regeneración como mercado, salvo que se afronte una gran obra de consolidación y adaptación. Metidos a analizar esta posibilidad, el mayor problema lo localizan en el forjado de la primera planta, cuya degradación es tal que resulta insalvable.
Esos daños se han trasladado a los pilares, vigas y soportes que hay sobre él, alcanzando tanto a la cubierta como a la fachada, de forma que ni siquiera se valora la posibilidad de un refuerzo por considerarla inviable. Hay, por tanto, que demoler todas esas estructuras y construirlas de nuevo con parámetros de seguridad. O lo que es igual: hay que vaciar más de medio edificio y volver a hacerlo nuevo. La primera pregunta que genera esa conclusión es cuánto costaría hacerlo, pero no es la única, puesto que ni con esas se alcanzaría una solución óptima.
No obstante, la UBU sí hace una cuantificación (evidentemente no es producto de un proyecto básico y, por tanto, no es un cálculo científico) de lo que habría que invertir en una actuación similar: 7.370.000 euros. A esa partida «habría que sumar» otros 700.000 euros para la «urbanización de la calle Hortelanos», pues no conciben regenerar el edificio y abandonar su entorno; 750.000 más para «la instalación de un mercado provisional», porque no se podría mantener la actividad durante la obra y, por último, 300.000 euros de honorarios profesionales. En total: 9.050.000 euros para hacer algo respetable.
No obstante, los cuatro profesores firman que «con esa actuación obtendríamos una construcción capaz de alojar cualquier uso comercial, con instalaciones actualizadas, pero seguiría presentando puntos débiles» entre los que mencionan «el fuerte condicionante de no haber modificado la distribución de pilares», que «no incluiría ninguna dotación para aparcamiento», que siempre puede haber imprevistos y «un modificado nada más empezar, que es lo que pasó en la reforma del año 98», que el aspecto de casi todo el edificio «sería similar al actual» y que «los elementos estructurales no intervenidos» seguirían «siendo materiales con 50 años de antigüedad». 
El informe final, en breve.