Otro derribo tiñe de impotencia la ruina total de la plaza del Sobrado

Á.M. / Burgos
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Un bloque más acaba de ser demolido. Casi una cuarta parte de sus edificios originales ya no existen. Ayuntamiento y UBU miran a Patrimonio Nacional, el principal propietario

La última demolición ha dejado este panorama. Cada derribo provoca además una exposición al deterioro todavía mayor de los bloques colindates. - Foto: Jesús J. Matías

Se acabaron los avisos sobre la muerte de la plaza del Sobrado. Hoy las campanas tocan a muerto y ni siquiera los más optimistas creen en que lo que queda de uno de los dos patios medievales que sobrevivían de pie (el otro es la Llana de Adentro) vaya a salvarse. No al menos como conjunto. Es imposible. Demasiado tarde. Demasiada dejadez.

El derribo de otro inmueble, que se había sido declarado en ruina, abre un hueco más en la trama del conjunto y pone en evidencia la historia de un despropósito en el que tienen culpa tanto propietarios particulares como un organismo público llamado Patrimonio Nacional, cuya gestión en este caso es cuestionada tanto desde el Ayuntamiento como desde el Universidad, que ve cómo su vecindario histórico, la ‘piel’ natural del Hospital del Rey, se viene abajo día a día irremisiblemente.

Ya son seis (de 40) los edificios que han desaparecido por completo, y pronto lo hará otro más que cuenta con la declaración de ruina. «Es una espina que me voy a llevar clavada. La plaza es un tesoro, pero creo que nunca han puesto de su parte a pesar de que el Ayuntamiento ha hecho todos los esfuerzos posibles», lamenta la concejala de Licencias, Dolores Calleja, en referencia a Patrimonio Nacional, que administraba 17 de los 40 números que tenía el lugar.

Efectivamente, el Ayuntamiento realizó una fuerte inversión para rehabilitar todos los espacios públicos. Pretendía así sugestionar a la iniciativa privada para recuperar inmuebles, pero se topó con que la mayoría de los dueños fueron dejando caer los edificios uno detrás de otro.

En la Universidad tampoco lo llevan bien. «No es normal lo que ha sucedido en el Sobrado. Es increíble que un lugar único y de gran valor urbano se haya dejado perder de esa manera», lamenta el vicerrector de Infraestructuras, Juan Manuel Manso, que hace extensivo «el enfado del rector (Alfonso Murillo)» por esta realidad. Manso cree que la realidad sería otra si «Patrimonio se hubiera mojado en su mantenimiento, pero hemos ido viendo cómo se caía sin que hicieran nada o muy poco».

En tiempos se barruntó, incluso, la posibilidad de que la UBU asumiera la gestión de esos inmuebles (siempre que Patrimonio accediera, claro) y los restaurara para ser utilizados como residencia de profesores en tránsito. No se hizo y «hoy ya no tenemos dinero para hablar de algo así», lamenta Manso.

Solo bajo fuerza

En puridad, el mayor propietario es el Real Patronato del Hospital del Rey, pero es Patrimonio quien tiene delegada su gestión. En el organismo «ha habido muchos cambios en los últimos años» en lo que afecta a quienes toman las decisiones, «y eso ha ayudado poco», cuenta Calleja, que ha estado ocho años tratando de proteger, sin éxito, la plaza.

En el organismo no encajan bien las críticas por esta realidad. Prueba de ello es la respuesta que remitió por escrito a este periódico en abril de 2012 a un artículo en el que se daba cuenta de la ruina del lugar. Dijo entonces que sí atiende «sus obligaciones de conservación y mantenimiento». Quizás por eso acaba de licitar una reforma de 242.000 euros en los tejados del bloque en el que más personas residen (como inquilinos).

O quizás esa reforma se deba a que el edificio recibió una Inspección Técnica de Edificios negativa y, por tanto, sus gestores están ahora obligados a ejecutar las obras indicadas en el informe en cuestión. Y ni con esas. Intervienen en los tejados, pero tendrán que acometer inversiones en los forjados, la fontanería y la electricidad. Ya saben: piano, piano.