El Estado Islámico toma el último paso fronterizo de Siria con Irak

Agencias
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La milicia terrorista domina más de la mitad del territorio del presidente Al Asad y avanza hacia su objetivo de convertirse en una Nación como tal tras conquistar Palmira y Ramadi

El Estado Islámico prosigue imparable su conquista del territorio sirio y ayer volvió a avanzar con su dominio sobre el paso fronterizo de Al Waleed Tanef. Se trata del último punto en la frontera entre Siria e Irak que se encontraba en manos del ejército local. «Siria ha perdido el último paso con el vecino país de Irak después de que las fuerzas gubernamentales se retiraran del área», anunciaba el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.

Este avance se produce apenas unas horas después de hacerse con el control de la estratégica ciudad iraquí de Ramadi, con la que los terroristas propinaban un triple golpe a sus enemigos: primero, despejan cualquier asomo de duda sobre su presunto debilitamiento; segundo, aterrorizan a la población suní hasta el punto de que nadie quiere formar parte de una milicia como la que luchó contra Al Qaeda, sobre todo sin el apoyo en tierra de EEUU; y tercero, los yihadistas dan un paso más hacia su gran objetivo: honrar su propio nombre y convertirse, literalmente, en una Nación islámica.

«Estado Islámico combate... como un Estado», explica el experto David Kilcullen, antiguo estratega principal de operaciones antiterroristas y de contrainsurgencia del Gobierno de EEUU. «Sus unidades están organizadas jerárquicamente porque está repleto de antiguos oficiales del régimen de Sadam Husein. Hay una estructura de rango», apuntó Kilcullen.

Dicha estructura militar es solo un aspecto más de una organización que reúne todas las características que definen a un estado nación. El grupo armado controla los recursos -petróleo, gas, tierra cultivable, agua- de un territorio que abarca un tercio de Irak y de Siria, con ciudades principales como Mosul y Ramadi; cuenta con su propia fuerza de seguridad interna, ha configurado una suerte de administración civil que regula el funcionamiento de los servicios públicos e impuesto un sistema judicial amparado en la ley Islámica.

EEUU, en jaque. La toma de Ramadi y el avance inexorable del Estado Islámico en la histórica ciudad de Palmira, en Siria, ha puesto de relieve la ineficacia de las operaciones contra el grupo yihadista. Estados Unidos ha limitado su participación a ataques aéreos contra posiciones terroristas y ha insistido en que no volverá a desplegar soldados en suelo iraquí, mientras que el Ejército sirio está completamente desarbolado, con demasiados frentes abiertos.

Por todos estos factores, la creación de una milicia como la establecida en Irak contra la célula de Al Qaeda en la provincia de Anbar -de la que Ramadi es capital- desde 2006 a 2009 es harto improbable. «El debate ahora en la comunidad sunita es que los que cooperaron con el Ejército iraquí para defender Ramadi han perdido y son incapaces de enfrentarse contra Estado Islámico», en palabras del analista Hasán Hasán.

 «Ahora», culminaba el experto, «cualquier comunidad de esta etnia que intente plantar cara a la milicia se lo pensará dos veces: los sunitas están comenzando a aceptar al EI como su propio Ejército».

La victoria de los terroristas en Ramadi y su triunfo en Palmira eclipsa la temporal derrota sufrida en la ciudad iraquí de Tirkrit, el lugar de nacimiento de Sadam Husein. Con la toma de poder sobre Ramadi, Estado Islámico ahora puede acercarse a la frontera con Jordania y Siria, mientras su potente máquina de propaganda continúa favoreciendo el reclutamiento de jóvenes desencantados.

 «Por decirlo a las claras: Estado Islámico es, o está a punto de ser, lo que dice ser: un estado», explica Kilcullen. «Estamos ante una lucha convencional contra una entidad estatal», apunta el experto del Centro Estratégico de Estudios Internacionales, Anthony Cordesman. «Y el objetivo debería ser la aniquilación total y absoluta de esta milicia terrorista.