Desalojan una sucursal ocupada por los antidesahucios durante 8 horas

J. Maiques / Burgos
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Una docena de simpatizantes de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) se encerró en la oficina para pedir a Caja España-Duero soluciones a 13 casos urgentes

Los compañeros del exterior celebraron con júbilo la salida de los jóvenes del encierro. - Foto: Jesús J. Matías

Siete horas y media. Ese es el tiempo que estuvieron encerrados ayer en la sucursal de Caja Duero de la avenida del Cid los doce simpatizantes de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que se atrincheraron en esta céntrica oficina de la capital para exigir soluciones a 13 hipotecas en las que achacan a la entidad financiera que, «sistemáticamente», se oponga a encontrarles una salida.

Si el encierro no duró más tiempo no fue porque el desanimo creciera entre los manifestantes. Fue la Policía Nacional, alrededor de unos quince agentes, los que, tras recibir la orden de la Subdelegación del Gobierno, tuvieron que sacar uno por uno a los miembros de la PAH. Un mandato que tardó en llegar ya que, al parecer, la petición de la delegación territorial de Caja España-Duero para intervenir (el protocolo indica que debe existir una solicitud expresa del propietario) se formalizó una vez entrada la tarde.

La estrategia de la PAH era clara: ocupar la sucursal y no salir de allí hasta que se les ofreciera una solución o se les garantizara la apertura de una negociación. De otra manera, solo les sacarían de allí con un desalojo policial. Prueba de que estaban preparados para permanecer ahí tiempo, aunque quizás no tanto, es que acudieron con bocadillos y botellas de agua en sus bolsos y mochilas.

Para garantizarse el éxito convocaron una concentración a las 11.00 horas de la mañana en la sede de Caja España de la calle Vitoria 35 que, en realidad, resultó ser un señuelo para atraer la atención y penetrar en la oficina de Caja Duero, la otra entidad que integra esa fusión. Una vez que unos supieron que la estrategia de sus compañeros había funcionado, se desplazaron en pasacalles hasta la avenida del Cid para, desde fuera, dar ánimos  a los suyos y gritar consignas en contra de los bancos y de la entidad de ahorros que ayer pusieron en cuestión.

A partir de ahí, la situación se revivió constantemente durante las casi ocho horas que duró el encierro. Visto el panorama, poco más de una docena de clientes entraron en la sucursal hasta las 14.00 horas, hora de cierre al público. La compostura de los empleados de la caja no se descompuso en ningún momento y solo se advertía en ellos un casi inapreciable gesto de perplejidad por encontrarse a una situación a la que, tal y como reconocieron, nunca se habían tenido que enfrentar antes.

El director de la oficina se mostró en todo momento muy dialogante y en varias ocasiones charló en su despacho con Julia Braceras, una de las portavoces del movimiento. Lo único que pudo sacar de esos encuentros esporádicos fue charlar telefónicamente con la interlocutora de Caja España para estos casos quien, por otra parte, se ofreció a seguir hablando pero a nada más. Al menos esa fue la interpretación que hicieron de sus palabras desde la PAH.

Todo esto sucedía mientras un grupo de agentes de la Policía Nacional custodiaba la entrada a la sucursal y vigilaba que el asunto no se desmadrara en el interior. En todo momento se vivió un clima de respeto, dentro de la tensión propia de la situación, y los únicos roces quedaron rebajados a nivel de anécdota. Sin ir más lejos, que los ocupantes fueran escoltados hasta los baños para descargar el agua ingerida durante el día o que el director de la sucursal y el gerente comercial no pudieran ir al bar de al lado a comer algo.

La salida, a la que acudieron también dos trabajadores de seguridad privada,  se produjo sin mayores consecuencias y, pese a no conseguir los resultados esperados, fue recibida con algarabía por los empleados que se encontraban fuera esperando.