De la Rosa y Peñalba, dispuestos a unas primarias con simpatizantes

Á.M. / Burgos
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El exconcejal lamenta que su compañera se negara a pactar una sola lista y la vicesecretaria local subraya que ella no hará «siempre lo que el PSOE diga». Ayer, primer acto de la 'carrera'

Esther Peñalba. - Foto: Luis López Araico

El capítulo piloto de las primarias socialistas por la candidatura a la Alcaldía sirvió, como está mandado, para presentar a los intérpretes y a los secundarios de un proceso que culminará el día 30 con el voto en urnas, pero que discurre bajo una calma tensa en la que las buenas palabras no logran sepultar la división manifiesta de las filas en la capital. Porque no, Esther Peñalba y Daniel de la Rosa no se parecen en nada, salvo en que ambos han pasado una legislatura en la oposición del Ayuntamiento de Burgos, se afiliaron hace una década y están en los treintaytantos (39 ella y 34 él).

La primera conclusión es que no habrá tercera vía. Todos los que tenían un guión en esta película eligieron protagonista. La también concejala Carmen Hernando acompañó a Peñalba junto a Sonia Rodríguez (Burgos Acoge), Carlos Andrés Mahamud (UGT), Arantza Álvarez y José Luis Mateos. Detrás de De la Rosa estaba el edil Antonio Fernández Santos, la diputada in péctore Mar Arnaiz, la procuradora María Fernanda Blanco y otra decena de militantes.

Faltaron Luis Escribano (que como secretario de la agrupación local debe inhibirse aunque su apoyo a Peñalba está fuera de toda duda), Luis  Tudanca (con el que la candidata no habló para comunicarle su decisión pero el candidato, de su cuerda, sí) y José María Jiménez, que ahora decide si le gusta más el Pisuerga o el Manzanares y dice estar cansado de hacer la guerra, aunque su apoyo sin fisuras a Daniel de la Rosa es algo público.

Daniel de la Rosa.Daniel de la Rosa. - Foto: Luis López Araico La segunda conclusión es que la división persiste. De lo contrario, poco sentido tendrían las palabras de De la Rosa cuando señaló que «ofrecí una candidatura de consenso, así como otras personas del entorno de Esther, pero lamento que no fuera posible». Así que Peñalba tiene claro con quién viaja y con quién no, al menos hasta que las urnas dicten sentencia.

Quizás parte de sus motivos haya que buscarlos en el principio que repitió hasta tres veces con distintas palabras: «Yo no voy a hacer siempre lo que diga el PSOE, en eso sí que me diferencio. Mis intereses no son ni personales ni partidistas, están en los ciudadanos». Y no crean que De la Rosa se dedicó a repartir versos. Muy educado, eso sí, explicó el porqué de poner su nombre sobre la mesa: «Si el proyecto de Esther representa la misma forma de oposición que hemos visto esta legislatura, creo que no es lo que necesita la ciudad porque no es suficiente». Y sobre intereses, matizó que «nunca me he dedicado a la política profesional ni he tenido dedicación exclusiva».

Pero no todo fueron mensajes en botellas. También hubo pleno acuerdo en algo muy trascendente en este proceso. Ambos candidatos abogaron por que el proceso de primarias se elabore abierto no solo a la militancia del PSOE, sino a los simpatizantes que, a través de un censo y previa inscripción, puedan dar una legitimidad mayor al elegido. Ya se hizo en el 98, cuando Ángel Olivares ganó a Escribano. Y, por cierto, Peñalba se proclamó heredera «de la línea» de políticos como los mencionados y del ex secretario de Estado Octavio Granado. También De la Rosa se remitió a Olivares para decir que parte «del sueño de volver a tener un alcalde socialista».  

Los estatutos del PSOE, por contra, dictaminan que sean los afiliados quienes voten, pero si hay acuerdo pleno de los candidatos, nada impediría que esas primarias abiertas se celebren. Ahora hay que pactar los términos del censo, que por otro lado no están nada claros.

La ciudad

Ahora ambos tendrán que convencer a compañeros y afines, y ayer ya mostraron su posición sobre cómo debería ser la política municipal. Peñalba, por ejemplo, aludió al «reto apasionante» de asumir un rol político en un contexto muy delicado por la «situación insoportable» aderezada de forma cotidiana con casos de corrupción. Pidió «un modelo de ciudad participativo y transparente frente a la ciudad gris y clientelar» que, considera, es ahora Burgos.

De la Rosa emprendió el mismo camino, y concretó que él «sometería a referéndum las líneas de Gobierno en el primer año y ejecutar el programa en los tres siguientes». Hubo alusiones por ambas partes a las «obras faraónicas del PP», a la «destrucción de los servicios sociales» y a la «necesidad de que los ciudadanos participen en la toma de decisiones». También al «despilfarro» que achacan a los últimos equipos de Gobierno  y a la «lucha contra la desigualdad y la exclusión». Con unas palabras u otras, los dos incidieron en los mismos principios.

Al contrario que De la Rosa, Peñalba celebró que haya dos candidaturas porque «con una poco debate puede haber». Sin embargo, el exconcejal sí abrió la mano a realizar una lista «integradora» si resulta ganador, algo sobre lo que su compañera no se pronunció.