En la tierra de Martín y Pedruco

B. Antón / Quintanar
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Concha López Narváez, reconocida autora sevillana de novela juvenil e infantil, mantuvo ayer un encuentro con los alumnos de Secundaria de IES Tierras de Alvargonzález

La autora firmó ejemplares entre el alumnado del instituto Tierras de Alvargonzález. - Foto: Azúa

Un 29 de septiembre de varios siglos atrás, Martín, de 16 años, y Pedruco, de apenas 10, partieron de Neila con un rebaño de más de mil ovejas con destino a Extremadura. Seguro que en la localidad serrana, por su pasado trashumante, hubo muchos ‘martines’ y ‘pedritos’, pero los que hoy nos ocupan no atravesaron caminando gran parte de la península como pastores, sino que viven en la imaginación y en el recuerdo de quien los creó, la escritora sevillana Concha López Narváez, y de todos aquellos que han podido leer su libro Las horas largas, como los alumnos del IES Tierras de Alvargonzález de Quintanar, y que ayer pudieron disfrutar de un encuentro con la reconocida escritora organizado por el departamento de Lengua y Literatura del centro.

La dureza de la despedida al abandonar la sierra burgalesa, su paso por las proximidades de Salas de los Infantes o la llegada a Aranda de Duero, ocupan las primeras páginas de este libro, una sugerencia que Concha López Narváez recibió de su editora. «Me pidió que escribiera sobre la mesta porque no había obras de esta temática y yo pensé, claro, como va a haber, si las ovejas aburren a las ovejas», comenzó la autora, que llegó acompañada de su marido, ante el centenar de alumnos de Secundaria, a los que siguió revelando datos sobre el origen de Las horas largas.

«La trashumancia era durísima y yo decidí hablar de la parte humana de la misma, de lo que iba sucediendo en el camino, del aislamiento de los pastores con su familia durante meses, de cómo los niños se comportaban como hombres y del amor que surge entre Martín y Elvira, una joven pastora extremeña alegre y decidida que ayudaba con la paridera», explicó la autora, que antes fue presentada por el profesor Víctor Urién, quien reiteró el lujo de contar con una escritora tan prolífera y relevante.

Nacida en Sevilla cuando acababa de finalizar la Guerra Civil, Concha López Narváez ha dedicado gran parte de los últimos 30 años de su vida a escribir para los niños y jóvenes. «Siempre he leído y he escrito. Trabajaba como profesora y tuve que dejarlo. Cuando era el momento de volver, pensé que iba a ser difícil, pero sentía la necesidad de seguir comunicándome con los jóvenes, se puede decir que empecé a escribir cuando os eché de menos», respondió a la pregunta lanzada por una alumno sobre cuándo descubrió su vocación por la escritura.

Las dos horas que Concha López Narváez pasó con los jóvenes se quedaron cortas. Todos querían saber sobre ella, sus obras, sus personajes, su forma de escribir, sus gustos literarios, sus influencias o sobre aspectos más personales, como cuáles eran sus hobbies. Acostumbrada a este tipo de encuentros con alumnos y demostrando una gran capacidad de relacionarse con los jóvenes y de saber captar su atención a través de sus palabras, con su humor y desparpajo andaluz, respondió a los participativos estudiantes, que han trabajado sobre su obra.

Así, pregunta a pregunta, durante la última parte del encuentro, López Narváez contó como el escritor que más le ha influido ha sido Cervantes, y como también admira a Shakespeare; que sus gustos literarios se han mantenido desde niña, cuando leía a García Lorca o Juan Ramón Jiménez. «Ha cambiado la forma de leer, pero no los gustos», respondió; y cómo, de no haber sido escritora, se hubiera dedicado a enseñar. Antes de despedirse y de dedicar a los alumnos los libros que habían llevado para que se los firmara, señaló que la motivación que tiene para seguir escribiendo es el poder comunicarse con los jóvenes, que necesita escribir en soledad y en silencio y que cada obra la escribe cuatro veces, la primera de ellas a mano. Entre sus hobbies se encuentran «tener un pequeño jardín, las gallinas y convertir estupideces en cosas reales porque es divertido», añadió López Narváez, que ha recibido importantes galardones literarios, destacando  entre ellos el Premio Cervantes Chico en 1996.