Nepal reclama más ayuda mientras los fallecidos ya superan los 4.000

Agencias / Katmandú
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La destrucción de las infraestructuras y la falta de medios dificultan la llegada de cooperación internacional, mientras que en las ciudades se suceden las piras para incinerar los cadáveres

 
Las cifras de la tragedia no hacen sino crecer con el paso de las horas y el balance de muertos tras el terremoto que sacudió a Nepal el pasado sábado alcanzaron ayer los 4.000 fallecidos y los 7.000 heridos. Unos datos dramáticos pese a que los servicios de rescate y los grupos de voluntarios no cejan en su empeño de buscar y rescatar a los supervivientes levantando los escombros con sus propias manos, mientras esperan la ayuda humanitaria internacional.
A la crudeza de la situación en las ciudades más grandes, como la capital, Katmandú, en la que ya se ha contabilizado un millar de cadáveres, se suma la imposibilidad de moverse hacía muchos pueblos, que todavía siguen aislados. Si bien está llegando incesantemente ayuda internacional al país, ésta no siempre repercute en los afectados debido a la destrucción en las infraestructuras que imposibilita el avance. Tampoco es fácil el envío de víveres al aeropuerto de Katmandú. En la ciudad apenas hay electricidad y gasolina y también faltan agua y alimentos. La mayoría de los afectados acampa bajo toldos porque sus viviendas están derruidas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reclamó ayer urgentemente más fondos para prestar ayuda en Nepal. Se necesita 4,6 millones de euros para poder financiar su respuesta humanitaria inicial al desastre, pese a que ya se han enviado medicamentos y material de ayuda con el que se podría abastecer a 40.000 personas durante tres meses, pero se necesitan más suministros.
 
PREVISIONES SUPERADAS. Por su parte, la ONU pidió ayer mayores medidas de prevención ante catástrofes naturales. La directora del programa para la Reducción de Riesgos de Desastres, Margaretha Wahlström, señaló sin embargo que, en el marco de sus posibilidades, Nepal había intentado prepararse para una catástrofe natural. «En todo el país había conciencia de que podía suceder un desastre de esta magnitud y los hospitales equipados estuvieron en condiciones de lidiar con el sismo», explicó Wahlström en una declaración ante la prensa. Añadió que la tragedia demostraba lo importante que había sido que el Gobierno nepalí creara en 2009 una asociación estatal para la reducción de las consecuencias de la catástrofe. De hecho, Nepal ya había advertido acerca del riesgo de un devastador terremoto en marzo en la Conferencia Mundial sobre Protección de Catástrofes en la ciudad japonesa de Sendai, donde 180 países aprobaron un acuerdo marco para la reducción de riesgos hasta 2030.
Mientras se moviliza la ayuda, y se atiende a los heridos, las calles de la capital se fueron llenando ayer de piras en las que se cremaban numerosos cadáveres para evitar la propagación de pestes. Además, en la vecina India murieron 72 personas y en China al menos otras 20 en el que supone el terremoto más violento en la zona desde 1934.
Otro dato que evidencia las complicaciones para el rescate es que Nepal es uno de los países más pobres de Asia y dispone solo de seis helicópteros, a los que se suman 20 privados. Tres de los helicópteros fueron destinados a rescates en el Monte Everest, donde murieron al menos 18 personas debido a una avalancha provocada por un terremoto. Sin embargo, debido a la escasa cantidad de oxígeno en una altura de más de 8.000 metros, éstos solo pueden trasladar a dos personas en cada vuelo.
Entre las condolencias que llegaron hasta Katmandú para solidarizarse con la situación se encontraban las de Felipe VI, quien aseguró que Nepal es un país «lejano en distancia, pero no en cariño» y trasladó su apoyo a «las familias y seres queridos» de «los compatriotas» que están allí.