Una atención para cada necesidad

Angélica González / Burgos
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Los enfermos «graves, recalcitrantes y complicados» y con problemas sociales añadidos tienen diferentes opciones tanto en el hospital como en tres pisos y la nueva miniresidencia

Todos los años ‘llaman a la puerta’ del servicio de Psiquiatría aproximadamente 10.000 pacientes nuevos. De ellos, unos mil necesitan hospitalización y para un centenar, Fuente Bermeja es su destino. Se trata, en palabras de Jesús de la Gándara, «de los más graves, recalcitrantes y complicados» y con el objeto de ofrecerles la mejor asistencia se cuenta con tres unidades en el propio hospital, tres pisos y la miniresidencia que se ha abierto hace muy poco en el barrio de Huelgas y a cuya inauguración tiene intención de venir en breve el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera.

La unidad de convalecencia, que el año pasado recibió 32 pacientes nuevos y dio 27 altas, está pensada para aquellas personas a las que la estancia media en el servicio de Psiquiatría del HUBU -unos quince días- no les es suficiente y necesitan más tiempo de hospitalización para mejorar. «Es una unidad muy eficaz porque son pacientes de alta gravedad, con muchas complicaciones y aquí se puede trabajar con ellos con calma», explica Jesús de la Gándara. Pueden estar hasta tres meses.

Si en este tiempo aún quedan cosas por resolver, el paciente pasaría a la unidad de rehabilitación, que cuenta con 36 camas dedicadas a enfermos que pueden estar hasta un año ingresados. «En esta fase, el 50% de los problemas que tiene la persona son de carácter puramente médico y el otro 50%, de origen social», precisa De la Gándara.

Aún hay un tercer nivel: la unidad residencial en la que pueden pasar los enfermos muchos años; de hecho, hay alguno desde que se abrió Fuente Bermeja, en 1.999. Aquí viven también algunas personas procedentes del antiguo psiquiátrico de Oña: «El porcentaje de pacientes con problemas sociales en la unidad residencial llega al 70% y tienen el gran problema, que es salir a la calle», añadió el jefe de servicio. Para solventarlo existe la miniresidencia donde ya viven 12 personas que responden a los criterios de estar estables, ser más o menos jóvenes, autónomos y con recursos económicos que les permitan afrontar el gasto.

Completa la oferta asistencial la unidad terapéutica comunitaria, que hace referencia a tres pisos con un total de 12 plazas, a los que pasan algunos enfermos procedentes de la unidad de rehabilitación con un programa específico de trabajo: «Se trata de que todo lo logrado se pueda hacer de forma autónoma». Cuentan con supervisión y, asegura De la Gándara, jamás ha habido ningún problema con las comunidades de vecinos.