La evolución de la mirada

I.L.H. / Burgos
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En óleos, carboncillo y portaminas, Verónica Alcácer del Río, La Niña Vero, rinde homenaje al invierno burgalés y a los colores del arco iris en 'Año de nieves', la exposición que presenta hasta el 10 de mayo en el Arco de Santa María

Que La Niña Vero haya crecido no significa que haya perdido la mirada dulce, a veces ingenua, con la que insiste en querer ver el mundo. Es evidente, sin embargo, que la pintora Verónica Alcácer ha madurado desde su última exposición, hace ahora un año, pero no por ello ha dejado de ser ella misma. La evolución se deja ver en la intensidad de su pincelada, en colores más vivos y apasionados, en un dibujo que gana en precisión y una  concepción de la obra cada vez más compleja y certera. Aún así Verónica Alcácer sigue siendo La Niña Vero en la forma de abordar el óleo como un juego de colores, en la ambigüedad del mensaje y en la vitalidad de unos cuadros que esta vez rinden homenaje al invierno burgalés -en la planta baja del Arco de Santa María- y al arco iris -en el primer piso-.

La nieve de 2015 marca buena parte de los cuadros que saludan al espectador en esta exposición en el que se nota el trabajo concentrado y la creatividad impulsiva. Nevó en enero, dos veces en febrero y una tercera más leve en marzo. Cada vez fue diferente:una permaneció, otra se fue pronto, una fue blanda, otra más copiosa... Todas ellas están atrapadas en sus cuadros con copos tan grandes que dan la sensación de que aún lucen tiernos y frescos y que nunca se van a deshacer. En este Año de nieves hay rincones del Espolón que se llenan de brillo con la luminosidad del blanco, muñecos de hielo que habitan junto a los plataneros, catedrales protegidas por ángeles, perspectivas aéreas y la ciudad al detalle, paisajes de sol, retratos y animales hechos lo mismo en óleos, carboncillo o portaminas: «Nunca utilizo una regla, siempre trabajo a mano alzada, pero en este dibujo de la Catedral realizado a lápiz -apunta refiriéndose a una fachada majestuosa remarcada por el color de la piedra- he querido hacerlo con la perspectiva de un arquitecto, buscando la línea del horizonte», explica la artista que combina en su exposición cuadros que son una mancha de color con trazos precisos que definen el perfil de las agujas del templo gótico.

En la planta superior deja la nieve para presentar la vida en colores. Comienza por el rojo con el que describe una escena sacada de la televisión en la que corona que cambia de monarca aparece en primer plano mientras los pies de dos niñas presencian el acto protocolario. De ahí llega el naranja de los atardeceres marinos, el amarillo del sol y los narcisos, el verde de la naturaleza y los malvas del crepúsculo que recrean la residencia del arco iris.

Una galería de retratos de sus últimos encargos, incluyendo uno de la propia pintora y otro de Ignacio del Río, completan un recorrido que concluye con un estudio de dibujos de animales creados para ilustrar un cuento aún pendiente. Los diseños de ropa que ha empezado a comercializar se intuyen en esos dibujos que ya son su marca y que están repartidos -y escondidos- por todo el arco.

Fondos atrevidos, líneas que definen, azules y verdes potentes, la luz del blanco, un ejercicio de colores, la piedra de la Catedral, el arco iris del paraíso o la humedad de la nieve ofrecen una mirada adulta de una niña que nunca ha dejado de pintar como una artista sin edad, y ceden al pincel de una mujer que vive el arte en todas las etapas de la vida. Año de nieves, de Verónica Alcácer del Río, de La Niña Vero (Burgos, 1973), se inauguró ayer en el Arco y estará abierta al público hasta el 10 de mayo. Para el cierre de la muestra, y a modo de anticipo de lo que se podrán encontrar en Gloria 10, una nueva tienda en Virgen del Manzano, tiene previsto organizar un desfile con la ropa que ella misma pinta.