Vallejo místico

R. Pérez Barredo / Burgos
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Juan Vallejo lleva a la sala de exposiciones de la FEC 'Misticismo abstracto', una muestra en la que el torrencial artista burgalés exhibe, en su faceta más libérrima, su particular interpretación de la poesía que trasciende y se hace eterna

El artista burgalés expone su obra hasta el mes de junio. - Foto: Patricia

San Juan de la Cruz escribió su Cántico Espiritual, cima de la literatura universal, estando encarcelado, sometido al frío, al hambre, a la ignominia... Cuatro siglos después, un artista totémico y torrencial, traspasado de lírico misticismo, arrebatado por esos versos sublimes, interpretó esa gran obra maestra con sus pinceles: el resultado es una alegoría mucho más terrenal, una interpretación que, sin salirse de la espiritualidad que emanaba el poeta, subyuga desde el lienzo, haciendo que las palabras mágicas deSan Juan cobren vida y color en el trazo intenso, sublime, de Juan Vallejo, cuya serie dedicada al Canto Espiritual es un acto de justicia, ya que el artista burgalés no sólo homenajea ese éxtasis poético, sino que lo libera de su cárcel originaria componiendo un grito libérrimo, audaz, sensual, erótico, salvaje y puro. La serie dedicada a esta cumbre de la literatura universal es uno de los principales atractivos de ‘Misticismo abstracto’, la exposición que Vallejo exhibe en la sala de exposiciones de la FEC.

Una muestra compleja y densa que reúne los principales hitos de la abstracción de este artista incontenible. Una muestra a la que el espectador, que debe adentrarse en ella con pureza de alma, lo hace a través de una composición inquietante, todo fuerza y sugestión: Las puertas del infierno, lienzos que el artista compuso tras interpretar la Divina Comedia. Así que en ‘Misticismo Abstracto’, el regreso a Burgos de Vallejo tras siete años de ausencia, el artista es Virgilio: Dante somos los mortales que nos hemos de dejar guiar por este territorio mágico.

Hay piezas en la exposición que emanan un magnetismo del que es difícil escapar y que tienen plena vigencia: El espejo que vuelve, por ejemplo, es una composición que juega con una esvástica sangrienta incrustada en un espejo. Símbolo de un símbolo: el mal implacable del que no escapa la humanidad... En esta heterogénea muestra, que destila ímpetu y genio, rinde Vallejo homenaje a los más grandes poetas, vivos y muertos, que en el mundo han sido. En la serie titulada Canto General, uno de los tributos a Neruda, está representada toda la iconografía de América del Sur de ese poema río... Como un golpe, como un estallido de color y dolor, otra pieza inspirada en Neruda se eleva empapada en sangre. Es el Canto a las madres de los milicianos muertos. El cuadro es un grito que lleva en su tela el eco eterno de las palabras del vate chileno: ¡No han muerto! Están en medio/ de la pólvora,/ de pie, como mechas ardiendo./ Sus sombras puras se han unido/ en la pradera de color de cobre/ como una cortina de viento blindado,/ como una barrera de color de furia,/ como el mismo invisible pecho del cielo...

La muestra del artista burgalés, pese a su ambición y complejidad, tiene una cohesión, una congruencia que le reporta la consistencia del granito, de algo grande, sólido. El misticismo pictórico de Vallejo no elude ninguna inspiración: ahí están, resucitados, poetas suicidas como Alfonsina Storni o Alejandra Pizarnik en cuadros que hablan del vacío, de la levedad del ser, de una angustia que él libera con su trazo. Desde la libertad, Vallejo se adentra en artistas que hicieron oblación de sus vidas para dejarnos en herencia la luz: de Miguel Hernández a Walt Whitman, de PaulCelan a Ángel González, de Rafael Alberti a Hölderlin, de San Juan de la Cruz a Marcos Ana, de Lorca a Gerardo Diego, de Cavafis a Juan Gelman, de García Calvo a César Vallejo.

Hay pasajes alucinatorios, poemas visuales,  en la obra expuesta de Vallejo, que tiene un componente seminal, que se eleva en series como Noche Oscura del Alma, sobre los versos de San Juan de la Cruz, en la que el alma se eleva, liberada, y sale en busca de lo incierto, como una paloma ciega herida de luz.

Todo el montaje, que tiene un hilo didáctico, es un viaje a través del misticismo que el pintor interpreta desde esos clásicos con arrebato y turbación, en una lucha contra sí mismo y contra las barreras emocionales de la poesía, cumbre de la expresión artística. Lo hace con los elementos que han marcado toda su obra: fuerza, audacia, determinación y libertad.

*‘Misticismo abstracto’. Juan Vallejo. Sala de exposiciones de la FEC. Hasta el 26 de junio.