La batalla comercial entre los dos grandes gigantes económicos mundiales, Estados Unidos y China, ha vuelto a tener un nuevo episodio de tensión en la madrugada de ayer cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció su intención de redoblar su estrategia de presión sobre Pekín con la propuesta de duplicar los aranceles a los productos chinos valorados en 200.000 millones de dólares, de manera que pasará del 10 por ciento previsto a un 25, y así se lo pidió a su responsable de Comercio Exterior, Robert Lighthizer.

Ante este anuncio, la reacción del Gobierno chino no se hizo esperar, y aconsejó a Estados Unidos que «vuelva a la sensatez» y abandone una táctica de «chantajes» que, según Pekín, daña a ambas partes. «El chantaje y la presión de EEUU nunca funcionarán contra China, y si toman medidas que empeoren la situación, nosotros tomaremos con toda seguridad contramedidas para mantener nuestros legítimos derechos e intereses», subrayó ayer el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino Geng Shuang.

Esta nueva imposición por parte del Gobierno de EEUU de gravámenes del 25 por ciento a estos productos significa duplicar con creces el incremento del 10 por ciento que la Administración Trump había anunciado a principios de julio.