«Una vez completado todo el conjunto, compruebo una mayor identificación de los burgaleses con el Solar»

R. Travesi / Burgos
-

Juan Navarro Baldeweg • Arquitecto del Complejo de la Evolución

Juan Navarro Baldeweg, arquitecto del Complejo de la Evolución. - Foto: DB/Jesús J. Matías

La trayectoria. Estudió dibujo y pintura en Santander y grabado en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Se doctoró en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde es Catedrático de Proyectos Arquitectónicos. Fue Premio Nacional de Artes Plásticas en 1990 y, recientemente, ha sido galardonado con la VIII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbana.

Reconoce que sus visitas a Burgos en los ocho años que han durado las obras en el Complejo de la Evolución Humana fueron muy cortas, de apenas un día. Ahora, con los tres edificios concluidos, Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939) confiesa que le gustaría volver a la ciudad, acompañado de su mujer e hijos para poder mostrarles su trabajo con detenimiento y recorrer algunos de sus rincones. La semana pasada, acudió a capital a la firma del acta de recepción oficial de las obras del Auditorio y Palacio de Congresos. Todo está listo para que el Fórum Evolución se vista de largo el próximo jueves para la entrega de los Premios Cecale de Oro.

¿Qué sensaciones tiene en estos momentos, con la conclusión de su tercera y última ‘criatura’ del Complejo de la Evolución Humana, el Auditorio y Palacio de Congresos?

He trabajado durante 8 años en estos proyectos del Solar de la Evolución Humana, desde que se inició la excavación del aparcamiento y hasta hoy que se ha terminado el Auditorio. Hay una mezcla de sensaciones porque se han cumplido, más o menos, los objetivos. La arquitectura es una disciplina a lo largo plazo porque hay que tener en cuenta que todas las obras duran varios años. En este caso, aún más porque han sido tres piezas. Se han realizado en una secuencia y con cierto ritmo, sin hacerlas todas a la vez. Es decir, cuando estabámos acabando la estructura de un edificio, empezábamos la de otro.

¿Y eso ha hecho más sencillo el proyecto?

Este escalonamiento temporal ha permitido que la organización del trabajo haya sido más fácil.

¿Está satisfecho con el resultado del conjunto?

Ahora es cuando se ve todo el conjunto. La integración con la ciudad ha quedado muy bien, sobre todo al finalizar el Auditorio y se ve que el conjunto se ancla con la ciudad, especialmente con el frente del casco antiguo. La escala y su integración con los jardines y los parques que van a lo largo del río es algo que se siente y está bastante logrado. Es cierto que soy parte interesada pero creo que tiene una precisión de geometría, tamaños y de integración. La escala, que podía haber sido grande, queda bien encajada en el conjunto de las alturas de la ciudad. 

¿Vive momentos diferentes a los previos de la puesta en marcha del Cenieh y el Museo?

Evidentemente, ahora es más satisfactorio. Todo adquiere un poder y una naturalidad que en las inauguraciones parciales no se podía sentir. Es algo muy diferente. Por lo menos, viendo y paseando por delante del Solar de Caballería siento que se han logrado muchas cosas.

¿Ha habido un enriquecimiento del proyecto inicial del Palacio de Congreso durante los últimos años, con el retraso de las obras?

No mucho. Hay algunos espacios que se han ganado en las plantas altas pero el proyecto ha sido muy parecido. No exactamente con el proyecto del concurso que era un edificio unitario en lugar de los tres en que se segregó después. Fue algo que se determinó desde el inicio de la obra. Es cierto que los tres edificios forman una unidad pero separados. El Auditorio siempre contempló las dos salas, con esos tamaños, los vestíbulos y los espacios expositivos ya estaban en el proyecto inicial.

¿Y los restos del antiguo monasterio?

Así es. Se han incorporado esos restos en un espacio muy valorado porque cuenta con una luz cenital muy bella. Es un espacio interesante arquitectónicamente y se ha hecho lo posible para que esa integración cobre el mayor sentido posible.

¿Considera que fue acertado compartimentar el espacio en tres edificios?

Hay una cosa que me gusta mucho en el proyecto y que no hubiera aparecido en el concurso. Hablo de las calles estrechas que discurren entre los tres edificios, donde está la fuerte estructura del Museo. Es algo necesario para salvar de un lado a otro los 60 metros que tiene de luz. Estas dos acanaladuras o cortes me resultan muy interesantes desde el punto de vista de la arquitectura.

¿Lugares que son transitables?

Son calles muy bellas, por la escala y por el contraste entre lo íntimo y lo monumental.

¿Le hubiera gustado cambiar algo del proyecto inicial?

No. Eso nunca lo he pensado. Los proyectos se conciben, hay un desarrollo de su ejecución y la mayor parte del trabajo del arquitecto es defender la ‘criatura’ y las expectativas que uno tiene del proyecto. Una vez que tienes el proyecto, te preocupa más de otras cuestiones como la propia ejecución, las calidades y los detalles, para que todo sea tal y como se pretende. Lo que es propiamente la arquitectura. Hay que mantener la tensión permanente para no malograr aspectos del proyecto inicial y que se mantengan los objetivos. Cuando eso se cumple, uno descansa. (Risas). Yno piensa en cambiar nada.

¿Cómo ha sido la relación con el Ayuntamiento, la Junta de Castilla y León y las constructoras durante todo el proceso de construcción?

Ha sido una buena relación. Hay que recordar que en este tiempo tuvimos interlocutores, programas y constructoras distintas. Hemos tenido que ser flexibles y adaptables a cada una de las demandas, pero yo siempre he visto un ambiente educado y una confianza mantenida. No tengo quejas en ese sentido. Estoy contento con el trato.

¿Le han dejado trabajar con absoluta libertad?

Con absoluta libertad pero con un control, como es lógico, y con unas demandas. No quiero citar nombres ni personas pero ha estado muy bien.

¿Estaría dispuesto a hacer otro proyecto en Burgos?

Me encantaría, siempre que sean las cosas como hasta ahora. Todos los proyectos tienen sus momentos algo difíciles o donde hay más tensión. Es algo natural porque hablamos de una responsabilidad grande para todos.

¿Establece alguna relación entre el Solar de la Evolución y el bulevar ferroviario, proyectos que han coincidido en el tiempo?

No hay ninguna relación porque son dos proyectos distintos. Conozco las obras, en general, de Herzog y De Meuron. La verdad es con mis viajes relámpago a Burgos no he tenido mucho tiempo de deleitarme con el bulevar.

He tenido muy presente con la obra del Solar de la Evolución la idea unitaria que marca el río. Son edificios que están atándose con el eje que marca el Arlanzón en la ciudad y los parques concatenados, que es una de las cosas más bellas de Burgos. Este anclaje y articulación con ese itinerario preexistente siempre ha estado presente en mi obra. Incluso, es algo que se nota en que para acceder al Museo hay que hacerlo a través de la pequeña loma, que con el tiempo ha ganado en belleza, gracias a que todas las plantas están agarrando bien. Incluso, creo que esa vinculación de los edificios con el río irá en aumento con el tiempo.

¿Existe una identificación de la ciudadanía burgalesa con el Complejo de la Evolución Humana, después de las dudas iniciales?

Las dudas iniciales pasan casi siempre en los proyectos, donde hay un momento en que no se comprende hacia dónde se va. Ahora, todo cerrado, los objetivos están a la vista. Cmpruebo que hay una mayor identificación de los ciudadanos. Las posibles preguntas que podía haber en los inicios se responden ahora con la propia ejecución de la obra.

¿Qué va a suponer esta obra en su dilatada carrera?

Es una obra muy importante y ojalá sea consideraba como una de las que me caracterice. No solo por su tamaño sino por el tiempo que he dedicado.

¿Le ha quitado muchas horas de sueño este proyecto?

Me ha cogido en una etapa con una cierta madurez en mi carrera. Las primeras obras, cuando era más joven, como el Palacio de Congresos de Salamanca, me producían mucha tensión porque desconocía lo que iba a pasar. La experiencia de la arquitectura permite que uno sepa cómo van a quedar los proyectos, casi de antemano. Hay una experiencia que se desarrolla con el ejercicio profesional y que hace desaparecer esas inquietudes de las primeras etapas. Este proyecto era previsible.

¿Qué destacaría de esta obra en Burgos?

Me gusta mucho la forma en que funciona la luz, cómo cambia y convive el edificio con ese tratamiento tan especial. Casi parece en algunos momentos como una joya, con una luz interna y propia. Son aspectos que dan la doble capa de vidrio.

¿El jugar con la luz ha sido el mayor problema?

Uno de los problemas grandes es controlar la presencia de los edificios en la ciudad. Son edificios con un tamaño importante pero la decisión de elevar la altura de entrada al Museo y crear esa loma artificial, con ese plano inclinado, hace más natural la continuidad con las alturas de la ciudad. Es algo que no se aprecia en el interior entre la cota 0 hasta la cubierta. Siempre busqué que si pudiera haber algún impacto negativo en la ciudad fuera evitado y controlado.

¿Tiene algún rincón especial del Auditorio?

Ahora que ya se ha terminado, la salida a la terraza es una belleza porque uno se encuentra mirando, siempre, hacia la Catedral. Hay una cierta direccionalidad del conjunto que lleva la mirada hacia la Catedral. Está bastante bien conseguido cuando uno accede a ese plano ligeramente superior de la calle.

¿Cree que será uno de los lugares más visitados?

Así lo creo. Además, espero que ese espacio público sea tratado con mucho cuidado. Que sea un lugar público y que la cafetería sea respetuosa para que todo el mundo pueda gozar de ese espacio, hayan consumido o no. Mi idea es que sea como una calle alta que mira por encima a la ciudad pero dirigiendo la mirada hacia el horizonte mismo del casco antiguo.

¿Ha sentido cierto cansancio o enfado con el ritmo lento de las obras?

A veces, sí. Ha habido momentos en que el ritmo de las obras no era el adecuado. Pero también permite sentir que el estudio no está con la lengua fuera. Durante este tiempo, mucha gente ha trabajado en este proyecto, entre profesionales del estudio de ingeniería, de instalaciones y espacios escenotécnicos, además de todos los arquitectos. Es posible que más de 30 personas.

¿Pensó en alguna ocasión en abandonar el proyecto ante todo tipo de dificultades o que la obra no iba a llegar a buen puerto?

No. Nunca, nunca, nunca.

En una entrevista en julio de 2010 a este periódico, a punto de inaugurar el MEH, hablaba de que había sido un proyecto dulce. ¿Lo sigue creyendo?

Lo decía en el sentido de que en todo este conjunto de interlocutores (administraciones y constructoras) ha habido algunos momentos de entendimientos difíciles. No puedo decir que haya habido un mal nivel de comunicación y educación. Hay otras obras que, en ocasiones, son incómodas.  

¿Relaciona el sobrecoste del Auditorio y Palacio de Congresos con una baja injustificada de la oferta de las empresas?

Así es. Uno sabe, quizás más que nadie, las calidades que desea y el nivel presupuestario que marcamos los arquitectos es el que es.  Y luego las aguas vuelven a su cauce.

¿Puede suponer el Complejo de la Evolución una proyección internacional similar a la que ha supuesto para Bilbao el Museo Guggenheim?

Yo creo que es distinto. El Guggenheim responde más a una época de los 90 y este Museo es más reciente. Ahora, entramos en una etapa en que la preocupación es llenar y mantener de actividades todo este conjunto. En el caso de Burgos, es más realista y menos fantasioso. Se trata de una arquitectura más ceñida a sus funciones.

¿Cómo puede competir el Palacio de Congresos de Burgos con otras dotaciones similares, que existen en la mayor parte de las ciudades?

Para esa pregunta me voy a remitir a la empresa internacional  Waagner Biro que se ha encargado de todo el equipamiento esceno técnico en el auditorio de Burgos. Ellos tienen mucha experiencia en este tipo de trabajos y han sido enormemente elogiosos con los criterios con el que se ha creado el programa en este edificio. Hablan de una instalación muy inteligente y apropiada. Se referían como uno de los mejores trabajos que realizaban ahora en Europa. Creo que es una instalación con muchas posibilidades para todo tipo de actividades. Está dosificado con inteligencia.

¿Qué opinión le merece el nombre del Auditorio ‘Fórum Evolución Burgos’?

Bien, me parece bien. Me gusta pese a que nosotros teníamos en los dibujos el nombre de ‘Auditorio de Burgos’, con las letras a la  entrada. Al principio, me chocó el nombre porque ya habíamos previsto otro pero luego me gusta. ‘Fórum Evolución’ liga con todo el conjunto y es un tipo de anclaje simbólico.

¿Qué siente cuando la Casa Real, en este caso la Reina, ha estado presente en la inauguración de cada uno de los edificios del Complejo y ya ha confirmado su presencia a mediados de septiembre para el Auditorio?

Es una gran satisfacción. La Reina es una persona que sigue mucho las indicaciones tanto de los investigadores de Atapuerca como del arquitecto porque muestra mucho interés por todo.

Hace unos días, el Príncipe de Asturias recayó en Moneo. ¿Qué importancia tiene la arquitectura en España?

La arquitectura es buena. Y no lo digo porque me considero parte de ese grupo de arquitectos con proyección internacional. Los premios son, a veces, reflejo de ese interés que tienen por el trabajo de uno. También son motivo de alegría y compensan otros momentos más difíciles. Es agradable recibir premios.

Usted ha acaba de ser galardonado con la VIII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbana. ¿Qué significado le da a este premio?

Es un premio que considero mucho y lo siento como muy importante. Los premios a la trayectoria profesional que han dado en años anteriores son arquitectos de reconocido prestigio. Hablamos de gente como Oscar Niemeyer (Brasil), Francisco J. Sáenz de Oiza (España), Álvaro Siza (Portugal), Ricardo Legorreta (México) o Germán Samper Gnecco (Colombia). Son todos bien conocidos en todo Iberoamérica.

¿Qué futuro le aguarda a la arquitectura, ante un panorama actual de crisis económica?

Es un panorama difícil, francamente. Pero para todos. Nosotros, afortunadamente, tenemos una obra en Suiza y otras dos en Barcelona.

¿De qué obras se trata?

En el caso de Barcelona, es un departamento de investigación de la Universidad Pompeu Fabra y el otro es el instituto de investigación de alzheimer Pasqual Maragall. Son dos edificios que están en el mismo solar, tal y como ocurre en Burgos. Son instituciones importantes y muy interesadas por la arquitectura.

¿Y en Suiza?

Hacemos las oficinas centrales del laboratorio de Novartis, en la ciudad de Basilea. Es donde está el campus de la farmacéutica y es un proyecto interesante, porque allí hay intervenciones de grandes arquitectos internacionales. Nos llamaron porque querían tener un edificio con nuestra firma.  

¿Tiene alguna espinita clavada de algún proyecto malogrado o un lugar donde le gustaría tener un edificio?

Hay proyectos que se han quedado en el tintero. Me gustaría poder llevar a cabo el Palacio de la Música y las Artes Escénicas de Vitoria. Era un proyecto muy bello pero, ahora, con la crisis creo que será muy difícil de construir. No sé si será un sueño, pero siempre que uno hace un proyecto, mantiene la ilusión de que se pueda realizar.

¿Apuesta más por una arquitectura como icono o como algo funcional?

La palabra icono significa muchas cosas. La arquitectura buena es siempre icónica, sin necesidad de hablar de espectacularidad. Puede haber un valor icónico en una plaza o un parque de una ciudad. No tiene porque ser algo arquitectónico.

¿Acabarán las obras faraónicas?

Eso ya terminó. No estamos para hacer ese tipo de obras. No hay esa posibilidad y habrá que hacer proyectos con presupuestos más austeros y medidos.