En vistas de que las conversaciones con los acreedores internacionales apenas han avanzado, y consciente de que el tiempo apremia, más después del ultimátum emitido el pasado viernes por el Eurogrupo para que se cierre de una vez por todas el programa de reformas exigido a Atenas, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, decidió ayer iniciar una nueva etapa. Y, para ello, cambió a su equipo negociador con la troika, al tiempo que redujo el papel de su ministro de Finanzas, el polémico Yanis Varoufakis, quien fue duramente criticado por sus socios comunitarios en la cita celebrada en Riga.

Aunque formalmente Varoufakis continuará siendo el responsable de supervisar al nuevo grupo que dialogará con el tridente formado por el FMI, el BCE y la Comisión Europea, Tsipras nombró al número dos del departamento de Exteriores, Euclid Tsakalotos, como coordinador de las negociaciones.

Otro movimiento considerado como una pérdida de poder del titular de Finanzas es la sustitución de su secretario general, Nikos Theocharakis, como representante de Grecia ante los acreedores y, en su lugar, fue nombrado George Chouliarakis, considerado próximo al vicepresidente, Yanis Dragasakis.

«Cometemos errores y aprendemos de ellos», apuntó Tsakalotos tras conocer su designación.

La decisión de Tsipras fue bien recibida en el seno de la Unión Europea. De hecho, un funcionario de Bruselas aplaudió que «parece que algunas cosas están cambiando en Atenas». «Quien sea que negocie con nosotros debe tener un mandato y saber sobre lo que habla. Eso es lo único que nos interesa», agregó.

La tensión con Varoufakis en el seno del Eurogrupo es más que palpable. De hecho, el pasado viernes, sus colegas comunitarios le criticaron unánimemente por su falta de avances, algo que, en palabras del titular de Finanzas alemán, Wolfgang Schäeuble, resulta «bastante frustrante». El propio político griego reconoció su aislamiento en la reunión, con una cita del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt en 1936 escrita en su cuenta de Twitter: «Son unánimes en su odio hacia mí; y yo celebro su odio». «Una cita cercana a mi corazón (y a mi realidad) estos días», agregó.

Tsipras, sin embargo, ha decidido darle un voto de confianza manteniéndole al frente del equipo heleno. Fuentes del Gobierno aseguran que el premier considera que su responsable económico se mueve dentro del marco de las decisiones colectivas del Ejecutivo y seguirá trabajando por una «solución sostenible» de la crisis financiera griega. Sin embargo, está claro que no le temblará la mano si debe destituirle.