Menos talar, más plantar

G.G.U. / Burgos
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La reforma del tramo más urbano de La Quinta en los noventa fue tan polémica que sentó un precedente aún vigente

La querencia de los burgaleses por sus árboles es tan profunda que cada vez que se escucha la palabra ‘tala’ se encienden las alarmas y hay un concejal o concejala que cruza los dedos para que la ira ciudadana no obligue a dar marcha atrás, como ya ocurrió en los años noventa con el tramo más urbano de La Quinta. Entonces, Valentín Niño tuvo que desistir de la idea de llevarse por delante todos los chopos de la zona de parque comprendida entre la autovía de ronda y el puente de Gasset por las reiteradas protestas y, al final, tuvo que consensuar un proyecto que dejara satisfechas a todas las partes y que no gustó a ninguna: ni al equipo de gobierno, ni a la oposición y los ecologistas y tampoco a los ciudadanos.

Han pasado veinte años y ese precedente sigue fresco en la memoria. Se ha comprobado esta semana, cuando en poco más de tres  días se anunció la tala de cuatro sauces del Espolón por ser un riesgo para la seguridad de los viandantes para paralizarla al día siguiente y volverla a ordenar al cabo de unas horas ante la contundencia de los informes de los técnicos de Medio Ambiente.

Los mismos que hace menos de un año recomendaron acabar la tarea que el difunto Valentín Niño dejó a medias a la fuerza, esgrimiendo que los cuarenta chopos y castaños de indias que sobrevivieron en los noventa han alcanzado una altura y un porte más alto del recomendable para las raíces que tienen, que su madera es blanda y que podarlos ya solo serviría para encarecer el trabajo y crear nuevos puntos de debilidad. De ahí que se haya tomado la decisión de cortarlos antes de que acabe el año, pero no sin temor a la reacción de los burgaleses en un punto históricamente polémico.

Ymáxime si se tiene en cuenta que el ‘saneamiento’ de Fuentes Blancas tampoco ha sido bien recibido. Los cientos de burgaleses han visto con pesar cómo lo que era un bosque se transformaba en un erial en el que encontrar sombra será tarea imposible durante varios años. Hasta las peñas se han planteado buscar otra ubicación para el Día del Burgalés Ausente.

Desde el siglo XIX

El habitual rechazo de los ciudadanos a las podas o remodelaciones de los espacios verdes de la ciudad no es exclusivo del siglo XX ni del XXI. El geógrafo y periodista César Javier Palacios cuenta en su libro Árboles singulares de la provincia que en 1897 el Ayuntamiento rechazó un proyecto para construir una barriada de chalés en ese mismo tramo de la Quinta y en los medios se justificó diciendo que se inutilizaría «el paseo predilecto de los burgaleses, paseo verdaderamente delicioso que nos envidian muchas poblaciones».