El Ebro aísla desde hace nueve días a los vecinos de Cidad y Manzanedillo

A. Castellanos / Cidad de Ebro
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Los afectados, que viven pendientes de los vaivenes del caudal del río, se toman con filosofía una situación que no han visto en los últimos setenta años. Agradecen las llamadas de la alcaldesa del Valle de Manzanedo y la atención de la Guardia Civil

Los pueblos de Cidad de Ebro y Manzanedillo, en el Valle de Manzanedo, recordarán durante años el largo mes de febrero de 2015. Sus vecinos solo tienen oportunidad de salir de allí por dos puentes, pero la ininterrumpida crecida del Ebro les mantiene incomunicados desde hace nueve días, en que se pudo salir por el puente de Manzanedillo. Por el de Cidad ha sido imposible desde hace 21 días. Presentación López lleva 71 de sus 84 años viviendo en Cidad de Ebro y asegura que nunca antes había visto el río durante tantos días impidiendo el paso por los dos puentes. Su hijo, Miguel Ángel Valdizan, de 60 años, tampoco. Acostumbrados a estar incomunicados un máximo de dos o tres días, nadie recuerda un episodio como éste en un pueblo que estos días solo tiene cuatro casas habitadas, pero que en verano abre las puertas de cerca de una treintena.

La gran avenida del pasado 31 de enero ya les dejó incomunicados en la tarde noche del viernes, día 30. Después llegó la nieve y la imposibilidad de que la pala quitanieves sorteara el estrecho puente que da paso a la localidad. Al poco, el Ebro comenzó a crecer y a mantenerse en elevadísimos niveles de caudal que apenas han dado tregua. El deshielo de la nieve y las precipitaciones han llevado al embalse del Ebro prácticamente al límite de su capacidad -tiene 513 hectómetros cúbicos y le caben 541- y, por ello, la Confederación Hidrográfica decidió comenzar a realizar «desembalses preventivos». A partir del pasado 23 de febrero empezó a soltar 40 metros cúbicos por segundo y desde el pasado lunes ha subido a unos 70 metros cúbicos por segundo.

En Cidad de Ebro se lo toman con filosofía y están muy agradecidos de la atención que tiene con ellos la alcaldesa del Valle de Manzanedo, Carmen Saiz, quien se ha estado interesando por su estado, al igual que la Guardia Civil, que se ha ofrecido para atender cualquier incidencia. Presentación López calcula que hoy se le acabará el pan que tenía congelado y reconoce que ya está un poco harta de sus pollos de corral, pero insiste en que hay que tomárselo «con humor». Afortunadamente no tiene ningún achaque de salud y solo desea poder salir de Cidad para viajar a Zamora y celebrar allí el cumpleaños de sus nietos el próximo día 12. Mientras, se ríe y dice: «presa en casa».

Su hijo Miguel Ángel Valdizan, que se encarga de abrir el bar de la sociedad del pueblo, tuvo que dejar pasar una prueba médica que se tenía que realizar el pasado día 17 en el hospital de Miranda de Ebro. La cartera llegaba ayer a la vez que DB a las puertas del puente de Cidad y se daba la vuelta con cartas del Sacyl (Salud de Castilla y León), en las que posiblemente dieran cita nuevamente a Miguel Ángel. Este hombre, acostumbrado a observar el río, asegura conocer con mucha seguridad cuando se están produciendo episodios de subida o de bajada del Ebro. La forma de la lámina del agua se lo indica. «Todo el día estoy pendiente del río y ya lo tengo muy estudiado». Asegura que hace dos años, cuando la empresa Rallasa trabajaba en el arreglo de las zapatas del puente no se equivocó al advertir a sus trabajadores que se acercaba una crecida.

Miguel Ángel se muestra precavido y advierte que, aunque a veces baja ligeramente el caudal y ello permite sortear con un todoterreno el puente de Manzanedillo, te arriesgas a no poder regresar, como le sucedió el pasado año a un vecino, que tuvo que dormir una noche fuera de casa.

Despensa llena

Maite Hernán también es de la filosofía de Miguel Ángel y prefiere pasar días en el pueblo e incluso renunciar a una comida familiar, como la que hubo hace diez días , antes de arriesgarse. «Ya estoy un poquito agobiada, porque se hace muy largo», reconoce esta mujer de 71 años, que ha tenido que dejar de lado incluso su «escape semanal». Y es que la crecida del río le ha impedido acercarse a Villarcayo, donde hace tareas de voluntariado en la tienda de ropa de Cáritas.

Pero por fortuna dice tener «un sexto sentido» que le llevó a llenar bien su despensa antes de la crecida. «Algo me decía que esto podía pasar», recuerda. Reside de forma continuada en Cidad desde 1992 y desde la muerte de su marido sortea la soledad en la compañía de sus queridos amigos Chelo y Ángel, también del Valle, y de la paz y tranquilidad que se viven en Cidad. Como el resto de vecinos comprende que la CHE realice desembalses. «Prefiero esto que no que reviente el pantano», enfatiza.

Los vecinos de Cidad tienen la opción de salir del pueblo a través de una pista, solo apta para todoterrenos, que les conduce a lo alto del puerto de la Mazorra. En caso de emergencia, la Guardia Civil podría entrar por ella. En Vallejo, donde también la gran balsa de agua que se forma en Cidad impide la salida natural por carretera, tienen la alternativa de una pista forestal a San Miguel de Cornezuelo. Allí viven dos familias. Una de ellas, encabezada por Moisés Fernández, también sufre las incomodidades de la crecida.

Este vecino y concejal de equipo de gobierno se queja de la situación de las riberas y de la cantidad de árboles que nacen en las islas del río y frenan el avance del agua. «Estamos en los pueblos y no nos dejan ni cortar un árbol. Más ecologista que yo no hay nadie, pero no te dejan hacer nada», se lamenta, al referirse a la CHE y a Medio Ambiente.

Al cierre de esta edición, el Ebro bajaba ligeramente a su paso por el Valle de Manzanedo, aunque el embalse del Ebro seguía al 95% de su capacidad.