Los 52 habitantes de Villorejo se implican para restaurar la iglesia

A. Pérez / Burgos
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El importe del proyecto asciende a 99.875 euros, lo que supone un gran desembolso para el pueblo, pero los arreglos son tan necesarios que hasta los vecinos han colaborado

Con 52 habitantes y un presupuesto muy limitado, Villorejo, localidad situada entre Burgos y Villadiego, a una media hora de la capital, se ha lanzado a acometer una obra «necesaria y urgente», como explica su alcalde, José Luis Pardo. Todos los pueblos afrontan reformas, lo característico en este caso es que el importe de la restauración de su imponente iglesia asciende hasta los 99.875 euros. De esta cantidad hay que restar los 20.000 euros, que en un principio iban a ser 30.000, que reciben del conocido como ‘convenio de las goteras’, que sustentan económicamente la Diputación y el Arzobispado. Aún así, casi 80.000 euros es una cantidad muy elevada para este pequeño núcleo.

«El comienzo de las obras, pese a la subvención, no sería posible sin la colaboración del pueblo», confiesa el alcalde. Y es que tan ineludible era esta reforma que tanto la parroquia, como la Asociación Cultural de Los Cangrejos, como los vecinos han aportado dinero para la restauración. Las aportaciones han sido fundamentales, ya que como explica Pardo «los ingresos del Ayuntamiento son escasos y, sobre todo, provienen del coto de caza y van a la baja».

Ante la imposibilidad económica de afrontar el proyecto en una sola fase, se ha decidido acometerlo en dos. La primera, con un importe de 51.131 euros, ya ha comenzado y finalizará en octubre y se está centrando en reparar el campanario y la nave central. Respecto a la segunda, no tiene fecha fija pero se centrará en la restauración de la cruz y el coste se meterá en los presupuestos del año que viene.

La situación actual era crítica, como explica el regidor, «las vigas que están encima de las bóvedas están casi partidas y son largas y muy gruesas, por lo que si se acaban de partir dañarían la bóveda con el peligro que conlleva».

Tanto el arquitecto del arzobispado como el de Patrimonio de la Diputación Provincial coincidieron en la urgencia de la reparación, explica Pardo, que añade que hay que arreglar, también, numerosas goteras.