Entre la escasez y la incertidumbre

Agencias
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Los supervivientes del trágico terremoto viven en las calles y en los coches ante el temor de que nuevas réplicas sacudan el país y con dificultades para acceder al agua potable

 
 
Pramod Karki estaba en el baño cuando escuchó un ruido y comenzó a verse zarandeado. Intentó agarrarse a la puerta, pero se vio sacudido de un lado para otro. Se arrastró hasta la habitación en la que estaban su mujer y un bebé de apenas una semana. Los encontró acurrucados junto a una pared, ella agachada con el pequeño abrazado contra su pecho. «Las alacenas habían caído sobre la cama. No puedo imaginar que habría ocurrido si no se hubiese apartado de allí», cuenta. 
Cuando salieron a la calle, vieron que la casa de su vecino se había desplomado. «Había ruido y polvo», recuerda. Desde entonces, han estado viviendo al aire libre, como tantos otros nepalíes desde el terremoto que sacudió el país el pasado sábado. 
«Hubo tantas réplicas que parece que es el fin del mundo», relata Kakri, que, junto con su familia se ha quedado en un pequeño terreno cercano a su casa, junto con otros 50 vecinos. 
Algunos de los que tienen automóviles están viviendo en ellos. «Mi marido cree que probablemente es más seguro estar en un coche. Llovió toda la noche y no sabíamos qué hacer con nuestro hijo, así que nos quedamos en el coche», indica Muna Lama con su bebé de ocho meses en brazos. Para ellos está siendo un problema encontrar agua potable. 
Quienes lograron salvarse por los pelos intentan salir adelante con las pocas facilidades que tienen a su alcance. Mientras, aquellos que resultaron gravemente heridos esperan a recibir ayuda en hospitales abarrotados. 
«Agarré la mano de mi cuñado. Hubo un ruido ensordecedor y no recuerdo nada», cuenta Krishna Prasad Sharma, quien sobrevivió al derrumbe de su vivienda. Su cuñado todavía permanece en paradero desaparecido. 
Hay cientos de casos como ese en la capital. El Hospital Universitario está saturado de enfermos, muchos de ellos alojados en tiendas de campaña fuera del edificio. 
«Estaba comprobando el pulso de un paciente y mi amigo intentando colocarle el suero cuando comenzó un temblor. Tuvimos que correr afuera», recuerda la enfermera Pramila Shrestha. «Así es como hemos estado tratando a los pacientes. Cada vez que llega un temblor, corremos afuera entre la gente a la que tratamos», agrega. 
 
Golpe económico. Las calles cercanas al centro sanitario están repletas de vehículos, mientras la gente sigue llevando a heridos y la falta de electricidad se ha convertido en un importante problema para el personal médico. «No somos capaces de mantener en funcionamiento varios aparatos debido a la falta de corriente», relata Shrestha. 
El seísmo también dañó los embalses de plantas hidroeléctricas, perjudicando el suministro. En muchas localidades, la gente no puede utilizar los móviles ni internet, pues se les agotaron las baterías. Los cortes de electricidad también afectaron a las líneas fijas de telefonía y al suministro de agua. 
Mientras las réplicas continúan sacudiendo el país, se llevan a cabo incineraciones masivas en varios lugares. «Este desastre es un gran golpe para nuestra economía y no tenemos los recursos necesarios para recuperar lo que perdimos. Por eso estamos pidiendo ayuda a la comunidad internacional», afirmó el ministro de Finanzas, Ram Sharan Mahat. «Tuvimos una buena respuesta de la comunidad internacional», reconoce. «Ahora tenemos que evaluar todo lo que tenemos», añade.