Los sondeos en La Mota de Castrillo revelan un poblado bien organizado

F. Trespaderne / Burgos
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Confirman el asentamiento de una importante comunidad sefardí y permitirán ahondar en el conocimiento de una cultura y forma de vida, además de asentar un sólido proyecto

Los primeros sondeos y excavaciones realizados en el paraje conocido como La Mota, en Castrillo Matajudíos, dentro de poco Castrillo Mota de Judíos,  han permitido descubrir una serie muy variadas de evidencias que no hacen sino poner de manifiesto el interés que los arqueólogos María Negredo García y Ángel Luis Palomino Lázaro ya suponían para este lugar en el que se asentó la comunidad sefardí cuando fue expulsada de Castrojeriz en el año 1035 y en el que vivió  hasta su expulsión definitiva del país en 1492.

Las excavaciones, como recuerda Palomino, forman parte del ambicioso proyecto cultural promovido por el Ayuntamiento de Castrillo, que comenzó con la propuesta del cambio de nombre, con el fin de recuperar la memoria de la comunidad sefardí que dio origen a este pueblo en la más temprana Edad Media.

Los primeros trabajos sobre el terrenos tienen por objeto muestrear el estado en el que se encuentra el yacimiento, su grado de conservación y la entidad de los restos  para poder programar las futuras intervenciones sobre datos firmes. «Se han identificado restos de calles empedradas en diferentes puntos, que ponen de manifiesto, como era de esperar, un urbanismo planificado», apunta Palomino, a la vez que señala que no faltan tampoco los restos de construcciones de diferentes tamaños, tanto de piedra como de adobe o tapial, así como estructuras de almacenamiento (silos) o terrazas del terreno para crear diferentes niveles en los que instalar las viviendas, que nos indican la existencia de un poblado bien organizado en los momentos previos a la expulsión definitiva de los judíos en 1492.  «Los restos encontrados, sobre todo cerámicas, nos están hablando de esa última fase en la vida de esta comunidad, a medida que se vaya avanzando en las excavaciones esperamos ir encontrando los restos de las ocupaciones anteriores hasta llegar al siglo XI, lo que nos permitirá tener una secuencia bastante completa de la evolución de esta comunidad a lo largo de casi 500 años», manifiesta.

Los resultados de esta intervención, señala Palomino, «tiene un enorme interés para la investigación arqueológica de la Edad Media en Castilla y León, ya que permitirá conocer a partir de los restos materiales la forma de vida de esta comunidad, sus actividades y oficios, los animales de los que se alimentaban, sus contactos comerciales (este emplazamiento está en pleno Camino de Santiago), su organización social y costumbres tanto en el orden religioso como en el ámbito doméstico».

Además, los resultados de estas excavaciones permitirán en el futuro crear en este lugar un punto de información y conocimiento de la cultura sefardí, «que podrá ser visitado por todos aquellos interesados en saber más sobre esta parte de nuestra historia muy desconocida y que poco a poco va desvelándose para el gran público», afirma Palomino.

Esta iniciativa ha sido financiada por la Junta, «que desde un primer momento ha apoyado la misma entendiendo que se trata de un proyecto que contribuye a la dinamización de este territorio a través de la recuperación de uno de los hitos señeros del patrimonio cultural de esta comarca»,  añade Palomino, quien recuerda que para realizar los trabajos cuentan con un amplio equipo de colaboradores y especialistas en historia sefardí y en arqueología medieval. Las excavaciones también están sirviendo para crear empleo en el pueblo y en la comarca, esperando que en futuras fases se puedan realizar más contrataciones, y dar a conocer esta zona de la provincia a la que esta misma semana se ha acercado un autobús de estudiantes de Rumanía interesados en conocer este asentamiento judío y la historia de Antonio de Cabezón, ilustre vecino de la villa.

 El alcalde de Castrillo, Lorenzo Rodríguez, también se muestra satisfecho por la repercusión que está teniendo la iniciativa municipal para poner en valor la cultura sefardí y por los primeros resultados de las excavaciones, unos de los pilares sobre los que se asienta, indica Palomino, «una apuesta de futuro sólidamente cimentada sobre un importante pasado que constituye, además, la seña de identidad de unos vecinos cada vez más ilusionados con un proyecto que ha dado este pueblo una dimensión global».