Boda entre estrellas fugaces

I.L.H.
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Las Perseidas iluminaron el enlace entre Carlos II y María Luisa de Orleans, que se representó anoche en Quintanapalla. La pareja de jóvenes monarcas se estrenó en la nueva versión de Andrés García adaptada a la edad de los contrayentes en 1679

Con la luna nueva y apenas nubes, el enlace entre la sobrina de Luis XIV de Francia y el último de los Austrias contó anoche con luces de artificio naturales y gratuitas. Las Perseidas acompañaron la ceremonia matrimonial en Quintanapalla, aunque los focos de la propia representación no siempre dejaron que se las viera. Pero las estrellas fugaces estaban ahí, acompañando el ‘sí, quiero’ que se dieron los monarcas en 1679 y la remembranza que realizan en 1700 (ensoñación, más bien, porque para entonces María Luisa de Orleans llevaba muerta once años).

Con el aforo completo (bancos de la iglesia y sillas individuales), la versión nocturna de Camino de amores creada por Andrés García (Ronco Teatro) sobre el texto de Fray Valentín de la Cruz incorporó algunas novedades. La más visible fue la de los reyes interpretados por una actriz y un actor de edades similares a las que tenían los contrayentes en 1679: 17 años ella y 18 años él. La pareja que hasta ahora había dado vida a los consortes siguieron actuando como Carlos II y María Luisa de Orleans, pero en este caso en la ensoñación de 1700, año en el que falleció el monarca.

«Hemos partido de la última versión de la obra, la de 2016 -el año pasado no hubo representación- y a partir de ahí, y teniendo en cuenta el trabajo que desarrollaron antes Ernesto Pérez Calvo y Marisa Beunza, hemos añadido escenas nuevas», explicó ayer Andrés García, que dirige la obra junto a Ana García, también de Ronco.

Además de los reyes jóvenes, Camino de amores añadió toques de humor metiéndose de lleno en las bambalinas que hubo antes del enlace que tuvo lugar en Quintanapalla un mes de noviembre de hace 339 años. La obra recreó los entresijos que llevaron a Carlos II a desplazarse hasta la localidad burgalesa para que tuviera lugar la ceremonia en la iglesia del pueblo. Si en las representaciones de otros años los reyes aparecían risueños en el enlace, anoche los futuros esposos dejaron entrever que, por muchas Perseidas que hubiera en el firmamento, esa boda no entraba en los deseos de una de las partes:«Nos centramos en el meneíto que hubo antes de la ceremonia. En el poco interés que tenía en casarse la sobrina del rey Luis XIV de Francia por las referencias que le habían dado de El hechizado, en la impaciencia de Carlos II mientras espera en Burgos, en el impulso que le lleva a acercarse a Quintanapalla cuando se entera de que ella está allí...», subrayó antes de la función, sin olvidarse de lo que dijo en la presentación de la obra a los medios: «Los nuevos ingredientes son la premura, el susto, el movimiento y la incertidumbre».

Según avanzaba la obra se vieron esas y otras aportaciones, además de que la representación se hicera sobre una tarima-escenario. Sobre todo se añadieron conflictos entre personajes que trataron de dar ritmo a una historia que cuenta también las virtudes de Quintanapalla, que para eso se involucra todo el pueblo (una veintena de actores y actrices y casi un centenar de personas para los preparativos).