Perdona a tu pueblo, Señor

R.P.B. / Burgos
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Cientos de burgaleses disfrutan de la espléndida tarde abrileña sumándose al vía crucis penitencial con antorchas por el Castillo

La Cruz fue escoltada por la multitud en su ascenso al Castillo. - Foto: Luis López Araico

 
Estaba el sol encaramado a las agujas de la catedral, que más parecía de membrillo que piedra de Hontoria, cuando la procesión salió de SanEsteban, lento el paso, camino del Calvario (del Castillo), con sólo dos antorchas encendidas. Seguro que algunos de los que se citaron en el vía crucis penitencial están atravesando alguno personal, llámese paro, enfermedad, soledad. Pero el fervor no entiende de esas cosas y fueron cientos los que, empujados por la espléndida tarde abrileña, se lanzaron a seguir la cruz de madera camino del Gólgota.
Perdona a tu pueblo, Señor, se escuchó en la tarde que iba devorando despacio la luz mientras la peregrinación avanzaba y serpeaba cerro arriba, exuberante en su verdor, salpicado de flores recién estalladas, una gozada sentir la primavera al borde de la mano. Lástima que en la primera estación sentenciaran a Jesús a muerte y en la segunda le cargaran con la cruz, tan pesada que terminó derrotándole en la tercera, dando con sus huesos en el suelo. Se sucedían las estaciones -que no la primavera- e iban encendiéndose poco a poco más antorchas, como luciérnagas que estuviesen jugando en pleno cortejo, entre los padrenuestros y avemarías, entre los cánticos y las letanías.
Jesús se cruzó con su apenada madre, rota de dolor ante la estampa terrible del sufrimiento sin nombre de su hijo, y recibió la ayuda de Simón de Cirene; la Verónica le limpió el rostro y la comitiva fue escalando al castillo con lentitud y devoción.Al atardecer de la vida, cantaban, Jesús cayó, las mujeres lloraron, fue desvestido, humillado y clavado salvajemente en la cruz. Para entonces las antorchas ya rivalizaban con la luna, una claraboya magnífica, redonda como una hogaza, reinando en lo más alto.
La muerte de Jesús llegó en la noche y el vía crucis penitencial se convirtió en un cortejo fúnebre que, escoltado por las antorchas y los rezos tristes, comenzó el descenso del cerro como descendió el cuerpo yerto de Jesús. Pero dio igual la sepultura. Jesús resucitó al tercer día.Bendita sea la primavera.