«Nos dicen que somos una cosa antigua»

A.G. / Burgos
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El Teléfono de la Esperanza no vive su mejor momento. Ha perdido subvenciones porque su labor ya no se considera como antes a pesar que en 2014 evitó dos suicidios y en 2015 atendió 1.437 llamadas

Es cierto que ya ha pasado la barrera de los 40 años y que la tecnología que utiliza fundamentalmente -aunque también está muy presente en las redes sociales- puede que no sea de última generación. Pero el Teléfono de la Esperanza atendió el año pasado un total de 1.437 llamadas, en su mayoría vinculadas a personas con depresión, y en 2014 evitó con su intervención dos intentos de suicidio. Por eso, sus responsables lamentan que poco a poco estén perdiendo el soporte económico institucional que les ha permitido hasta ahora no solo atender de forma profesional a gente que con problemas acuciantes llama sino implementar una serie de programas específicos como el de la atención de pacientes post-infartados al que nos referimos en estas mismas páginas o el de mujeres cuidadoras de personas dependientes. En la actualidad recibe 4.000 euros de la Diputación para el soporte de la iniciativa denominada Telesol, que ofrece compañía telefónica a personas mayores de la provincia, muy afectadas por la soledad, y 2.000 del Ayuntamiento para el mantenimiento de los gastos generales. La Junta de Castilla y León dejó de subvencionar al Teléfono hace ya tiempo. También han perdido el apoyo de entidades financieras y de empresas privadas.

Esto ha provocado, por ejemplo, que ya no exista el teléfono del menor (que era el que financiaba la comunidad autónoma) que ha pasado a integrarse al general, y que cada vez sean menos los talleres que se realizan. La escucha se produce, por tanto, de ocho de la mañana a dos de la tarde y por las tardes se conecta el contestador automático y los profesionales, al día siguiente, devuelven las llamadas que se han producido y han dejado un número de contacto. «No llegamos a más: somos un coordinador, dos psicólogos, un abogado y dos trabajadoras sociales. Todos voluntarios que no cobramos un sueldo aunque quienes responden al teléfono -siempre profesionales cualificadas como psicólogas o psicopedagogas- sí reciben una pequeña gratificación», explica el coordinador Enrique Romans, que se duele del ninguneo al que cada vez más está sometida la institución. Ni siquiera la compañía telefónica les hace una rebaja en consideración a su actividad benéfica.

«Nos dicen que no somos un servicio asistencial, que somos una cosa antigua. Ahora se ha puesto de moda dar subvenciones a las asociaciones con trabajadores y que tratan personalmente con gente. Y está claro que nuestros datos se pueden comprobar, el año pasado nos llamaron 1.437 personas y atendimos directamente a 155 que vinieron a nuestra sede, y esa es gente que recurre a nosotros porque no encuentra otro sitio, eso está clarísimo», añade Romans.

A la cabeza de los problemas que más llamadas provocan está la depresión (el Teléfono tiene un programa específico), seguida por la soledad, las adicciones, las relaciones de pareja y familiares, los trastornos de la conducta alimentaria y problemas jurídicos y laborales.