El pescador de letras

I.L.H. / Burgos
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El escritor burgalés une en su nuevo libro tres de sus grandes pasiones: la pesca de la trucha, la naturaleza y la literatura • En 'Palabras y peces' el narrador cuenta sus peripecias con la caña con un lenguaje pulcro, preciso y bello

Ignacio Galaz hablará de su libro esta tarde en la Sala Polisón(20:30 h.). - Foto: DB/Luis López Araico

Al pescador de trucha -pez inteligente, de la familia de los salmónidos y de carne sabrosa- le atrae la habilidad que requiere su captura. Vestidos con ropa que se confunde con el entorno y hábiles para emplear hilos cada vez más finos, los amantes de este tipo de pesca deben serlo también del paraje que lo envuelve. Fauna, flora, geografía, depuración de las aguas dulces..., en definitiva sensibilidad hacia la naturaleza.

Ignacio Galaz lleva más de treinta años ejerciendo este tipo de actividad en Castilla y León, Cantabria y La Rioja. Solitario en su ejercicio -aunque en los últimos meses suele ir con su sobrino Alfonso, de 15 años-, el escritor burgalés admira tanto la captura de la trucha como los animales y las plantas que se encuentra por el camino. A esas pasiones, y por supuesto a la literaria, le dedica su nuevo libro, Palabras y peces (E-dito). Aquellos que también disfruten con alguna de estas actividades (pesca, naturaleza y literatura) va dirigido el libro que el autor de Nueve rosas, Cuaderno de pesca o Relatos breves y rumor de caracolas hoy presenta en la Sala Polisón.

Con un lenguaje pulcro, preciso, bello y divulgativo, Ignacio Galaz narra sus salidas por parajes de nuestro entorno analizando el paisaje, contando anécdotas de la faena (pese a que los pescadores tienden a fantasear con el tamaños, Galaz prefiere centrarse en las pericias de la captura), describiendo plantas raras o animales que salen al paso, explicando el origen etimológico de algunos términos, detallando la arquitectura de la zona, desglosando versos de Machado o indicando sus lugares «especiales». «En este tipo de literatura me siento muy cómodo y me sale de forma  natural. Al ser la pesca una de mis pasiones, me resulta una literatura fácil de escribir», asegura el autor.

Exquisito narrador en el sentido más amplio de la palabra, el escritor dedica dos capítulos al que considera su paraíso particular, en el alto Pedroso. «Partiendo de Barbadillo de Herreros te vas adentrando en un valle cada vez más cerrado y vas remontando el río hasta un paraje llamado Casa de la Sierra. Allí nunca me he encontrado a ningún otro pescador. Por suerte las truchas son de tamaño pequeño, totalmente salvajes y quizá por eso no se animen», añade.

A diferencia de como hiciera para escribir Caminando por Portugal, siempre con la libreta en la mano, tomando apuntes y añadiendo reseñas instantáneas, Palabras y peces está elaborado en el repaso que sigue al regreso. El autor elige aquellas jornadas en las que ha ocurrido algo reseñable, días duros o prósperos por algún motivo, si han interferido los mosquitos, el tipo de mosca o el estado de ánimo. E incluso, si percances como caerte al río u olvidarte la caña en caso impidieron hacer un relato más amplio.

Todas las preocupaciones, emociones y desvelos que inquietan a Galaz, que a menudo se decanta por la pesca sin muerte, van hilando los párrafos de un libro que también sirve de denuncia. «En los años que llevo pescando la fisonomía del paisaje ha sufrido grandes cambios. Todo se va degradando. Donde antes había un paraje verde ahora encuentras naves industriales, granjas, viviendas... Y, siendo el agua como es un bien fundamental, en este país la depuración de los caudales dulces sigue siendo una asignatura pendiente. Al ver algunos sumideros me pongo enfermo. Y en época de crisis, el dinero que se iba a destinar a limpiar riberas de ríos o construir depuradoras va a negarse porque el cuidado medioambiental no se considera prioritario».