En la cima de la innovación

R.P.B. / Burgos
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El burgalés Daniel Pardo acaba de ser reconocido por la más prestigiosa y antigua revista sobre tecnología del mundo como uno de los 10 mejores innovadores españoles menores de 35 años

Con humildad, Daniel Pardo (Burgos, 1983) asegura que el éxito de su empresa es el triunfo de un equipo.Que él únicamente es la cabeza visible, y que haber sido elegido entre los diez mejores innovadores menores de 35 años en España no hubiese sido posible sin todos ellos. «Es un orgullo y anima a seguir trabajando. Nos reafirma y da confianza en el proyecto». Para este reconocimiento, que concede MIT Technology Review, la publicación tecnológica más antigua del mundo, se ha escogido entre más de 100 candidaturas seleccionadas por un panel internacional de jueces. Este ingeniero de telecomunicaciones burgalés que estudió en el colegio de la Salle ha llamado la atención por la invención de sensores inalámbricos que funcionan sin baterías ni cables. Farsens,radicada en San Sebastián, es la empresa de la que es fundador y director general. Y la que comercializa su producto. que tiene esencialmente su mercado enEstados Unidos, Reino Unido, Francia y Japón.

La novedad radica en que la energía de esos chips o sensores (como los que hacen que salte una alarma cuando salimos de un comercio o como los que leen los datos en un telpeaje) procede del propio lector que recoge los datos (que sí necesita estar conectado a la corriente). Cuando el lector manda una señal al sensor en forma de ondas de radio, este transforma la onda para aprovechar su energía y devolver la información que contiene. Esto se consigue gracias a la identificación por radiofrecuencia (RFID, por sus siglas en inglés), que consiste en un sistema que almacena la información en un chip y se recupera mediante un lector.

Se trata de una versión evolucionada del código de barras, cuyos datos emergen al pasarlos por encima del sensor de una caja registradora. La versión creada por Pardo y su equipo se compone de un sensor con un chip RFID, un lector de información y una antena instalada en el sensor. Esta última tiene una doble función: por un lado, capta la energía que pasa a un transformador y alimenta al sensor; por otro, transforma la información de la onda RFID para transmitir los datos del sensor al lecto. Farsens suministra el software necesario para que el lector pueda interpretar la información del sensor.

La comunicación entre el lector y el dispositivo de RFID, a diferencia del código de barras, no precisa de una visión directa y puede atravesar materiales como la madera y el hormigón, aunque no traspasa el metal. Por eso, estos sensores tienen aplicaciones en muchas industrias como la agricultura -al poder enterrarse en la tierra-, o la construcción -al incorporarlo a máquinas o incluso estructuras de edificios-.

En Farsens trabajan doce personas. «El activo más importante es el equipo, sin ninguna duda», señala Pardo, que recuerda que este proyecto que ahoa está dando sus frutos viene de muy atrás. «Empezamos a trabajar en ello en el año 2005, dentro de un proyecto del Centro de Investigación de San Sebastián; tres años después, en previsión de que podía tener salida, decidimos hacer una empresa que se disgrega y formamos Farsens en 2008. Ha sido un largo recorrido, en el que hemos tenido que desarrollar la tecnología. Porque partíamos de una tecnología, pero no de un producto. Fue una apuesta importante, porque necesitábamos mucho tiempo y, sobre todo, mucho dinero», admite.

Trabajar mucho, apretarse el cinturón, moverse y no dejar de aprender han sido las claves del éxito. También el apoyo económico recibido.En este sentido, reconoce que su proyecto se ha visto amparado por las instituciones del País Vasco. «Aquí se apuesta muy fuerte por la innovación. Aunque con la crisis ha habido recortes, se creyó en nosotros. Y desde instituciones públicas y privadas, primero locales y después nacionales, nos hemos sentido muy respaldados», apostilla