La siniestralidad laboral baja a la mitad mientras la actividad desciende el 18%

I. Elices / Burgos
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Los sindicatos achacan el desfase a la presión empresarial para no dar parte. La patronal alude a la mayor inversión en seguridad

Hiperbaric registró un aparatoso accidente en 2010, al explotar una máquina. - Foto: Alberto Rodrigo

La siniestralidad laboral ha descendido en la provincia a medida que desde 2007 ha ido cayendo la actividad económica. Sin embargo, no se puede atribuir únicamente al descenso de la producción -de todos los sectores- la disminución de los accidentes en el trabajo. Por una sencilla razón, porque mientras éstos han bajado de 8.642 a 3.920, un 52%, en el último lustro, la actividad no ha caído más del 18% en idéntico periodo, medida ésta de acuerdo al descenso de personas ocupadas según la Encuesta de Población Activa (EPA).

Entonces, ¿cómo explicar un descenso tan acusado de la siniestralidad? Sindicatos y patronal lo hacen aludiendo a argumentos distintos, cuando no directamente opuestos. Por ejemplo, UGT y CCOO apuntan a la «presión» de las empresas a los trabajadores para que «no acudan a la mutua y vayan directamente al médico de cabecera para que su caso sea tratado como una enfermedad común». ¿Qué sacan con ello? Los empleados, seguir contratados, y los empresarios, que su marca no aparezca en los listados de la Inspección de Trabajo, que ejerce un control férreo sobre las firmas cuyos índices de siniestralidad superan la media de su sector. A la postre, supone librarse de su visita y de las multas que podrían imponerles si no cumplen con la Ley de Riesgos Laborales.

Los empresarios, por su parte,  aseguran que en estos momentos «se están recogiendo los frutos de todas las acciones de sensibilización y prevención llevadas a cabo en los últimos 18 años, desde la promulgación de la Ley de Riesgos Laborales», señala Emiliana Molero, secretaria general de la FAE. Sobre las supuestas presiones a sus plantillas, Molero insta a los sindicatos «a denunciar estas prácticas, que son ajenas a la mayoría de las empresas». «Somos los primeros que estamos en contra de estos comportamientos», sentencia.

Centrales sindicales y FAE están de acuerdo en que no solo la caída de la actividad puede explicar el descenso tan acusado de los accidentes laborales. Los siniestros disminuyen en todos los sectores económicos. En el que más, en la construcción, un 75% de 2007 a 2012. Si hace un lustro había que lamentar 2.075 casos, a finales del año pasado esa cifra pasó a tan solo 516.

En la industria la bajada también ha sido muy pronunciada, del 57% en el mismo periodo, según los datos aportados por la Oficina Territorial de Trabajo (de la Junta de Castilla y León). En 2007 se registraban 3.454 accidentes y cinco años más tarde tan solo 1.470. En los servicios el descenso se situó en el 39%, al pasar los siniestros de 2.840 a 1.730. En el sector donde menos ha caído la siniestralidad en este lustro fue el agrario, un 25%, de los 273 de 2007 a los 204 del año anterior.

El secretario provincial de UGT,  Roberto Gómez, es muy duro con la actitud «algunas empresas, no la mayoría», a la hora de «encubrir accidentes laborales como meros accidentes domésticos o enfermedades comunes». Explica que en ocasiones «sí que exigen directamente a sus plantillas que no den parte a la mutua», pero otras veces la presión no es expresa y «es el miedo» del trabajador a ser despedido el que le hace no dar parte a la mutua. «Son las tristes consecuencias de la reforma laboral», resume.

Las cifras «no responden a la realidad, porque las empresas de la provincia incurren cada vez más en prácticas fraudulentas». Según explica César Díez, responsable de Seguridad Laboral del sindicato, algunos casos de accidente laboral o enfermedad profesional «son derivados al sistema público de salud, principalmente los que tienen su origen en sobreesfuerzos o lesiones musculoesqueléticas». En ocasiones, los trabajadores lesionados son colocados en la empresa «en un lugar que no moleste, sin realizar acción alguna, aunque ello ralentice su recuperación». Hay empresas que «incluso son capaces de dar un permiso retribuido al accidentado antes que enfrentarse a una baja médica».

Según Fidel Velasco, secretario provincial de CCOO, el accidente laboral de la calle Sauce, en el que en 2005 murieron 10 trabajadores del carril bici, fue «el que marcó un antes y un después» en el compromiso de las empresas con la seguridad laboral. «En ese momento la patronal se puso las pilas para trabajar en la formación y prevención, como la mejor inversión para cuidar a sus plantillas», indica.

Sin embargo, con la crisis económica el primer recorte que aplican los empresarios «es sobre los elementos dirigidos a preservar la seguridad en el trabajo». «Es triste, pero es así», afirma Lina Domínguez, responsable de salud laboral de Comisiones. En opinión de Díez, en estos momentos destinar presupuesto a la prevención «supone un gasto cuando antes era una inversión».

Emiliana Molero no está para nada de acuerdo con esta reflexión. Más bien al contrario. «¿Cómo no les va a preocupar a los empresarios que sus plantillas trabajen en ambientes seguros y estén bien formados, cuando los recursos humanos es el bien más valioso que posee cualquier compañía?», inquiere. En este sentido, asegura que la FAE «sigue apostando por la formación y continúa en la senda de sensibilizar a sus asociados en esta materia».