Las Calzadas también se apagan por el día

J.M. / Burgos
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Negocios históricos como Menfis o Grana cierran sus puertas de forma definitiva, mientras Piñeiro lo hace de forma temporal. En Regino abundan los locales sin actividad ninguna

La cafetería Menfis, uno de los establecimientos más conocidos de Burgos, ha echado la verja esta misma semana. - Foto: Patricia

No es lo que era. Y ya no es solo una cuestión de los bares de copas de las Bernardas. La vida comercial y hostelera de la zona de Regino Sainz de la Maza y el entorno de las Calzadas, excepciones aparte, languidece. La crisis, una población que envejece, los cambios de hábitos, la falta de inversiones, la ausencia de actividades en la zona e incluso la ley del  tabaco o el dominio de los bares de tapas ‘low cost’ (de bajo coste) son algunas de las causas que han provocado en los últimos años y meses el cierre de multitud de negocios cuya persiana no se vuelve a abrir y el temor de muchos otros a verse abocados a su desaparición.

Los últimos ejemplos de que esta zona, hace no tanto tiempo una de las más dinámicas de la capital, no atraviesa por sus mejores momentos se encuentra en el reciente cierre de tres de los establecimientos más conocidos de la ciudad: la cafetería Menfis (avenida de la Paz), el Grana (al inicio de la calle Calzadas) y, aunque de forma temporal, el restaurante Piñeiro (en Morco).

En el caso de Piñeiro, su propietario anticipa que la idea es realizar una reforma en local, que «la necesitaba» y «darle un cambio de aires». Eso sí, ya saben que lo de dar comidas pasa a mejor vida y seguramente se centrarán más en el tapeo. Más que nada, porque han comprobado que los dispendios de los tiempos de vacas gordas se han esfumado y porque el cocedero que tienen a menos de 20 metros y que se centra en las raciones (en la calle Antonio de Cabezón) funciona mucho mejor.

Pero si estos locales son tres históricos de la zona, los negocios que han cerrado la persiana, bien porque se han trasladado o porque no han dado más de sí, salpican toda la zona y prácticamente solo el entorno de Pecaditos tiene un bullicio considerable. Así, al principio de las Calzadas cerró en agosto la Clínica Dental Blankea2 y en la otra acera, hace algo más de tiempo, lo hizo la Confitería Loste. No hace falta andar demasiado para encontrarse con otro comercio cerrado, Regalos Vallejo, o un poco más adelante la tienda de chucherías Hesbel. Esta última cerró este verano y en la persiana se puede leer el agradecimiento a la clientela por tantos años de fidelidad.

Con unos negocios cerrados, el futuro incierto acecha a otros como a la cafetería Raúl, también en Las Calzadas. En este caso por «la incertidumbre» que genera saber que el cambio de normativa para los alquileres de renta antigua le podrían obligar a tener que abandonar el local a principios del próximo año. Algo, en cualquier caso, que es una incógnita ya que aún desconoce cómo se posicionará la propiedad y por no saber exactamente los derechos que tiene adquiridos por una legislación que ha recibido muchas interpretaciones.

Según explica el empresario de este negocio que abrió sus puertas en 1973, hace ya más de 40 años, «la ley del tabaco ha matado» a locales como el suyo. Y junto a eso, por encima de otras consideraciones, que «la zona se ha quemado». Una cuestión de modas, según añade, que no son una excepción en la hostelería. Respecto a si los negocios que venden tapas o consumiciones a precios muy bajos, sostiene que «tienen su derecho a hacer lo que quieran» aunque anticipa que «nos echarán a todos los demás y luego pondrán los precios que les apetezca».

Pero si todos estos negocios cerrados conviven en estas calles con otros abiertos, hay una zona concreta donde directamente se nota que la decadencia se ha instalado en el ámbito comercial. Se trata de parte central del paseo de Regino Sainz de la Maza, la que no tiene ninguna apertura a la calle Vitoria y que se encuentra la cafetería Iturriaga y el Colegio Público Fray Ponce de León.

Solo en ese espacio alrededor de la mitad de los negocios están abiertos y muchos de ellos lo están porque algunos de estos locales miran también a la calle Vitoria o a Calzadas. Hace tiempo ya que la actividad desapareció de lo que entonces fue la agencia de Viajes Indra o que la empresa de telecomunicaciones Ono abandonó un esquinazo con un gran atractivo. Enfrente, una frutería decidió hace trasladarse a la vuelta y la carnicería que hay próxima no ha vuelto a abrir la persiana desde que se jubilara su propietario. Ni que decir de la popular tienda de golosinas Olga, que ‘hace siglos’ que se quedó sin actividad.

El propietario de la Panadería y Charcutería Ordóñez, José Antonio Martínez, que lleva en esa plaza desde hace 28 años, achaca el bajón que ha sufrido la zona a que muchos jóvenes se han marchado a vivir a otros puntos de la ciudad y los que se han quedado, más mayores y con los hogares más vacíos, ya no llenan la cesta de la compra como la hacían antes. Critica también, como lo hacen otros empresarios, «la falta de iluminación» y que los adolescentes, con sus monopatines, hagan que las personas mayores tengan miedo a pasar por esa zona la calle.

Más suerte tiene el negocio más veterano del paseo, Pescadería Navarro, que ha conseguido que la clientelaque se marchó al extrarradio siga fiel su negocio. La clave para la recuperación de la zona estará, y así cree que empieza a pasar, en que los jóvenes empiecen a ocupar los cada vez menos prohibitivos pisos que dejan los mayores.