Una sonrisa de 107 años

I.L.H. / Burgos
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Isabel Ortega, de Castil de Peones, nació el 26 de marzo de 1907. Aficionada a los toros y lectora habitual de 'Diario de Burgos', reconoce que la felicidad siempre ha primado en su vida

Isabel Ortega celebra hoy su cumpleaños en la residencia de Fuentes Blancas. - Foto: Patricia

«Solo deseo que sean tan felices como he sido yo». No es una frase hecha ni lo dice con la boca pequeña. Isabel Ortega se reconoce una mujer feliz a pesar de haber pasado por etapas amargas. A sus 107 años, que hoy festeja, afirma que la felicidad ha primado en su vida o al menos ha conseguido suplir, a base de sonrisas, los momentos agrios.  Prefiere recordar las alegrías de la vida, el aprecio y el respeto que, asegura, le ha tenido y le tiene todo el mundo. Al menos sus cuidadoras en la residencia de ancianos de Fuentes Blancas ratifican el talante positivo que marca su biografía. «He sido feliz, pero muy, muy feliz, eh?», insiste. «Y ahora también lo soy».

Isabel Ortega nació el 26 de marzo de 1907 en Castil de Peones, un pueblo al que se ha sentido tan ligada que ni siquiera quería abandonar por unas vacaciones: «Nunca me ha gustado viajar porque me encontraba muy a gusto en el pueblo y en mi casa. Una casa de piedra preciosa que construyeron mis abuelos y a la que le da el sol todo el día.  ¡Para qué me iba a ir! Cuando estaban construyendo la autopista, los ingenieros querían que se la vendiera: ni aunque me den el mundo entero la vendo, les decía», repasa orgullosa y con cara de satisfacción.

Como mucho se animaba a salir de Castil de Peones para ir a los toros, porque reconoce haber sido una gran aficionada que no perdonaba ni las corridas de Briviesca ni las de las fiestas de San Pedro en Burgos: «No sé decirte qué torero prefiero. Me gustan todos».

Con la cabeza lúcida, Isabel Ortega se defiende espectacularmente bien para tener más de un siglo sobre los huesos. Apenas cierta sordera, pero ni eso le hace perder la sonrisa o el entusiasmo con el que repasa una vida ligada al campo, como la de sus padres y sus 5 hermanos, y en la que no ha echado en falta otras aventuras: «No me casé porque me quedé cuidando a mi madre y mi hermana. Tuve un pretendiente que tenía mucho dinero..., pero eso no da la felicidad. No me arrepiento de nada;en absoluto. He sido muy apreciada y respetada».

En la residencia de Fuentes Blancas donde vive continúa leyendo Diario de Burgos («ahora solo las letras grandes, afirma con cierto pesar), el periódico al que estuvo suscrito su padre y después ella: «Me gusta enterarme de lo relacionado con Briviesca y alrededores, porque así me entero de lo que pasa en Castil». Hoy espera llamadas y visitas de San Sebastián, Bilbao y Burgos, donde residen sus 7 sobrinos. De regalo insiste en desear que seamos tan felices como lo es y ha sido ella. Por lo menos, que tengamos su sincera sonrisa.