Sonrisas y lágrimas el primer día de cole

Paula G. Macías / Burgos
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«He estado en un hotel con piscina pero quería volver para ver a la señorita Inmaculada», afirma un alumno del Antonio Machado. Los padres han gastado una media de 250 euros

Los pequeños enfilan la entrada a las aulas del Colegio Antonio Machado con sus familiares embobados. - Foto: Luis López Araico

Coches en doble fila, carpetas de mil colores y batas blancas y azules de tamaño bolsillo. En el patio del colegio Antonio Machado se perciben los nervios, la preocupación y las ganas de reencontrarse con los compañeros de unos alumnos, que desde primera hora, comienzan a llenar las aulas que quedaron vacías en junio.

Con las mochilas ya cargadas y ganas de descubrir que tendrá de diferente el curso que empieza, dicen adiós al verano. Septiembre ha llegado y con él, las largas noches de sueño y las vacaciones ceden su sitio a pupitres y libros. «He estado en un hotel que tenía playa y piscina pero quería volver para ver a la señorita Inmaculada», comenta Samuel desde su silla verde de Segundo de Infantil.

Toca madrugar y no faltan los llantos entre los más pequeños, que se descuelgan entre lágrimas de los brazos de sus padres. Con la bata puesta, otros como Michaela ocupan muy contentos su sitio en la clase. A sus 3 años, muestra orgullosa su vaso rosa, que cambia de forma al moverse. «Lo uso para beber cuando tengo sed, es de Hello Kitty», detalla con una sonrisa de oreja a oreja. Con sus archivadores trimestrales y sin separarse de los juguetes, conocerán qué es eso de lo que tanto han oído hablar estos últimos días, el colegio.

Dos plantas más arriba, los ‘adultos’ de Infantil, se sienten como en casa. Han vuelto y ahora son los más altos del edificio, pero no quieren ni oír hablar de números. «Me gusta dibujar para mis papás. Este año tengo que estudiar más y jugar menos pero no quiero, prefiero seguir pintando», añade una de las alumnas de Tercero.

Para los mayores este es otro año más. Aumentan el número de libros y el peso del estudio que cargarán a sus espaldas, pero no faltan la ilusión y las ganas de contar a su compañeros todo lo que han hecho durante el verano. Se acabaron los campamentos y las excursiones en familia pero llegan horas y horas de diversión con los amigos. Un balón de fútbol es lo único que necesitan.

A los padres, que se despiden en el patio y aprovechan para quedarse a charlar con otros adultos, las quejas ya no les sirven gracias a la llamada ‘mochila ligera’. Con el objetivo de evitar los dolores de espalda de unos estudiantes reconvertidos en transportistas, las editoriales han separado las lecciones por ciclos y dónde antes había un solo tomo ahora hay tres.

Con lo que verdaderamente están contentos es con la vuelta al cole. Y a la rutina. «Es más cómodo para nosotros a la hora de ir a trabajar y, además ya han descansado, han tenido mucho verano», reconocen. Aunque, desgraciadamente, este inicio tiene un matiz más para ellos y es que septiembre es sinónimo de gastos. Toca comprar libros de texto, batas, cuadernos, bolígrafos y todo lo necesario para comenzar el curso.

Calculan que lo mínimo que tendrán que invertir serán 250 euros. «Nos hemos gastado más o menos 230 euros, eso sin contar con el material extra y gracias al Banco de Libros», indican las familias del Colegio Antonio Machado de Burgos, que cuenta con esta posibilidad, basada en la reutilización del material. Así, una vez terminado el período escolar, los alumnos de los últimos cuatro años de Primaria, dejan sus libros de texto, ya en desuso, para recibir los del curso siguiente.

Una vez forrados, ya está todo listo. Los nueves meses de aprendizaje pueden comenzar. Solo hacen falta ilusión y ganas.