Tal como lo heredaron

A.C./San Miguel de Cornezuelo
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La Diputación ha concedido este año el primer premio a la Conservación del Patrimonio Urbano a San Miguel de Cornezuelo • Con este galardón ya son cuatro los que suma el Valle de Manzanedo desde el año 2010

Vecinos de San Miguel y la alcaldesa. - Foto: A.C.

Si los coches, el alumbrado público y los tendidos eléctricos, además de algún otro pequeño detalle contemporáneo, como la carretera que lo atraviesa, se eliminarán por un día de San Miguel de Cornezuelo bien podría pasar por un pueblo castellano del siglo XIX y ser elegido por un cineasta para el rodaje de una película de la época. Apenas nada ha cambiado en esta bella localidad del Valle de Manzanedo en los últimos 150 años. Su última casa se levantó en 1949 y las primeras a mediados del siglo XIX, como rezan sus inscripciones, la más antigua de 1861. La práctica totalidad han conservado el sabor de antaño con sus balconadas de madera y recios muros de piedra. La Diputación Provincial ha reconocido el esfuerzo de los apenas 10 vecinos empadronados y los casi 300 que abren sus 40 casas en verano y acaba de conceder a la localidad el primer Premio de Conservación del Patrimonio Urbano en la categoría de menos de cincuenta habitantes.

Con éste ya son cuatro los premios de esta modalidad -siempre de poblaciones de menos de 50 habitantes- que acumula el Valle de Manzanedo, donde el pasado año ocupó el primer puesto la localidad de Argés; en 2011, el segundo premio correspondió a Crespos; y en 2010, el tercero a Peñalba de Manzanedo. La alcaldesa, Carmen Saiz lo tiene claro. El próximo año se volverá a presentar porque si algo le sobra a su valle, es belleza y encanto. Ysi algo le falta es dinero para inversiones, por lo que los 6.000 euros del premio serán bienvenidos para mejorar el abastecimiento de agua de la localidad.

El magnífico monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco, fundado en el siglo XII, fue el motor de todo el municipio. San Miguel de Cornezuelo ya aparece en el siglo XIII como un enclave perteneciente al dominio del monasterio. En la localidad se cree que el origen del pueblo pudo estar en un antiguo monasterio del que se conserva solo un muro de mampostería junto a la iglesia románica de San Miguel. Entre los más bellos de la comarca, el templo es otro motivo de orgullo en el pueblo y más aún desde que el Plan Románico Norte, que comandan la Fundación Santa María La Real y la Junta de Castilla y León, posibilitó su restauración integral en los años 2010 y 2011. Los vecinos de San Miguel muestran orgullosos su iglesia a todos los visitantes que acuden a verla y este verano aseguran que han contado con un millar de turistas. Solo tienen que preguntar a cualquier vecino por la llave de la iglesia y se les atenderá lo antes posible.

Pero en San Miguel de Cornezuelo no solo se conserva la iglesia, sino un conjunto arquitectónico de viviendas, en las que parece haberse detenido el tiempo. Por dentro ha llegado la modernidad. Benedicta, con 84 años tan bien conservados como su pueblo, recuerda que cuando dejó su casa para emigrar no tenía agua y ahora disfruta de dos baños. Pero en el exterior, las casonas, la mayoría de tres plantas, lucen una piedra de mampostería de primera calidad y balconadas de madera orientadas siempre al sur, además de imponentes arcos en la puerta de entrada norte. Por ser de piedra, hasta el edificio construido para albergar el transformador de electricidad cuando llegó al pueblo en la década de los cincuenta, está construido a base de sillería.

la campana. En el centro de la localidad, que en los últimos dos años ha visto restauradas también sus fuentes y abrevaderos, se levanta otro de los orgullos de los vecinos, la ermita barroca de las Candelas. Muchos vecinos del pueblo y del Valle de Manzanedo, que se acercaron a echar una mano, se enfundaron el buzo de trabajo en el verano de 2012 para colaborar con la parroquia en los trabajos de restauración de su cubierta.

Si algo destaca Fernando Peña, el vecino que hace las veces de enlace con el Ayuntamiento, porque la localidad carece de junta vecinal, es la campana de la ermita. Antaño sonaba para avisar de que los niños salían de la escuela, para sacar el ganado y dejarlo en manos del pastor o para rezar las oraciones a las seis de la mañana, algo que recuerda Satur a sus 80 años. Ahora se toca a la hora de realizar trabajos comunales o  a las dos de la tarde para convocar a los vecinos a tomar el aperitivo en el centro social, antes hornera y escuela, recuperado en 2009 por el Ayuntamiento que invirtió 45.000 euros. Allí llevó también señal wifi gratuita para que los vecinos se conecten a internet. Pavimentaciones de calles, señalización turística y otras actuaciones municipales completan el trabajo de los vecinos que ha tenido su merecido reconocimiento.