Una vivencia única y personal. Eso es lo que ha querido transmitir la escritora madrileña Marta Sánchez Valdenebro en su relato ganador del Premio Orola Nosotras también fuimos, en donde reivindica el papel de las mujeres en la Historia común entre España y América. Una narración que reúne en apenas un folio principios básicos de un país como los de la lengua común, la cultura, la maternidad, la religión o la emigración.

¿Qué es una vivencia para usted? 

Yo creo que hay dos formas de entender el concepto de vivencia: una sería la expresión literaria de una experiencia vital propia que de alguna forma te ha dejado huella y te ha llevado a plantearte cosas nuevas; y otra sería entenderla como una inquietud o sensación que se lleva dentro y que quizás hasta entonces no la habías dado importancia. 

¿Por qué decide presentarse al Premio Orola?

Siempre me ha gustado escribir y el año pasado me habló del certamen una amiga con la que asisto a un taller de escritura. 

Su relato es pura reflexión, ¿qué destacaría de este poema?   

Yo creo que su sencillez. No utilizo un lenguaje demasiado florido y dice muchas cosas en pocas palabras 

¿Son las personas anónimas, como las de su vivencia, las que verdaderamente cambian los acontecimientos? 

Los grandes  protagonistas o los acontecimientos relevantes de la Historia que trascienden y que todos conocemos no habrían sido igual sin la aportación de todas esas personas anónimas que nunca llegamos a conocer.

¿Son las mujeres las que mueven el mundo, como deja entrever en su vivencia? 

Sí, es cierto que las mujeres mueven el mundo, pero los hombres también. El mundo solo se mueve si ambos sexos empujamos a la vez. Esto es algo que los hombres se han negado a ver a lo largo de la Historia sin comprender que sin las mujeres el mundo se pararía. En mi texto hablo del papel de la mujer como transmisora de cultura y creadora de sentimientos, un papel al que no se le ha dado la importancia que se merece y que es fundamental, pero no debemos olvidar que la mujer, siempre que la han dejado, ha estado presente en todos los ámbitos.

¿Cuáles son esos lazos invisibles que cita en el relato y que suponen un punto de inflexión en la vida de las protagonistas?

Creo que uno de los principales es el compartir una lengua común. Está claro que el idioma une y que contribuye a crear lazos de afecto y crea cultura.  

¿Qué considera que es lo más doloroso para alguien que tiene que dejar su tierra?

Seguramente, el hecho de separarse de los seres queridos y también el idioma. 

¿Qué comparten ambas orillas del Atlántico?

 Ambos mundos compartieron e intercambiaron cultura, aprendieron uno de otro y hubo matrimonios mixtos que apretaron esos nudos y los hicieron fuertes.

¿Hasta qué punto se puede hablar de un relato filosófico?

El texto hace reflexionar, quizás tenga algo de filosófico, no lo sé…

Anteriormente había escrito cuentos infantiles. ¿Cuándo decide plasmar ese sentimiento interior en negro sobre blanco? 

Bueno, realmente es que una vez gané el Concurso de Cuentos Infantiles Casilda Ordóñez de Palencia. La verdad es que no escribo desde siempre. Empecé en 2011, cuando me apunté a un taller de escritura creativa, y desde entonces no he parado.

A raíz del premio, ¿ha decidido escribir más vivencias?

Más bien a raíz del premio me he dado cuenta de que muchos de mis escritos son vivencias. 

¿Qué opina de la experiencia Orola? 

Estoy emocionada. No me lo creo del todo, porque nunca pensé que ganaría.

Además, el fin del premio es un acto de solidaridad en sí mismo, ya que los ingresos de los fondos recaudados con el libro irán destinados a la Fundación Esclerosis Múltiple.

Sí. Es una iniciativa muy bonita para aportar recursos que ayuden a combatir esta enfermedad degenerativa que a pesar de ser más frecuente de lo que pensamos es aún poco conocida.