Battiato eterno

R.P.B. / Burgos
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El músico italiano cumple 68 años sobre el escenario del Fórum cautivando con un concierto impecable, pleno de tensión y belleza, a un público rendido • Sus temas icónicos pusieron en pie al auditorio

El artista siciliano estuvo acompañado por un espectacular cuarteto de cuerda. - Foto: Jesús J. Matías

Sale Franco Battiato de entre las sombras, enjuto y en apariencia frágil como un junco que pudiese doblar con facilidad el viento, y el escenario se llena de magia, y su voz nasal y honda ilumina la noche del Fórum con atávica resonancia. Hay un mito sobre el escenario, sentado al borde de los 68 años que cumplió en la medianoche burgalesa, con la honestidad que ha caracterizado su carrera. Artista ecléctico por antonomasia, no se estuvo con rodeos ni monólogos: saludó parco -«Bienvenidos»- y con fogonazos de luz y colores, con imágenes proyectadas en una gran pantalla y acompañado por un soberbio cuarteto de cuerda, desgranó los temas de su último disco, Ábrete Sésamo, sin concesiones, sentado sobre la alfombra persa y  mágica de Las mil y una noches, acunando cada canción con sus manos

Irradiando misticismo, que es la seña de identidad de este artista magnético e inclasificable que se adueña del escenario con poderío, sabedor de que sus canciones no sólo no han envejecido sino que gozan de una vigencia sólida, como si Battiato fuese también un visionario que hubiese adivinado hace décadas la descomposición del mundo y la caída de la sociedad occidental por un abismo insondable, porque ese mundo le volvió la espalda a la belleza y a la pureza que siempre ha llevado el artista italiano por bandera.

El regreso a la niñez, la muerte y la reencarnación, el cántico a la existencia y la belleza, la denuncia de la fealdad y la corrupción... Ábrete Sésamo compendia la filosofía esencial de Battiato, que arrancó sonoros aplausos en el primer tramo de un concierto que subió de temperatura cuando interpretó los temas que le han convertido en un icono. Perspectiva nevski, E ti vengo a cercare, La cura o Mi pobre patria (que cantó en italiano) hicieron las delicias de los asistentes, que se rompieron las manos a aplaudir. Momento mágico el de la versión en español de Nómadas, el éxito que le consagró en este país, y con La estación de los amores (también en español) aunque el éxtasis llegó con Bandera blanca: fue el instante en el que Franco Battiato, sentado durante todo el concierto, se levantó y entonó, como el Alí Babá del cuento: Cuánta escuálida figura que atraviesa el país  y qué mísera es la vida con abusos de poder. En el puerto ondea la bandera blanca, en el puerto ondea la bandera blanca... Volvió a hacerlo Franco Battiato, que cautivó al público burgalés desde el primer tema hasta el último.Volvió a seducir con su lirismo, con esa honesta manera de comprender el arte y la filosofía, la música como su forma más pura de estar en el mundo. Grande Battiato.Eterno.