Pedro Sánchez rompe moldes

Pilar Cernuda
-

El nuevo líder de los socialistas insiste en su apuesta por el cambio con una actitud pública que no deja indiferente a nadie

SÁNCHEZ (PSOE): "EL ALMA DE ESPAÑA ES FEDERAL, PERO SU TRAJE ES AUTONÓMICO" - Foto: ALEJANDRO GARCÍA

 
Su llamada en directo a Sálvame ha provocado ríos de tinta, críticas encendidas y defensa a ultranza. Pedro Sánchez no sigue los esquemas habituales en un político al uso, y mientras hay incondicionales que se sienten cómodos con un personaje público que marca sus propias normas de comportamiento y asume el riesgo de hacerlo a pesar de que se supone mesura al líder de la oposición, otros, en cambio, incluso dentro del PSOE, no disimulan no ya el desconcierto sino el desagrado que les provoca que tome iniciativas que consideran frívolas.
Enarboló la bandera del cambio para ganar las primarias a Eduardo Madina, el candidato de quien mandaba en el partido en aquel momento, y sigue haciéndolo cuando se le critica. Y es que, para el madrileño, el cambio supone un equipo completamente renovado formado, en gran parte, por personas que no han cumplido los 40 años; pero también una actitud pública y una forma de comunicarse con los demás nuevas.
Tras ser elegido secretario general, se fue de vacaciones a medias, porque además de acudir a varios actos de partidos en distintas sedes provinciales, dedicó un tiempo a buscar la persona adecuada para hacerse cargo de las relaciones con los medios de comunicación. Así, mantiene a la mayoría del equipo de prensa que lleva años en Ferraz y le ofreció a un conocido periodista que se ocupara de él mismo, como ocurre habitualmente en los partidos, los Gobiernos y la mayoría de las instituciones, que además del jefe de prensa, tienen a otro profesional que se dedica en exclusividad a potenciar la figura principal de quien tienen al frente.
 
LA LLEGADA DE FUMANAL. Sin embargo, el elegido por Sánchez no pudo aceptar la propuesta, pero apoyó sin reservas a una persona que el nuevo líder del PSOE quería sumar a su equipo, Verónica Fumanal, que le había prestado ayuda cuando buscaba el voto provincia a provincia, pueblo a pueblo, para ganar las primarias. 
Aragonesa afincada hace años en Cataluña, donde creó la agencia Politikom, ha sido fundamental en la proyección mediática de Albert Rivera, Ciutadan´s y varios dirigentes del PSC, que fueron quienes le pidieron que ayudara al socialista en su captación de apoyos.
Iniciado el curso político, es difícil saber dónde empieza el asesoramiento de Fumanal y dónde las ideas de Sánchez respecto a su propia promoción; su estrategia de cercanía a los ciudadanos, como le gusta decir. Es difícil porque, la simbiosis entre los dos, es absoluta.
La catalana se ha instalado en Madrid y se dedica en cuerpo y alma al nuevo secretario general del PSOE que, en apenas una semana, ha hecho más apariciones en medios de comunicación que Rubalcaba en sus años de liderazgo. De hecho, de ella fue la idea de que llamara por teléfono a Jorge Javier Vázquez a Sálvame, tras recibir una llamada en la que le informaban de  que el presentador estaba anunciando que dejaría de votar al PSOE porque el alcalde socialista de Tordesillas amparaba lo que consideraba un espectáculo sangriento, el toro de la Vega. 
La iniciativa fue de Fumanal, pero Sánchez la aceptó de inmediato. Como lo hizo con la sugerencia de que participara en el El Hormiguero de Pablo Motos, la entrevista con Gloria Lomana en Antena 3 dos semanas antes, o una ronda de entrevistas por emisoras de radio o por los desayunos políticos que organizan semanalmente en Madrid distintos grupos y asociaciones. Una propuesta que ha sido muy bien aceptada, excepto en lo concerniente a Sálvame, por el estilo de programa. Sin embargo, el madrileño ha insistido en que no se arrepiente y que se le verá con frecuencia en la calle y en lugares no habituales para los políticos.
Sánchez se deja asesorar, dicen en su entorno, pero tiene ideas propias. Escucha a sus consejeros, pero tiene la última palabra. Le recomendaron que propusiera una mujer como portavoz en el Congreso y se inclinó por Antonio Hernándo, que además de demostrada experiencia parlamentaria y de partido, es uno de sus mejores amigos, como lo es Óscar López, el exsecretario de Organización del partido. 
Los tres colaboraron estrechamente con José Blanco en Ferraz, López primero y después los otros dos. También Blanco ha sido importante en la trayectoria última del líder socialista y en su ascenso, aunque ahora están un poco distanciados porque él se dedica al parlamento Europeo y vive durante la semana en Bruselas. 
 
EN EUROPA. Sánchez quiso que sus primeros contactos internacionales tuvieran lugar en Europa. Así, participó con Matteo Renzi en un acto en Italia, viajó a Estrasburgo cuando se inauguró la nueva legislatura y concertó una cita con los dos socialistas más importantes del parlamento Europeo, su presidente Martin Shulz y el presidente del grupo socialdemócrata Pitella. Al finalizar los dos encuentros, explicó que los dos políticos respetaban su decisión de no apoyar a Juncker como presidente de la Comisión a pesar del pacto alcanzado previamente, algo que, incluso, provocó reticencia en las propias filas de los eurodiputados socialistas. 
Sin embargo, no fue eso lo que indicaron colaboradores de Shulz y Pitella: respetaban la postura pero no ocultaron al líder del PSOE su incomodidad por no cumplir lo pactado. Al margen de ello, él se mostró en Estrasburgo tan cercano y accesible como ha hecho desde que fue elegido secretario general, pero se equivoca si cree que ha entusiasmado a las alturas: en la UE los pactos son el pan nuestro de cada día, y no está bien considerado que no se cumplan.
Además, Sánchez le da importancia a la estética, la cuida, tanto en las ocasiones formales como informales. Nadie le aconsejó el uso habitual de camisa blanca, ya la utilizaba con frecuencia antes de ser el máximo responsable de su partido. Y no tiene complejo en ponerse un traje bien cortado y una corbata elegante cuando cree que debe hacerlo; ni le van los gestos para la galería ni cree, como muchos, que ser de izquierdas obliga al desaliño o a vestir de cualquier manera.
También da mucha importancia a las relaciones con los demás. Es más, se ve con la gente del PSOE–no se cansa de decir que está donde está gracias al apoyo de la militancia-, a través de un calendario exhaustivo de viajes a distintas ciudades porque quiere seguir pulsando el sentir de su gente, y mantiene ya reuniones sectoriales que le ha preparado su gabinete. Se lleva bien en lo personal con Rajoy, con el que habla con frecuencia por teléfono, y de los exsecretarios generales se siente atraído, sobre todo, por Felipe González, al que admira a pesar de que discrepan en algunos asuntos. 
Días atrás, el propio expresidente del Gobierno declaró que tenía a Jordi Pujol por un hombre no corrupto que amparaba a sus hijos, y a Sánchez le faltó tiempo para decir que él sí consideraba corrupto al expresidente catalán. En cualquier caso, el contacto entre ellos es bueno, fluido, y en su equipo tienen la sensación de que el secretario general puede contar con la ayuda inestimable de González para lo que necesite.
El nuevo líder de la oposición, en apenas dos meses, ha roto moldes. Sorprende a diario y toma iniciativas hasta ahora inéditas en un dirigente político español. Unas provocan rechazo, otras desconcierto, y la mayoría de ellas han tenido buena respuesta entre la gente más joven. Y es ahí donde puede restar votos a un Podemos que no le quita el sueño pero le preocupa. Iglesias no arrebataría un solo voto al PP, pero sí al PSOE y, sobre todo, a Izquierda Unida. Y se trata de una formación que a Sánchez no le gusta por muchas e importantes razones, no solo por una cuestión meramente electoral.