Sin mordiente en ataque

R.C.G. / Miranda
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La dificultad para crear ocasiones de peligro se traduce en un solo gol de jugada en 4 jornadas

El Mirandés solo ha marcado un gol de jugada. - Foto: ENRIQUE.TRUCHUELO

 
La sensación generalizada que dejó el análisis del encuentro  en el Heliodoro Rodríguez es que el Mirandés, por posesión,  pudo haber conseguido el empate, pero se mostró especialmente inofensivo a la hora de generar peligro. 
Con desventaja en el marcador,  una circunstancia que precisamente el entrenador había incidido en evitar por la dificultad que entraña remontar en Segunda, los rojillos lo intentaron, pero su dominio del juego no se tradujo en ocasiones claras que pudieran restablecer la igualdad en el electrónico. 
Ir a remolque desde los primeros minutos, como reconoció el propio Carlos Terrazas en la rueda de prensa posterior, provocó que el equipo se precipitara y no encontrara continuidad en su juego. «Suele pasar cuando las ganas de empatar te hacen no controlar el partido y tienes que jugar al son que te marca el rival», explicó Terrazas. 
 La falta de claridad en los últimos metros quizá fue más evidente en Tenerife, pero se ha repetido en mayor o menos medida en  las jornadas precedentes. 
De hecho el Mirandés solo ha marcado tres goles en los cuatro partidos disputados, y solo uno ha sido de jugada, el de Urko Vera contra el Alcorcón, ya que en  el Sardinero los tantos de Rúper y Caneda llegaron tras un penalti y un saque de esquina respectivamente. 
No es un problema de efectividad en el remate sino de que al equipo le cuesta crear ocasiones. El centro del campo no encuentra la fórmula para hacer llegar balones a los delanteros y sin continuidad en el juego, la mayor parte de acciones ofensivas acaban en centros desde las bandas, un fútbol  demasiado directo que en ocasiones facilita la labor defensiva del rival. 
En Anduva el equipo empuja y llega más, pero a domicilio está encontrando serias dificultades para atacar la portería contraria. En Tenerife apenas dispuso de un par de remates en todo el segundo tiempo, pese a controlar el juego, mientras que en Santander convirtió las dos únicas aproximaciones de las que dispuso, ambas a balón parado, y a partir de ahí se mostró  práctico para conservar su renta.