Lo que piensan ellos

Ángelica González.
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Tras el tsunami feminista de este año, poco previsto por algunos, muchos varones están reflexionando sobre su papel en una sociedad que aún dista mucho de ser igualitaria. Otros han pasado de contemplar un fenómeno que muchas veces no comprendían

Lo ha tenido todo 2018 para colmar la paciencia de las mujeres. Con unas cifras de muertas por violencia de género intolerables en una sociedad que se llame democrática, un paro mucho más elevado entre las féminas -cuya presencia es aún prácticamente irrelevante en puestos de responsabilidad-, los poderes del Estado aún colonizados por varones, y jueces que entienden que las expresiones de dolor durante una violación múltiple son indicadoras de una intensa felicidad, las mujeres dijeron basta. Primero fue el 8-M, con una huelga inaudita en este país ante la que los menos avezados y conocedores de la fuerza y la razón del movimiento que la impulsaba primero ignoraron su convocatoria y más tarde, cuando ya era imparable, le lanzaron una mirada condescendiente cuando no hicieron sobre ella una bochornosa apropiación indebida. Poco tiempo había pasado desde aquel aldabonazo contra el machismo cuando se conoció la sentencia de La Manada, que hizo que la rabia recorriera transversalmente a mujeres de todas las edades y condiciones, que volvieron a salir a la calle para exigir respeto, protección y unas mínimas medidas que impidieran que violar a una mujer fuera considerado en los tribunales como una agresión y evitaran que prácticamente saliera gratis. Hace apenas unos días, además, muchos adolescentes han vuelto a exigir que la violencia de género salga de los centros escolares. 

Se trata de un camino de no retorno ante el que muchos hombres probablemente estén aún analizando qué papel tienen que jugar. Han sido miles los que han acompañado a las mujeres en sus protestas -algunos, quizás, por primera vez- y entre ellos les hay quienes se han estrenado en feminismo o lo han mirado sin prejuicios o al menos sin tantos como lo habían hecho hasta ahora. En cualquier caso, y con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género, que recuerda la más terrible consecuencia de la desigualdad, resultaba interesante escuchar las voces de un grupo de varones burgaleses reconocidos en sus entornos. Esto es lo que nos han dicho.

El secretario de Estado de Defensa, Ángel Olivares, hace suyas las definiciones de Naciones Unidas y del Consejo de Europa cuando le pedimos que explique qué entiende por violencia de género, a las que añade una consideración personal: «Es la imposición de una desigualdad entre dos personas que son iguales en derechos». Asegura no haber sido testigo de una agresión física a una mujer, y psicológica, «en alguna ocasión» y cree que ante ellas la actitud de los hombres debe ser «tolerancia cero» y, dependiendo de la situación, «bastará con llamar la atención del abusador o exigirá denunciar». Preguntado sobre si hay comentarios despectivos hacia las mujeres en su grupo de iguales, afirma que el sexismo impregna a toda la sociedad «víctima de una educación profundamente machista» y que es imprescindible no tolerarlos «aunque estemos entre amigos». 

¿Ha tenido alguna vez comportamientos machistas? Dice que supone que sí porque las personas de su generación han vivido, recuerda, «en un ambiente profundamente desigual, por lo que supongo que el automatismo de nuestra conciencia puede provocar comportamientos que si se reflexionara, no sucederían». Y sobre el movimiento feminista, apunta que está removiendo obstáculos que permiten avanzar: «Su fortalecimiento es muy positivo para la sociedad y hace de España un buen ejemplo para otros países».

El presentador de La 8 Gerardo de Mateo entiende la violencia de género como «la falta de respeto primero de un hombre a una mujer y viceversa». Cuenta que ha sido un par de veces testigo de algún caso: una gran discusión de una pareja en un hotel y la historia de una mujer que acaba de conocer  y que le ha conmovido profundamente: «Esa una heroína para mí y tiene una trayectoria de superación increíble porque sufrió violencia con su padre primero, su exmarido después y hasta de su propio hijo. A estas personas se les debería hacer un homenaje».

De Mateo cree que ante esta violencia los hombres tienen que denunciar y divulgar «y ayudar a las mujeres que lo sufren y a los hombres que lo padecen, que también es muy duro» y, reconoce haber sido testigo muchas veces de chascarrillos machistas: «Pero eran sin malicia y ahora son menos habituales». Considera que conscientemente nunca ha tenido comportamientos machistas y sobre el movimiento feminista opina que «se está convirtiendo en algo que no es», opina que cada vez que las FEMEN protestan con las tetas al aire «hacen un flaco favor a la mujer» y lamenta «que siempre se busque el doble sentido a todo porque no siempre hay mala intención».

Mohamed Chograni es trabajador de CCOO de Burgos desde hace muchos años y define la violencia de género como «los actos que se ejercen sobre una mujer por parte de una persona o la sociedad en su conjunto y que atentan contra su dignidad». Entre ellos, enumera la agresión física, la psicológica y otros hechos como negarle el acceso a la cultura o juzgarle por su vestimenta. Narra que ha sido muchas veces testigo de violencia hacia mujeres «sobre todo agresiones físicas» y, para él, lo que hay que hacer frente a esta circunstancia es cuestionar a los hombres sobre si a ellos les gustaría que sus hijas sufrieran lo mismo.

Es muy tajante con los comentarios machistas: «Como mínimo, pongo fin a la conversación dejando claro que es una línea roja que traspasarla no está permitido». Y cuando se le pide reflexionar sobre el movimiento feminista hace alusión a sus propios orígenes: «Soy de una zona rural de Marruecos y allí eso de la libertad de las mujeres era cosa de la gente de ciudad, puedes imaginar cómo he evolucionado, he cambiado poco a poco y con mis hijas sigo haciéndolo. 

 Para el director del instituto Simón de Colonia, Manuel Martín, la violencia de género es aquella que se lleva a cabo vulnerando el bienestar de una persona debido a su sexo o identidad de género y que la más común es la de un hombre hacia una mujer contra la que comete abusos sistemáticos y continuados por el hecho de serlo. Ha sido testigo de violencia machista entre adolescentes y está convencido de que los hombres pueden actuar de muchas maneras: alertando a personas cercanas a la víctima, llamando a la policía, estableciendo protocolos de actuación... «Nuestra actitud debería partir de la conciencia de que no es un fenómeno que afecta solo a las mujeres sino a toda la sociedad», señala.

Como todos, ha escuchado muchas veces ‘gracias’ y comentarios despectivos sobre las mujeres: «En estos casos creo que el silencio es cómplice. Si callamos ante un comentario machista y lo pasamos por alto no podremos hacer una nuestra pequeña contribución a un cambio de valores global. Y no debemos quedarnos en una simple muestra de rechazo sino que hay que tratar de ser pedagógicos». Martín sostiene que el movimiento feminista es un motor del cambio social: «La huelga del 8-M fue una muestra de empoderamiento y de toma de conciencia para todas las personas».

A Mustafá Cissé, uno de los líderes de la comunidad senegalesa de Burgos, no le parece justo que las mujeres se hayan apoderado de la lucha contra la violencia de género «porque puede afectar también al hombre» y cuando se le pregunta si ha sido testigo de algún caso afirma que cuando era un adolescente un familiar suyo «pegaba a su mujer». Frente a estas actitudes cree que lo un hombre debe hacer es plantar cara al maltratador, defender a la mujer y ayudarla a salir de esta situación.

Como todos, ha presenciado comentarios poco adecuados hacia las mujeres «fruto de las costumbres y la cultura» y frente a ellos lo que ha hecho ha sido «fortalecer la presencia de mujeres en el mando del colectivo y formarlas para que cada vez tuvieran más presencia». También como la inmensa mayoría manifiesta que ha tenido comportamientos machistas y que ha tenido que luchar mucho para cambiarlos: «Ahora estoy feliz de ver que he ayudado mucho a las mujeres de mi colectivo y a darme cuenta de que, gracias a ellas, las cosas nos van mejor». Cissé nunca ha ido a las manifestaciones porque no les ve interés: «Mi lucha es diaria.  Puedes tener las leyes más perfectas del mundo pero si la gente no está preparada no vamos a ningún lado».

Diego Epifanio, entrenador del San Pablo, piensa que la actitud de los hombres frente a la violencia de género debe ser de «rechazo, intransigencia y apoyo a las víctimas», que nunca se ha comportado de forma machista conscientemente y declara que reacciona con rechazo ante los comentarios inapropiados hacia las mujeres. Sobre el movimiento feminista y las manifestaciones asegura que él está a favor de la igualdad entre sexos: «Creo firmemente que la educación en igualdad debe ser el eje vertebrador de la sociedad».

Para el decano de la Facultad de Humanidades de la UBU, Ignacio Fernández de Mata, la violencia machista busca mantener una situación de privilegio de los hombres sobre las mujeres y matiza que es también sufrida por la población homosexual. Ha sido testigo de casos de discusiones violentas y de acoso laboral, situaciones frente a las que siempre se ha implicado para frenarlas y afirma que la actitud de los varones debe ser de rechazo y compromiso acompañando a quienes las sufren y denunciando.

En su grupo de iguales -atestigua- no son habituales los comentarios machistas y si los escucha en cualquier otro entorno los corta de raíz. Por otro lado, reconoce que alguna vez tiene pequeños comportamientos machistas «con alguna reacción casi inconsciente a situaciones cotidianas». Sobre el movimiento feminista cree que las denuncias y las exigencias públicas son muy importantes y necesarias para tomar conciencia, y cuenta que ha participado en varias manifestaciones.

El rector de la Universidad de Burgos, Manuel Pérez Mateos,  mantiene que la violencia contra las mujeres es «puro terrorismo machista» y que es una obligación ética y moral la lucha activa contra ella. En los últimos años no ha sido testigo de ‘gracias’ desafortunadas sobre mujeres y admite que probablemente tenga algunos comportamientos machistas por el ambiente en el que su generación creció: «Teníamos que demostrar nuestra capacidad para desempeñar papeles tradicionalmente femeninos y, de alguna manera, nos sentíamos y nos sentimos culpables por ser varones». Pérez Mateos se alinea completamente con el movimiento feminista y se felicita de que cada vez haya más mujeres «responsables, valientes y comprometidas que denuncian el terrorismo machista y reclaman igualdad de oportunidades».

Para el pediatra Pablo Oyagüez la actitud de los varones frente a la violencia machista debe ser beligerante -«no basta con no apoyar a quienes la ejercen»- condenando tanto los actos violentos como cualquier discriminación por causa de género. Considera también que es necesario hacerse conscientes de los ‘pequeños machismos’ «que todos toleramos y a veces ejercemos desde el uso del lenguaje a ciertos chistes y comentarios despectivos» y en su parecer, el movimiento feminista es digno de «respeto y admiración porque es difícil superar situaciones de desigualdad y tener que aguantar críticas, insultos y descalificaciones como ‘feminazi’ cuando no se busca destruir a nadie sino mejorar en la igualdad real de la sociedad».

El músico Diego Galaz estima que el primer paso que tienen que dar los hombres para avanzar en igualdad es reconocer que son machistas, que les han educado en una sociedad machista y que han aceptado cosas que no hubieran debido hacerlo: «Todos los que tenemos entre 40 y 50 años hemos dicho chistes machistas, no hemos fregado porque lo hacían nuestras hermanas...». A su juicio, hay que asumir esta situación y entender «que ahora toca llevar la balanza hacia el otro lado  y aunque a veces sea extremo y haya un pequeño intento de criminalizar a todos los hombres quizás es el precio que tenemos que pagar porque son siglos y siglos en los que la balanza ha ido a nuestro favor. Tenemos que tener paciencia y comprensión».

El movimiento feminista le parece a la mitad de Fetén Fetén «necesario e imprescindible  pero es muy necesario también que extienda la mano a los hombres y que al que no quiera cogerla, denunciarlo». Y las manifestaciones reivindicativas, a su juicio, son totalmente necesarias y fundamentales y en ellas ha participado siempre que ha podido.