La huella de carbono llega a Burgos

G. Arce / Burgos
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La consultoría energética Creo es la primera empresa burgalesa en inscribirse en el registro estatal para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera

Aunque parezca lo contrario, la lucha contra el cambio climático no es solo una tarea reservada a las grandes cumbres mundiales o los países más industrializados, sino que también implica a todas las administraciones, las empresas -sea cual sea su tamaño- y, cómo no, a los ciudadanos. Creo Gestores Energéticos es una consultoría de 15 trabajadores que ocupa una oficina de 200 metros cuadrados en plena calle San Lesmes. Cada jornada, consume energía para su calefacción, para la iluminación de sus despachos y para conectar sus equipos. Sus empleados también se desplazan para realizar sus trabajos. En su modestia, Creo genera toneladas de gases de efecto invernadero, CO2, tan nocivo para el medio ambiente como el que emite una gran industria.   

Por ello, esta firma unió su preocupación medioambiental y su interés como consultoría energética, y se ha convertido en la primera empresa de Burgos que se inscribe en el registro de la Huella de Carbono, abierto hace un año por el Ministerio de Agricultura y en el que actualmente hay 200 empresas de todo tipo.

La inscripción, como explica el director de Creo, Fernando Gómez  Yagüe, es voluntaria e implica que el interesado debe superar tres fases:en la primera, se calcula la huella de carbono mediante un diagnóstico energético de la empresa; en la segunda, se reducen esas emisiones de gases de efecto invernadero adoptando medidas concretas;y, en la tercera, se compensa por estas emisiones.

En 2012, esta consultoría generó 11,4 toneladas de C02 equivalente, dos años después las ha reducido a 8,88 toneladas, un 22% menos. En el camino ha cambiado su alumbrado por tecnología LED, ha instalado válvulas termostáticas en los radiadores y contraventanas. Sus trabajadores también han corregido las malas prácticas de consumo. «Con estas pequeñas mejoras estamos calculando nuestra huella desde el año 2012 a  2015 y alcanzando los objetivos de reducción que nos hemos planteado sin afectar a nuestra actividad».

Transcurrido este proceso de corrección de 4 años, en 2016 se remitirá un informe al Ministerio para obtener el sello de Reduzco. En la última fase del proceso, la empresa deberá compensar las toneladas de CO2 que genera, por ejemplo, promoviendo una plantación de árboles que tengan la capacidad de absorber esta cantidad de gases que emite. Ahí tampoco termina el trabajo, este compromiso implica su cumplimiento durante al menos 20 años.

Beneficios

El paso dado por Creo tendrá otras dimensiones muy superiores en las empresas locales (se espera también a las administraciones)que ya trabajan en esta certificación e incluso para aplicarla a sus productos y servicios (se puede calcular la ‘huella’ de una botella de Ribera o de una vuelta ciclista...).

Esta inscripción, insiste Fernando Gómez, es rentable, pues permite identificar, entre otras ventajas, oportunidades de reducción de costes e incrementa la competitividad o incorpora el análisis de las emisiones de efecto invernadero a las decisiones sobre proveedores, materiales y diseño.

La inscripción en el registro, añade, permite diferenciar los productos y servicios de una empresa y acceder a mercados donde ya se obliga a solicitar información ambiental, como es el caso de Francia y, a buen seguro, auguran desde Creo, pronto de España y del resto de Europa.