Arandinos por el mundo

A. Cabestrero
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Con cuatro maletas cargadas de medicamentos y material didáctico viajaron a Etiopía ayudar en un comedor social

Con muchas ganas de comerse el mundo, hace unos meses dos jóvenes arandinos hicieron las maletas y se pusieron rumbo a Etiopía. Ellos son Pablo Higuero, profesor de secundaria y gerente de una tienda de deporte; y Mario Pérez, médico en una residencia de la tercera edad. A los dos les gusta mucho viajar y la aventura, pero actualmente cuentan con limitaciones y condiciones laborales que no les permiten disfrutar de todo lo que les gustaría. «Vimos una semana que nos vino bien a los dos y no dudamos en irnos», señala Pablo, propulsor de la idea. 

El plan era hacer un viaje para conocer un país diferente, vivir realmente la cultura en sus propias carnes y disfrutar de la experiencia. Antes de irse organizaron con tiempo lo que querían visitar allí, ya que Etiopía es «muy grande», y se decantaron por la zona norte. Se informaron acerca de ONG y asociaciones benéficas para poder ayudar, pero por el poco tiempo que iban a permanecer no les dejaron colaborar. Solo encontraron un comedor social creado por una valenciana con la cual contactaron para saber cómo podían llevar medicamentos, juguetes, material didáctico, etc. 

Casualmente Mario tuvo que pasar por Valencia y gracias a eso pudieron llevar cuatro maletas facturadas llenas de ayuda. Una vez allí estuvieron un par de tardes en el comedor social jugando con los niños y Mario ejerció como médico realizándolos chequeos a los que presentaban problemas, para intentar ayudarlos en la medida de lo posible.

Algo curioso que descubrieron allí y les encantó fueron los bailes etíopes, que consisten en mover mucho los hombros y en cuanto podían se sumaban a ellos. «Una de las cosas que teníamos claras es que queríamos visitar el estadio olímpico. Una vez allí, al escucharnos hablar en la grada se acercó uno de los atletas a hablar con nosotros y le pregunté dónde se podía comprar ropa de deporte, él se ofreció a acompañarnos a comprar ropa de atletismo oficial. De camino a buscar el autobús urbano, a Mario unos niños le hicieron una pequeña triquiñuela con el fin de conseguir su cartera, mientras uno le pellizcaba la espalda el otro le abrió la cartera y huyeron con el dinero que teníamos en común. Los atletas al darse cuenta se volvieron locos y echaron a correr cada uno hacia un lado para ver si los encontraban. A otro de los jóvenes atletas que nos acompañaba le robaron las zapatillas de clavos por las que llevaba ahorrando alrededor de cuatro años de esfuerzos. Estaba totalmente hundido porque esas zapatillas eran una de sus vías de escape para salir de allí y poder viajar a Europa. Decidimos ayudarle, Mario dándole sus zapatillas y yo ropa de deporte», señala Pablo como una de las vivencias más duras por las que pasó allí. 

«Este tipo de experiencias son las que te enseñan a valorar muchas de las cosas que tenemos cada día y no nos damos cuenta», apostilla. «Allí estuvimos con niños que no tenían absolutamente nada y eran felices. Lo que más destacaría es la sinceridad de su felicidad, que realmente ves que no tienen nada y aun con eso son felices», añade como reflexión.

En cuanto al canal de Arandinos por el mundo que gestiona, surgió de la manera más inesperada con una amiga. «Todo fue fruto del aburrimiento cuando estaba viviendo en Suecia y tenía mucho tiempo libre. Yo soy una persona muy social y allí no lo encontraba, por ello lo utilizaba también como una forma de pasar un rato divertido y porque me gusta llevar el nombre de Aranda a cada parte que voy. En mis viajes nunca falta la bandera de Aranda», señala Pablo muy orgulloso. «No es que vayamos a descubrir el mundo, porque ya sabemos lo que hay en estos países, pero ver la realidad en tus propios carnes te ayuda a reflexionar», concluye.