Tras las últimas investigaciones ya nadie pone en duda que el origen del castellano se sitúa en Burgos y se remonta al siglo IX, fecha en la que están datados los documentos del cartulario de Valpuesta, localidad del norte de la provincia. Los estudios del Instituto de la Lengua que fueron avalados por la Real Academia Española (RAE) dan testimonio de que en esos textos manuscritos aparecen los primeros términos en castellano, en el preciso momento en el que el romance inicia su ruptura definitiva con el latín.

A esa época y a ese tipo de documentos es a los que el Instituto de la Lengua dedica la exposición Orígenes del Español 2. De Valpuesta a Cardeña (el número recuerda que ya hubo una primera muestra que se inauguró en Guadalajara, México). La exposición que se puede visitar en el Palacio de la Isla hasta el 17 de abril concentra en siete vitrinas el origen y desarrollo de la lengua romance castellana.

Lo hace echando mano, como es lógico, del cartulario de Valpuesta, pero también del becerro de Cardeña, otro conjunto de documentos salidos de uno de los scriptorium más importantes. Se trata de los 333 textos confeccionados en 1086 con documentos del 899 al 1085: «Dos siglos que son el reflejo de cómo evoluciona la lengua en ese momento, tomando el relevo a Valpuesta. Son los únicos documentos conservados de la Castilla condal, y para la muestra se han escogido 5(una donación, dos ventas y dos litigios) en los que se aprecia un latín muy romanceado», resume Sonia Serna, una de las autoras del estudio que sobre el becerro se publicará este año.

La muestra recoge también fondos de Covarrubias y Oña que dan cuenta de «cómo hablaban los burgaleses del norte entre los siglos X y XI», además de contar con un importante número de topónimos. Exhiben igualmente documentos vinculados al Cid y textos de Alfonso VIy Alfonso VIIrelacionados con la ciudad de Burgos.