El Arzobispado entrega al Monasterio de Leyre una reliquia de San Íñigo

diariodeburgos.es
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El sábado, a las 18.00 horas se abrirá el relicario del monasterio oniense para posteriormente trasladarlo a Navarra

El Arzobispado de Burgos hará entrega al monasterio de Leyre, en Navarra, de una reliquia de San Íñigo. Tras conceder el arzobispo Francisco Gil Hellín el permiso para conceder este objeto en 2008, el acto no se había producido aún, por lo que se llevará a cabo este fin de semana coincidiendo con la celebración en Oña de los 1046 años de su fallecimiento, que se produjo el 1 de junio de 1058 cuando era abad del Monasterio de Oña.

San Íñigo rigió el monasterio benedictino y otras iglesias vecinas a él encomendadas durante 35 años. La víspera de su fiesta, el sábado 31 de mayo, el arca con sus restos se reabrirá para entregar la reliquia del santo a otro monasterio benedictino, el de Leyre, en Navarra. Será a las 18:00 horas en el marco de la celebración de unas vísperas solemnes con la presencia de diversas personalidades civiles y eclesiásticas.

Desde finales del siglo XVI no se entregaban reliquias de este santo. La última tuvo lugar en 1597, cuando algunos restos óseos del abad viajaron hasta una de las parroquias de Calatayud, localidad que vio nacer al santo a finales del siglo X. La última vez que se abrió el relicario fue en 1865, para cerciorarse de que la invasión francesa no había acabado con las reliquias del santo abad: sus huesos se recogieron en un saco blanco y se depositaron en una arqueta de madera dentro de su relicario de plata, tal como detallan algunos documentos del archivo parroquial de la villa burebana.

San Iñigo tuvo gran fama como taumaturgo en los siglos de la Reconquista y del esplendor de España. Fue canonizado el año 1163 en el sínodo de Tours, por una bula del papa Alejandro III. Fray Juan de Alcocero, uno de sus discípulos, escribió de él que "no vivió para sí solo, sino para nosotros, porque todo el día estaba él para nosotros; el Espíritu Santo otorga su don de justicia a los más benignos, y concede a los suyos tanta equidad y justicia como gracia y piedad; de ahí que nuestro padre Íñigo guardaba rectitud al examinar lo justo y misericordia al decidir la sentencia".