La Vuelta sale de Torme con Javier de líder

P.C.P. / Burgos
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Los guardias civiles que regulan el tráfico en la ronda burgalesa improvisan un homenaje a un joven discapacitado

Integrantes de la Agrupación de Tráfico posan con Javier y sus padres en Torme, tras la etapa de ayer de la Vuelta. - Foto: DB

El término gregario, para aquellos que no siguen el ciclismo, designa al compañero que trabaja para el jefe de filas de su equipo.Realiza una labor callada, sacrificada, la más ardua dentro de un deporte durísimo, casi nunca recompensada, casi siempre oculta.

A veces, las menos, los papeles se invierten. La carrera se vuelve del revés y el líder pasa a trabajar para el gregario además de poner a todo el equipo a su disposición. Eso les ocurrió ayer a Adán y a Javier. Algún compañero decidió que esa etapa estaba hecha para ellos y se lo hizo saber a su director de equipo, el capitán Juanjo Medel. Entre todos diseñaron un plan y, aunque no salió como estaba previsto, al final ganaron.

Adán, un motorista de la GuardiaCivil destinado en Miranda de Ebro, vio hace 4 años a un chaval en silla de ruedas apostado cerca del puerto de Bocos, para ver el paso de pelotón.Paró y le regaló un bote de los que tiran los ciclistas cuando se quedan vacíos, una joya que muchos aficionados buscan en las cunetas.La siguiente edición se volvieron a encontrar. Y la siguiente también. Le reconocía por su camiseta del Athletic.

Este año, todo elSubsector de Tráfico había preparado la etapa para  dedicársela a este joven aficionado con discapacidad.Solo que la ronda ayer no pasaba por Bocos y él había cambiado la elástica bilbaína por un chándal azul.

El pelotón rodaba muy rápido. Habían perdido la esperanza de encontrarle cuando el último motorista le divisó y paró para darle el bote. Pero el resto se quedó con la pena de no haberle conocido. Tal es así que una vez cruzada la meta de Villarcayo, en vez de correr por regresar a casa, decidieron ir en caravana a buscarle. Solo sabían su nombre, y pensaban que era de Bocos, pero terminaron por encontrarle en Torme. A eso se le llama investigar.

Javier se convirtió así en el jefe de la Vuelta a Burgos. Con acreditación incluida, dio la salida al pelotón de agentes. Si alguna vez dudó de que los guardias civiles de Tráfico tienen su corazoncito, Javier y su familia les sacarán de su error igual que al pueblo de Torme le arrancaron ayer de la siesta la veintena de motos, con las sirenas a toda pastilla. Cuentan, quienes les vieron, que alguno marchaba con la pupila humedecida.

«Lo que puede hacer un bote».