La nacional olvidada

H. Jiménez / Valle Valdivielso
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Durante los 15 kilómetros que atraviesan el Valle de Valdivielso, la N-232 presenta un aspecto peor que el de las carreteras locales. Sin arcén, con un asfalto impresentable y un trazado revirado, lleva años sumida en el abandono

Travesía de Condado, sin arcén ni protección para los peatones. - Foto: Ángel Ayala

Además de barrer la puerta de sus casas para que estén bien pulcras, algunas vecinas de Condado (Merindad de Valdivielso) se tienen que afanar con la escoba para quitar de la entrada de sus viviendas los restos del asfalto que se va deshaciendo. «Si no, cuando pasa un coche las chinitas te dan en las piernas y te hacen daño», cuenta una de ellas el pie de una travesía en un estado lamentable.

«¡Saca los baches, saca los baches!», grita sin soltar el volante el conductor de un todoterreno cuando se da cuenta de que el fotógrafo está apostado a la salida de una curva. «¡A ver si lo contáis en la prensa y alguien se da cuenta!», exclama otro paseante mientras recoge unas ciruelas y el reportero le pregunta al respecto. Los vecinos del Valle de Valdivielso tienen muy claro que la N-232 es la peor carretera nacional de la provincia, incluso muy por debajo del 99% de las vías locales y autonómicas, y están hartos de ser los olvidados desde hace años. Incluso décadas.

Durante 15 kilómetros, esta vía, que nace en Vinaroz (Castellón) y llega hasta el límite entre Burgos y Cantabria para desembocar en la vertiente norte del puerto de El Escudo, resulta impresentable. Se corresponden en su práctica totalidad con la Merindad de Valdivielso y en ellos se combinan un trazado revirado, la ausencia de arcenes, una señalización horizontal parcialmente borrada, la inexistencia de balizas o quitamiedos en muchos tramos y sobre todo un asfalto impropio de una supuesta vía principal de un país desarrollado.

De este a oeste, el peor tramo comienza en el cruce que procedente de Oña reparte el tráfico entre esta carretera y la N-629 en dirección a Trespaderne. En realidad, la mayoría de los vehículos y casi todos los camiones optan por esta última carretera para ir hacia Cantabria, dando un rodeo por Medina de Pomar y Villarcayo. Hacen más kilómetros pero les compensa evitar la N-232, porque lo que se encuentran a partir de ese punto ahuyenta a cualquiera.

La orografía no ayuda y el valle de Valdivielso obliga a subir y bajar el Alto de la Varga y con él a salpicar el trazado de curvas, contracurvas y pendientes. Dos de las revueltas fueron arregladas hace algo más de un año, pero el resto de la carretera parece de los años 90. Algunos vecinos aseguran que el firme data de entonces, y su estado se complica a medida que se acerca a Condado, el cruce de Población y la localidad de Toba.

Los desconchones sorprenden a los conductores no acostumbrados a circular por allí. Cuentan los vecinos que más de un francés o un alemán, guiados por su GPS a través de esta vía que se convierte para ellos en una trampa, han acabado preguntando en el pueblo si no se habían perdido o si estaban de verdad en una carretera de categoría nacional. Porque parece mentira.

El paso por las poblaciones no mejora la situación. Las travesías no tienen protección para sus habitantes y un escalón a los lados de la carretera convierte en especialmente peligrosa cualquier salida.Por suerte, el propio estado del asfalto obliga a circular con precaución y la velocidad excesiva no es un problema. Condado y Toba concentran los peores tramos, y a partir de esta última localidad la carretera mejora, casi de forma repentina, en dirección a Valdenoceda.

Fernando Peña, casado con una natural de Condado, manifiesta con resignación que nadie entiende por qué, aprovechando el arreglo de las dos curvas mencionadas, la empresa que se ocupa del mantenimiento de la carretera no aprovechó para un reasfaltado general. No lo sabe a ciencia cierta, pero puede sospechar que fue una cuestión de dinero en estos tiempos en los que las inversiones se miran con lupa.

Vicente y Cecilio Fernández coinciden con su opinión y no recuerdan cuándo fue la última vez que una capa de asfalto recién extendida mejoró el confort de los viajeros por carretera. Saben que de vez en cuando los operarios de la empresa «echan unos calderos» para reparar parches puntuales. Pero sin grandes proyectos ni inversiones que permitan una verdadera mejora.

No iba a ser así hace unos años, cuando el Ministerio de Fomento manejó un proyecto de variante de la N-232 que incluía la eliminación de travesías, la supresión de curvas, corrección del trazado e incluso algunos túneles, según recuerda el que fue alcalde de la localidad hasta 2011, Jesús Arce. «Pero con la crisis aquello se olvidó y lo dejaron, insistimos muchas veces en que tenían que arreglar la carretera pero nada, cada vez está peor», comenta.

El actual regidor, Óscar Palencia, ha seguido reclamando el arreglo de la vía mediante escritos a las autoridades competentes, pero también sin resultado. «Tenemos pensado retomar con fuerza este asunto a la vuelta del verano, en septiembre, y reunirnos con el Ministerio en Madrid si hace falta y si en Burgos no nos hacen caso», explica. Su objetivo es que al menos se ejecute alguna mejora de la vía, aunque sea renunciando a los grandes proyectos barajados en su momento.

Fracaso de la ‘dos mares’

En realidad, nadie se plantea ya actuaciones tan ambiciosas como la que suponía la llamada Autopista Dos Mares, que llegó incluso a contar con la denominación técnica de AP-69 y que debía convertirse en el auténtico eje vertebrador de Las Merindades. Según los proyectos que se barajaron durante varios años iba a discurrir casi en paralelo a la N-232, aunque no por el Valle de Valdivielso sino más cercana a Villarcayo, y debía convertirse en un eje importante de comunicación entre el alto Ebro y Cantabria.

El Gobierno parecía decidido a sacarlo adelante, en un tiempo en el que las infraestructuras surgían con alegría, pero se topó con un informe desfavorable del Ministerio de Medio Ambiente que en agosto de 2010 desestimó la construcción de la autopista por su afección al Parque Natural Montes Obarenes, así como en otros parajes como los Aguayos, Campo de los Tablones o el Valle de Manzanedo.

Cuatro años después nadie ha vuelto a hacer un esfuerzo por sacar adelante el proyecto. Cuestiones ambientales aparte, parece impensable que la administración se embarque ahora en semejante esfuerzo, ni siquiera contando con que sería una autopista de pago y que el riesgo inversor lo afrontaría una hipotética concesionaria.

Mientras tanto la N-232 languidece en su paulatina degradación. El Boletín Oficial del Estado del 29 de julio de este año publicó un anuncio del concurso, por 8,83 millones de euros para los próximos cuatro años, del contrato para la conservación y explotación de este y otros tramos de la N-232. Fuentes del Ministerio de Fomento han explicado que las labores consistirán en la «conservación integral y el mantenimiento ordinario, que incluye labores de pequeñas reparaciones», pero no en modificaciones de trazado o rehabilitación estructural del firme.

La nacional parece condenada a esperar un golpe de suerte o una decisión política que conlleve su adecentamiento aunque fuera con unos mínimos. Mientras tanto sus cada vez más escasos usuarios seguirán sufriéndola, porque ni siquiera el espectacular paisaje del entorno permite su disfrute cuando el conductor y sus acompañantes se ven sometidos a semejante baile de amortiguadores.