«Ahora disfruto de la música más que nunca»

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Rafael Frühbeck de Burgos

«Ahora disfruto de la música más que nunca» - Foto: Alberto Rodrigo

Esta semana ha estado en Italia y en Suiza. Desde el miércoles se encuentra en España pero ya tiene la maleta preparada. Le sigue esperando el resto del mundo. Rafael Frühbeck (Burgos, 1933) es incapaz de parar. Su vida es la música. Dirigir. Continuar creando luz con la batuta. Hoy lo hará al frente de la Sinfónica de Dinamarca.

¿Qué queda en usted de aquel niño que con cinco años se hipnotizaba escuchando la música que salía del tocadiscos de su padre?

¡Han pasado casi 80 años! Lo que queda es la misma afición a la música. O mayor todavía.

¿Cómo recuerda su infancia en Burgos?

La recuerdo muy bien. Pasé una época muy buena.Estuve en Burgos hasta los nueve años en Burgos; luego fui a Barcelona y a Bilbao; más tarde regresé y empecé a tocar en la Orquesta Sinfónica de Burgos y en el teatro. Empecé a trabajar con 14 años y mire, el domingo hago 80 y sigo trabajando. No he parado. Burgos está en mi corazón, y eso es herencia de mis padres. Mi padre llegó a Burgos tras la I Guerra Mundial, malherido y enfermo. Aquí le trataron muy bien. Siempre dijo que Burgos era una gran ciudad y que los burgaleses eran de la mejor gente que había conocido en este mundo.

¿Fue usted un niño feliz?

Yo creo que sí... O, al menos, todo lo felices que son y deberían ser los niños. No me puedo quejar. ¡Me gustaba mucho jugar al fútbol!

Sí, pero con siete años le dijo a su madre que quería ser músico y no futbolista. ¿Siempre tuvo la ideas tan claras?

Esa idea por lo menos sí. Yo no sé si otras cosas las he tenido tan claras... Me hubiera gustado hacer muchas otras cosas más, pero no me daba el tiempo o no venían bien... Pero lo de la música estaba más que claro.

Su primer instrumento fue un violín; también estudió piano. ¿Siente especial predilección por un instrumento concreto o es la suma de todos lo que le llena?

A mí el instrumento que me gusta es la orquesta, la suma de todos. Estudié el violín porque a mi madre se le ocurrió comprarme uno; si hubiese sido un clarinete, hubiera estudiado el clarinete.Pero estoy muy contento de haber estudiado el violín porque la cuerda, sobre todo haciendo una carrera de director de orquesta, es muy importante conocerla bien. Tiene sus grandes ventajas. Y el piano es un instrumento imprescindible.

Usted soñaba con ser músico. Consiguió eso y mucho más. ¿Se considera un hombre feliz?

Sí. Voy a cumplir 80 años y he dado este año ya 110 conciertos. Y ahora disfruto de la música más que nunca. Mucho más no se puede pedir.

¿Ha tenido que renunciar a muchas cosas para hacer realidad ese sueño?

Sí. He tenido que estar muchas veces lejos de mi familia. Las carreras no se hacen en una ciudad.Se hacen en Estados Unidos, en Europa, en Asia... Lo que más me ha costado ha sido la separación de mi familia. Yo disfrutaba mucho cuando mis hijos eran pequeños, y separarme de ellos era lo más duro.

¿Hay algo de lo que se arrepienta?

¡De muchísimas cosas! Pero vamos a dejarlas en paz...

La música le ha dado todo...

Bueno, me ha dado lo que yo quería.Todo... Es muy difícil tenerlo todo. Creo que soy un hombre afortunado. Hago lo que me gusta a una edad en la que muchísima gente ya no es hábil. Doy gracias a Dios por poder hacer este tipo de vida a los 80 años.

¿Mira al pasado con nostalgia?

No soy hombre nostálgico. Si acaso evoco con nostalgia la época en la que mis hijos eran pequeños. Para mí fueron años dorados que me encanta recordar.

Ahora tiene una nieta que seguro que le recuerda aquellos sentimientos...

Desde luego que sí.

¿Qué ha sido lo más difícil de su larga trayectoria profesional?

Es difícil decir qué ha sido lo más difícil.Desde luego, lo más incómodo sí: los viajes. Y habría que decir que hace 30 años se viajaba mejor que ahora. No había tantas historias de seguridad, ni había que llegar con tanta antelación a los aeropuertos, ni había tanto coche en la carretera... Era más sencillo y, sobre todo, más cómodo.

Aunque exitosa, su carrera ha tenido momentos duros, como su salida de la ONE. Usted se sobrepuso de la mejor manera e incluso su carrera se proyectó aún más...

Vamos a poner las cosas claras. Para mí no fue duro salir de la Orquesta Nacional de España. Yo ya tenía una carrera internacional. Mi salida no fue dura para mí, sino para la ONE, que a los seis meses estaba deshecha.

Es considerado uno de los grandes directores de orquesta del último medio siglo. ¿Qué cualidades ha de tener un director para alcanzar tal meta?

En primer lugar, tener unos conocimientos musicales grandes. En segundo lugar, tener una cierta personalidad. Y en tercer lugar, en el caso concreto de la dirección de orquesta, saber motivar a los músicos de la orquesta.

Ha conocido usted a grandes personalidades del mundo de la cultura...

Es una de las grandes cosas que mi carrera me ha permitido.Conocer a personas increíblemente importantes. En la música española, Victoria de los Ángeles, la gran soprano, por ejemplo... Han sido muchos, amigos y colaboradores: Plácido Domingo, Alfredo Krauss, Teresa Berganza... Y también con personas absolutamente geniales como el violinista David Oistrakh, o Yehudi Menuhin, o Rubinstein, Rostropovich, Casals... Ese contacto ha enriquecido mi vida y me ha permitido aprender mucho de ellos.

¿Con las obras de qué compositor disfruta usted más?

Creo que tengo una gran cualidad. Y es que el compositor que dirijo en determinado momento me parece el mejor. Sea el que sea me parece que estoy haciendo una maravilla.

Así que será imposible para usted escoger entre tanto genio...

Es que es imposible. ¿Cómo se puede escoger entre Mozart, Beethoven y Bach? ¿Cómo se hace? No se puede... Por no citar a otra docena más.

¿Cree que debería educar más el gusto por la música clásica?

Vamos a ver. Eso que usted llama música clásica y que yo prefiero llamar música culta la oían en tiempos de Mozart media docena de personas. Hoy en día se ha ampliado mucho, muchísimo. Un dato curioso: hoy en China estudian piano 42 millones de personas. ¡42 millones! Hoy en día la música culta tiene su sitio en el mundo, y desde luego un sitio importante. ¿Que sea suficiente o no? No lo sé... Habría que discutirlo mucho.

La ciudad le rinde homenaje por su 80 cumpleaños. ¿Se siente querido?

Sí. Y todo lo que tiene que ver con mi ciudad natal me llega muy dentro, me afecta mucho.

Apenas ha bajado usted el ritmo de viajes y conciertos. ¿De dónde saca tanta fuerza?

De la música.Si uno está cansado, se pone delante de una orquesta y se olvida de todo.

Después de tantos años, de tantos conciertos, ¿qué siente cada vez que toma la batuta?

Cada vez disfruto más y siempre le encuentro cosas nuevas. Si no fuera así, sería aburridísimo. Gracias a Dios, las obras maestras, aunque se estudien toda una vida, no acaba uno nunca de llegar con ellas a la perfección. Cada vez que dirijo una orquesta me emociono mucho.

¿Cómo mira al futuro? ¿Ha pensado en el retiro o ni siquiera se lo plantea?

¡Dios no lo quiera! ¿Retirarme? ¿Qué iba a hacer entonces? ¡Yo no sabría qué hacer en todo el día si no tuviera música!Espero seguir muchos años dirigiendo. Y el día que me toque, qué le vamos a hacer...