Un viaje sensual y femenino

Agencias
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Andrés Sardá y Hannibal Laguna suben a la pasarela de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid diseños llenos de elegancia

DESFILE DE HANNIBAL LAGUNA - Foto: Víctor Lerena

Cita clave la de ayer en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Y es que grandes nombres nacionales del mundo de la moda, como Andrés Sardá o el siempre espectacular Hannibal Laguna, subieron a la pasarela sus diseños para la próxima primavera-verano 2015. Luz, aire, volumen y color fueron las señas de identidad de todos ellos en los que la elegancia y la feminidad florecían a cada paso de las modelos.

Abrió la jornada, Alvarno. Sedas estampadas, encaje negro y flores de organza marcaron el discurso estival del dúo de diseñadores, en el que mandaron las formas asimétricas y las siluetas definidas. Trajes de chaqueta con estampado de nido de abeja, túnicas, vestidos camiseros, monos de pantalón corto y abrigos negros con bordados de strass multicolor, subrayaron la intención comercial de los creadores en una apuesta muy femenina. El calzado, protagonizado por sandalias de tirantes finos y tacón alto, y los accesorios en colores ácidos como el naranja, el rojo y el verde fueron el complemento ideal para las noches. Como novedad, lanzaron su primer bolso.

Seguidamente, llegó el turno de la feminidad en su grado máximo de la mano de la colección de Andrés Sardá. La firma barcelonesa mostró, como si de un concurso de Misses se tratara, su línea de lencería y baño. Así, desde los primeros compases del espectáculo, el ambiente se cargó de sensualidad cuando azafatas de piernas infinitas y labios en rojo vino se asomaron por la pasarela. Tras llegar a tierra firme las chicas se prepararon para demostrar quién era la más guapa entre las guapas y desplegaron todos sus encantos en la prueba del traje de baño, donde el coral, el fucsia, el azul y el verde fueron los claros protagonistas. La última parte del desfile se reservó a los trajes de noche, de corte sirena y sugerentes transparencias, acompañados de capas en seda y patchwork de encaje. Alicia Borrás, Miss España 1965 y musa de Pertegaz, cerró el espectáculo de la firma

Pero la feminidad tuvo continuidad con la colección de Hannibal Laguna. Una fiesta de volúmenes, pliegues, bordados y siluetas statuesque, así se podría describir una colección pensada para la noche. El juego de sensaciones tuvo dos pilares: texturas sostenidas inspiradas en las flores y otras más fluidas que sugieren el aleteo de las mariposas. Las siluetas de los años 50 no faltaron en sus vestidos midi con cintura muy marcada y volumen en las faldas. El diseñador incorporó en Butterfly Dreams un bordado tallado al láser sobre texturas en tonos beige simulando un falso desnudo. Escotes se vieron para todos los gustos: desde el clásico palabra de honor, en V, góndola e incluso envolvente.

La tarde la inició la colección de María Escoté. La diseñadora trasladó a los asistentes a un territorio que bien podría ser Miami, propiedad de la mujer latina, que domina con fuerza y muestra su personalidad sin tapujos. Las deportivas fueron el tándem perfecto para sudaderas, crop tops y vestidos cortos, faldas hasta el suelo con animal print. Una serie divertida y lúdica en la que se combinó el rosa, el azul, el verde y el negro. Pero si hay un color que brilló por excelencia, ese fue el dorado presente en los pendientes y en cadenas de oro XXL.

Por su parte, Leyre Valiente se centró en los troquelados que recordaron el interior de un reloj, plisados a modo de mazos de cables y estampados en amarillo y negro simulando las señales de Peligro, maquinaria peligrosa. Su colección bebe de las mujeres robóticas del mundo del cine y la literatura.

Dolores Cortés y Montse Bassons echaron el cierre con diseños de baño hiperfemeninos inspirados, en el caso de Cortés, en la estética japonesa y en el manga, que se trasladó a biquinis y bañadores con tejidos novedosos como el neopreno, con lazos samuráis y pliegues que recordaron al origami y a la papiroflexia.

Bassons llevó a su colección la gracilidad, la sutileza y la feminidad de los trajes del ballet clásico El lago de los cisnes, de Tchaikovsky, y para ello aderezó sus diseños con tules, gasas, lentejuelas y elegantes plumas. Además, reflejó «la transformación del cisne blanco en negro», en una ilusión de colores que bailaron entre el rosa, el negro, el azul el fucsia o el blanco, «son prendas bastante comerciales», matizó la diseñadora.